martes, 5 de julio de 2016

MARISOL VERA GUERRA desde México: Escritora, editora, freelance, mamá, dibujante, onironauta.

MARISOL VERA GUERRA

I

hay mujeres que viven dentro de una casa
esto puede parecer normal
completamente lógico
porque
para eso sirven las casas
para ser habitadas por Ellas
     los geranios que colorean el patio
     la luz dormida sobre el azulejo
     el dosel amarillo de la cama
     el gato que gobierna el tejado
     las jardineras     el pórtico     la cerca
     sólo están ahí como el reflejo de un pez
                              en la superficie del agua
el otro     animal sin concha    llega a la mitad del día
a vaciar la jarra de leche en el lavamanos
a ensillar el caballo y a pulir las aldabas
mientras Ellas abrazan las paredes como madreselvas
soportando el peso exacto de la construcción
     el aire que sube por la tubería es su sangre
                                  livianita
                   oscura        tibia        al menos
hasta que la cáscara del tiempo se desgaja

                                       del libro de su autoría: Gasterópodo



Que MARISOL VERA GUERRA es una poeta joven se dice fácil, que es humilde como sus versos en minúscula y que es multifacética también. Pero mi sensación de leer a una chamana de la literatura, de sentir la palabra encarnada es otra historia…

Su maternidad como parte de su destino forestal es de un hechizo que supera
la alquimia femenina.
Marisol es como una imagen fractal de la mujer y del ser humano, su actividad creativa pluridisciplinaria, su conciencia de aunar su familia, sus roles y su vocación artística con amor, responsabilidad y sencillez la convierte en deidad de varios brazos y un gran corazón.

Tuvo la gentileza de contestar varias preguntas para que la conozcamos en su vida privada y laboral-creativa. Sus palabras valen más que mis elogios. (Le siguen más poemas, biografia, comentarios-reseñas y mas poemas.)
He aquí sus respuestas que publico tal y como me las contestó, con amor, agradecimiento y respeto:

¿Eres escritora de carrera o has seguido alguna carrera?
Soy licenciada en psicología. Mi formación como escritora ha sido esencialmente autodidacta, desde niña. En la década pasada formé parte del taller de literatura ARGOS que impartía la Doctora en Letras Ana Elena Díaz Alejo, en Tampico, Tamaulipas, donde vivía. Ella me ayudó a conocer herramientas formales de escritura, me mostró a diversos autores y alimentó mi pasión por las artes.

¿Vives de la literatura? O ¿Cuál es tu ocupación?
, vivo de la literatura, aunque no sólo del acto de escribir. Tengo una editorial. Soy editora, tallerista, ilustradora, y obtengo mi sustento del conjunto de diversas actividades relacionadas con la literatura, la edición y las artes visuales. Además, debo admitirlo, muchas personas son generosas conmigo y aparecen en mi vida como hadas madrinas que me impulsan a seguir creando.


¿Con quién vives y dónde? ¿Te acepta tu familia como escritora?
Vivo con mi esposo y nuestros tres hijos, en Monterrey. Él viaja a menudo por lo que la mayor parte del tiempo estoy únicamente con mis niños de 8, 3 y 1 años. Mis padres y hermanos residen en otro estado. Crecí en el seno de una familia tradicional en Tantoyuca, Veracruz. Desde niña manifesté interés por la literatura y mis papás parecieron aceptarlo, incluso alentarlo (mi papá en su mocedad tuvo el sueño trunco de ser escritor, ya de adulto ha compuesto canciones y acrósticos), pero no vieron las artes como una verdadera profesión a la que dedicaría mi existencia, creyeron que sería profesora de primaria, con una vida parecida a la de ellos y que incluso me quedaría en el pueblo donde crecí. Que mi familia comprendiera mi decisión de dedicarme exclusivamente a la literatura no fue fácil, sobre todo cuando me convertí en madre, me presionaban mucho para que eligiera un oficio más “formal”; para mi madre especialmente fue duro que yo no me convirtiera en lo que ella quería; afortunadamente esa etapa de lucha y presión ya pasó, hemos madurado juntos y el amor ha prevalecido sobre las diferencias.
En cuanto a mi esposo, él adora que yo sea poeta, pero durante nuestros
Presentación Gasterópodo
primeros años de matrimonio batallé para que comprendiera mis compromisos como escritora, por ejemplo, asumir una publicación o leer en un foro, lo cual él veía como banalidades como si lo único importante fuera escribir y no publicar; actualmente eso también ha cambiado, él respeta y alienta mis decisiones y, debo decirlo, es una de las figuras centrales de mi mitología literaria.

Mis hijos, a pesar de ser tan pequeños, se involucran mucho en lo que hago dentro del arte, los tres dibujan conmigo, el mayor que es bastante bueno (y creo que me superará muy pronto) es mi crítico más eficaz. Además, poetizo a menudo mis vivencias con ellos, de modo que sus risas, sus llantos, sus jalones de pelo son parte de la materia prima de mi escritura.    

¿Cuándo decidiste que eras escritora?
Cuando tenía doce años. Antes de eso yo quería ser científica.

¿Qué fue lo primero que recuerdas haber escrito? ¿A qué edad?
Un poema para mi abuela materna, a los siete años; el segundo poema fue para mi madre a los ocho. Recuerdo haber escrito muchos cuentos, una pieza de teatro y hasta un intento de novela antes de terminar la primaria. Además, tenía mi propio periódico fantástico, en hojas de máquina inventaba noticias y las ilustraba. También dibujaba cómics sobre mi vida cotidiana.

¿Quién te ha influido en tu vida literaria?
Yo diría que quien primero me hizo querer ser poeta no fue un literato sino un científico: Carl Sagan, su libro Cosmos cultivó parte de mi pensamiento básico: el universo es poesía. Ya en un plano más formal me influyeron fuertemente tres autores que leí al final de mi niñez: Edgar Allan Poe, Gustavo A. Bécquer y Oscar Wilde. Después, en la adolescencia, García Márquez e Isaac Asimov. Al comienzo de mi vida adulta Arthur Rimbaud, Franz Kafka, Hermann Hesse, William Blake y Sylvia Plath. Además dos libros han sido de manera cíclica mi fuente de imágenes: El Quijote y La Odisea. A quien más recurro hasta la fecha sigue siendo Poe. Lo adoro.
Otras grandes influencias que he tenido en mi proceso creativo son el cine de Ingmar Bergman y la obra de Van Gogh.


¿Qué temas son tus preferidos? Y ¿cuáles géneros has incursionado?
Escribo poesía, ensayo, cuento, novela, dramaturgia; también experimento con dibujo, videopoema, performance… es difícil hallar un género que no me llame la atención, siempre estoy tratando de aprehender todas las formas posibles de expresión.
Escribo, principalmente, sobre mi realidad inmediata, lo que conozco, lo que vivo, a menudo transfigurado a través de la imagen poética. En el caso del ensayo me gusta hablar sobre ciencia, educación y acerca de la obra de otros escritores.

¿Tienes hábitos para llamar a tus musas, alguna rutina? Como
poner música, etc.
No, para nada, con tres niños pequeños en casa sería muy poco práctico depender de las musas y de los rituales. Yo siempre estoy inspirada, siempre tengo algo qué decir, lo que no siempre tengo es el tiempo o los recursos materiales para construir la obra que está en mi cabeza, aun así, escribo constantemente. Yo escribo y dibujo con una bebé pegada al pecho y otra trepada sobre mi espalda, mientras mi hijo platica conmigo y se cuece el arroz. Escribo en la estación de metro, mientras espero en un consultorio, hasta en la sala de parto, en todos lados pues. Es la música del mundo la que escucho de fondo.

¿Qué es lo próximo que te gustaría escribir?
Una novela de terror, es un género que siempre me ha fascinado, pero no lo he desarrollado.

¿Te sentiste diferente, bien, o como, después de publicar por primera vez?
Me sentí muy contenta y cada nuevo libro me da mucha alegría.

 Nacional de escritores Jóvenes Conarte
¿Qué le dirías a alguien que quiere publicar su primer libro?
Que primero se asegure de que eso es lo que él quiere decir, que esa es la manera en que se quiere representar ante un público lector; si bien es importante hacer caso a la crítica, también es esencial, a mi juicio, que el autor se sienta cómodo en sus letras. Quizá nunca estará del todo satisfecho, esa insatisfacción es parte del impulso para continuar escribiendo, pero sí puede tener una percepción aceptable de lo que ha escrito y asumir esa responsabilidad.
Publicar me parece parte del proceso de creación, porque un libro es el final de un ciclo creativo y el umbral de un ciclo nuevo. No necesariamente debe publicar en el soporte tradicional, ahora están las redes sociales, los blogs, otras plataformas que me parecen igual de válidas que el papel. Quizá el riesgo es que al quitarle la formalidad a la publicación también se puede perder objetividad. Publicar no nos convierte de manera automática en escritores. Ser autor de un libro o de un texto no nos inviste de arte, para ello se debe tener disciplina, entonces también le sugeriría no dejarse arrastrar fácilmente por las trampas del ego. Cultivar el criterio y la sobriedad hacia uno mismo.
A veces he visto que la energía creativa se atora o se congela porque el escritor no le da salida a su escritura, la cual siente como algo que poco a poco va dejando de representarlo. Publicar puede ser un acto muy liberador.
Le diría que no sea tan aprehensivo, que todo fluye, no necesita haber acabado el libro perfecto para sacarlo a la luz.
con la poeta colombiana Luisa Isabel García

¿Qué otras artes practicas?
Aparte de la literatura, el dibujo, es algo con lo que complemento a veces mi escritura. También he participado de manera experimental en teatro y performance. Todo finalmente lo relaciono con la poesía.

¿Hay algo más que quisieras decir y no te he preguntado?
Sólo agregaría las gracias por tu tiempo y tu amabilidad al darle un espacio a mis letras. Espero que encuentres en ellas algo digno de mencionarse. Un abrazo cálido.

Marisol Vera Guerra

MINOS

a punto
veo dormir a mis hijos
pequeños guisantes blancos      envueltos por la calma
cíclica
matemáticamente
ensamblados al continente del cuerpo
                                                      roja bocanada de aire     
Haku
que me rasgó un paisaje (su horizonte de pájaros azules)
Morgana
que sólo tiene un mes     no necesitas más quiero decirle
para qué
               estamos bien así
               tú     recién salida de la fragua
               yo con mi cabeza intacta
quién diría que mis manos desmenuzarían estrellas
     en la nieve    
pero aquí no hay nieve
apenas un collar de hueso    
la sonrisa eterna y deliciosa de los desposeídos
que infaman la calle con sus amores
      los chanates se pasean por mi jardín    
      reyes de un país donde los cuervos han enmudecido
      no logro entender su lenguaje
      algo sobre mujeres y decapitaciones:
                         todas unas putas
bajo las rocas arde
la risa solemne de los escarabajos
                                         –antes una flor blanquísima
                                           se deshojó entre mis labios–
ahora
voy perdiendo el ansia de volar
detesto mi reflejo
                        inútil geometría en un pozo de mercurio
pronto las ondas tomarán su curso
y mis niños seguirán sonriendo      
cosidos a la esperanza     
jalo hacia mi pecho el hilo de su alma
como Ariaghne
              pobre        pobrecilla                
              aguardando al amante
              que vendrá con sangre de toro en los puños                  
¡tantos siglos!
y las mujeres seguimos quedándonos dormidas a la orilla del océano


NUCIS

he hallado una nuez
muy cerca de mi casa    
entre guijarros que pulen la orilla del agua
                           pequeña y sola
autocontenida en su mundo
                                                            sola
como la falange en mi dedo meñique
se la he obsequiado a mi hijo
él la estrella contra el suelo y dice te acuerdas mami
     cuando partíamos nueces
     en nuestra otra casa      con un tubo rojo
     eran tan duras como ésta
     y también sabían a tierra
el aire nos traía noticias del desierto
lo cuervos llegaban a instalar su graznido en la ventana
pero no había nogales     ni mariposas
ningún lecho donde Heráclito soñara
lo veo claramente
ahora
que el sol se desliza por el puente San Antonio
y  el fruto seco se destroza
bajo el peso de un zapato
Performance: Ayotzinapa

LA VERDULERÍA DE LA ESQUINA

de pie junto
al muro que aísla mi calle del resto del cosmos
veo salir a los niños
hacia la mañana     el futuro sobre dos ruedas
y un hada madrina hermosa
pasan frente a la verdulería
donde los hombres cargan bultos llenos de tiempo
     cajas con algo parecido al amor
van disponiendo la verdura fresca
sobre un tapiz     
      las papas aquí     las lechugas allá
constelación de estrellas vegetales
a guisa de dios organizando un ajedrez magnífico
y yo
sobre el tejido roto de la realidad
devoro la radiación de risas (su destello)
esperando a que las mesas vuelvan a quedar vacías
a que el sol se haga negro
y nadie más emerja de este agujero
                              entonces mi cena estará lista
                              con un merengue de larvas

                                        del libro de su autoría: Gasterópodo
                                       (Al final publico más poesías de este libro)

 


ESBOZO BIOGRÁFICO:

Soy una mujer de mar, pero también soy una mujer de monte. Nací en Ciudad Madero, Tamaulipas el 27 de septiembre de 1978; crecí en Tantoyuca, Veracruz, y regresé a Tamaulipas antes de cumplir la mayoría de edad. Hija del Xochipitzahuatl y el zacahuil, mi niñez y adolescencia transcurrieron entre continuos viajes por la Huaxteca veracruzana y la tamaulipeca; entre los verdes lomeríos de la sierra y el crisol salitroso del Atlántico; entre el huapango, las leyendas de nahuales y la frescura de los ríos.
Desde pequeña me familiaricé con teenek y nahuas, los dos grupos étnicos que plenamente pueden identificarse como habitantes de la región huasteca. La música de su lenguaje, los colores de sus danzas y el sabor de su comida son inherentes a mi identidad. Soy de ascendencia nahua por vía materna. Mi abuela, Eusebia, y mi madre, Petra, son originarias de la comunidad de Tezizapa, municipio de Chicontepec, Veracruz.
En Tampico conocí a quien durante años fue mi mentora, mi mecenas y mi editora, la doctora en Letras Ana Elena Díaz Alejo, cuya amistad atesoro en el crisol más hermoso de mi existencia; del taller literario “Argos”, que ella impartía en su casa, emergimos distintos autores que hoy tenemos vuelos diversos. En 2012 me mudé a Monterrey, Nuevo León, donde radico actualmente.
 Maratón Literario Conarte
La poesía es lo que une mi alma fragmentada, escribo porque es inevitable. También hago ensayo, narrativa y dramaturgia. Mi otra pasión durante toda mi vida ha sido el dibujo, aunque en esto nunca he tomado clases formales. Trato constantemente de abrir nuevos canales de experimentación en el arte. Experimento con el videopoema y el performance. También soy editora. Gran parte de mi obra es de carácter confesional y, por tanto, mi biografía completa está dentro de mis poemas. Estos han evolucionado en el tiempo, desde una voz un tanto inocente y fincada en la tradición hasta una búsqueda que se inserta en la posmodernidad, con un marco cada vez más cotidiano. Soy madre de tres niños y uno de mis propósitos como escritora es integrar el arte a la vida, así ellos, mis hijos, tanto como mi esposo y otros hombres y mujeres que han compartido mi cotidianidad, forman parte de mi mitología personal, mi imaginario poético.


SEMBLANZA LITERARIA:

FORMACIÓN ACADÉMICA:
Licenciatura en psicología.

ESTÍMULOS:
Beca del Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes, 2010, con el proyecto Imágenes de la fertilidad: canciones al hijo del viento (poesía y ensayo), próximo a publicarse por esta institución.

LIBROS (POESÍA):
Gasterópodo,  Ediciones El Humo, 2014 .
Canciones de espinas, Ediciones Poetazos, 2014.
Nunca tuve la vocación de Ana Karenina, La Regia Cartonera, 2012.
Tiempo sin orillas, Voces de Barlovento Editores, 2009.

PLAQUETTE (POESÍA):
Crónica del silencio, Letras de Pasto Verde, 2009.

ANTOLOGÍAS (POESÍA / ENSAYO):
Ensayo panorámico de la literatura en Tamaulipas, ITCA, 2015.
La luna e i serpenti. Prima antologia di landai hispanoamericani, Progetto 7Lune, 2014
Verso Norte Bitácora de Voces 2011, UANL / PD, 2012.
Aquella voz que germina, retrosubjetiva de poesía tamaulipeca, Gobierno de Tamaulipas, 2010.
Memorias: Primer encuentro regional de mujeres poetas del noreste y quinto encuentro de mujeres poetas en Huejuquilla, Tintanueva ediciones, 2010.                       
Perros de agua, nuevas voces desde el sur de Tamaulipas, Ayuntamiento de Tampico / Miguel Ángel Porrúa, 2007.
Seis alaridos, Voces de Barlovento Editores, 2005.

REVISTAS (POESÍA, ENSAYO, NARRATIVA)
Armas y Letras, UANL, No. 82-83, 2014
La linterna mágica (nueva época), Revista independiente de arte y cultura, No. 1, 2, 3, 4, 2014
Arenas Blancas, Universidad Estatal de Nuevo México, 2010
Punto de partida, UNAM, No. 156, 2009
Saloma. Letras entre ríos, Voces de Barlovento Editores, Vol. 1 al 7, 2006-2008.
Mar con soroche, Intemperie Ediciones, No. 4, 2007
Síntoma, lo que todos padecemos, Proyecto beneficiado por el ITCA, 2006

PRENSA:
Columnista del periódico La Razón, de Tampico, de 2009 a inicios de 2016.

PUBLICACIONES DIGITALES:
Quinta plaquette di poesia Ispanoamericana 7Lune, 2015
http://blog.progetto7lune.it/2015/01/dalla-quinta-plaquette-di-poesia_30.html
El yo desmembrado, Zona no verbal, 2014
https://issuu.com/zonanoverbal/docs/el_yo_desmembrado_/1?e=13027629/9022028

TEATRO:
Restauración del Paraíso; Fotografía sin luz; La caricia de los tulipanes; Lilith o El Juicio de la Serpiente.


VIDEOPOEMAS
Rasgaduras; Estasis; Desmembramiento de los minutos.

ARTE VISUAL
Visibilizar: Autorretratos en los que se explora la relación entre el cuerpo, el yo y la maternidad.
El yo desmembrado, eBook de poesía visual. Zona no verbal, 2014.

FOROS LITERARIOS:
XXIV y XXV Feria Internacional del Libro de Monterrey (2014 - 2015).
Maratón literario, CONARTE (2013 - 2016).
I y II Festival Miradas paralelas, Comunidad de Escritoras del norte de México (2013 -2014).
II y IV Feria Universitaria del Libro UANLEER (2012, 2014).
IV Encuentro Nacional de Escritores Jóvenes, CONARTE (2012).
IV Ciclo de Poesía Verso Norte, UANL / PD (2011).
XIII Festival Internacional Tamaulipas (2011).
1er. y 2do. Encuentro de Mujeres Poetas del Noreste / V y VI Encuentro de Mujeres Poetas de Huejuquilla “Al filo del Poema”, Fondo Regional para la Cultura y la Artes del Noreste / Instituto Chihuahuense de Cultura (2010-2011).
I, II, III y V Encuentro de Escritores Los Santos Días de la Poesía (2009 - 2013).
México Joven, Asociación Cultural Polaco-Mexicana BOCIAN&NOPAL (2010).

EXPOSICIONES DE ARTES VISUALES
Matriarcas / MigrArte Postale / La donna Lupa; exposiciones itinerantes, colectivas, de arte latinoamericano en Venecia, Italia, Progetto 7Lune.


taller infantil
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Gasterópodo

Gasterópodo, Ediciones El Humo, 2014 (col. Ojo cautivo)
por Silvia Favaretto, poeta y promotora cultural italiana
publicado originalmente en Rivista di poesia 7 Lune

Desde la feminidad escribe Marisol Vera Guerra, no una feminidad tradicional sumisa, dulce y placentera, sino de la nueva feminidad del siglo XXI: una mujer que sabe exactamente cuál es su lugar (o sea cualquier lugar), cuál es su rol (un rol típicamente suyo porque ella lo ha elegido y no porque otros se lo hayan impuesto) y que no hay límites a su propia fuerza y energía, ni siquiera el amor que demasiadas veces nos condiciona, ni la muerte que sólo al dejarla nos limita.
El gasterópodo que titula este libro es la misma Marisol, con su casa a cuestas, erótico caracol vagabundo, porque su casa es ella misma y es la poesía quien le habita. Como ella y distintas de ella son las mujeres “que viven dentro de una casa/ esto puede parecer normal/ completamente lógico/ porque/ para eso sirven las casas/ para ser habitadas por Ellas”. Un mismo género, un mismo sufrimiento, un mismo amor controvertido las estruja entre las cuatro paredes domésticas, pero Marisol ha elegido otro camino, ha elegido la Libertad. Y para eso se ha convertido ella misma en su casa y en la casa de sus seres queridos. Ella, es habitada por un bebé. Ella misma es caparazón y alimento, refugio y custodio, envoltura y cobijo, envase y cueva. El hombre no tiene cabida –sino momentánea, sino utilizable, sino limitada al placer– adentro de esa casa, pues él construye sólo paredes frágiles, que se derrumban con una respiración: “el otro   animal sin concha llega a la mitad del día/ a vaciar la jarra de leche en el lavamanos/ a ensillar el caballo y a pulir las aldabas/ mientras Ellas abrazan las paredes como madreselvas/ soportando el peso exacto de la construcción”. La morada del cuerpo es el único lugar en el que puede descansar la conciencia, junto a la poesía: “el aire que sube por la tubería es su sangre/ livianita oscura tibia al menos/ hasta que la cáscara del tiempo se desgaja”.

La familia es esa casa que en la poesía de Marisol parece la natural prosecución de su propio cuerpo: “veo dormir a mis hijos/ pequeños guisantes blancos envueltos por la calma/ cíclica/ matemáticamente/ ensamblados al continente del cuerpo”.

Hay una identificación, en este libro, de la autora con un personaje mitológico del que a la vez reniega: Ariadna que aparece como símbolo de una mujer renegada perteneciente al pasado, pero que sigue dejando su lastre en la conciencia de muchas: “ahora/ voy perdiendo el ansia de volar/ detesto mi reflejo/ inútil geometría en un pozo de mercurio (...)  como Ariaghne/ pobre pobrecilla/ aguardando al amante/ que vendrá con sangre de toro en los puños/ ¡tantos siglos!/ y las mujeres seguimos quedándonos dormidas a la orilla del océano”.

Conmovedora, la presencia de sus hijos a lo largo de la obra (Marisol es joven madre de tres) y las escenas por ella dibujadas tan nítidamente (la poeta también hace arte visual) nos catapultan en su mundo íntimo, como cuando la mujer encuentra en el piso una nuez (“pequeña y sola autocontenida en su mundo sola”) haciéndonos percibir la autoidentificación de preñada con ese objeto natural, y la salvadora y despreocupada reacción del hijo que al recibir la nuez en regalo la rompe en el suelo regalándole a su madre un recuerdo: “se la he obsequiado a mi hijo/ ella estrella contra el suelo y dice te acuerdas mami/ cuando partíamos nueces/ en nuestra otra casa      con un tubo rojo/   eran tan duras como ésta”. El niño de su poema relato, igual que nuestros hijos, custodio de la memoria, capaz demostrarnos el lado de la vida merecedor de ser vivido, alejándonos de la tragedia, simplemente siguiendo para adelante con levedad.

Pero Ariadna y los propios hijos de Marisol no son los únicos personajes que pueblan el cuerpo-libro-casa de la autora. Hay algunos referentes cultos a los que alude a lo largo de la obra (Heráclito, Yeats, Blake) y quiero destacar aquí a Sor Juana Inés de la Cruz, por ejemplo, celebérrima monja mexicana del siglo XVII que se entregó a la vida monástica para tener la oportunidad de estudiar y no terminar su vida en esa otra jaula que era, en ese tiempo, la vida familiar de una mujer. Marisol apostrofa directamente a Juana, “ínclita viajera de los sueños”:“quién sería / mi confesor    en aquel claustro/ si hubiésemos dormido abrazadas el hábito”.

El caracol que Marisol lleva encima es un vértigo que todo lo atrae y desde su centro aúlla: “yo/ soy un mapa un grito/ lluvia espiral que vuelve al centro de su sobresalto”.

Es una mujer que ha probado del sabor amargo de la vida, Marisol, y que sin embargo sigue mordiendo esa leche envenenada que alimenta la poesía “porque la realidad no existe es una mera palabra/  para cubrir esos incómodos huecos en el pensamiento/ dejados por dios al concluir su obra”. Y la obra de la escritora mexicana se concluye, en cambio, con el relato (en forma de poema y también de texto teatral) de lo que es el extraordinario, espantoso y milagroso momento de dar a luz otro ser humano: “no hay lluvia esta mañana/ sólo un ulular de vidrio en/ mi corazón/ largo pasillo donde las mujeres/ sangran/ como flores”. La poeta-mujer se hace uno con la naturaleza-creación: “el graznido de los cuervos al zurcir el tiempo/ ese minuto insano y triste que devora/ un poema entre la hierba/ donde las mariposas sueñan que son Yo soñándolas” y más aún en la pieza teatral: “¿Es éste el rostro de una mujer encinta? / Algo tiembla, aquí dentro, y no logro definir/ si es un grito o un anfibio.”  Un libro escrito con rasgaduras en la piel, esto de Marisol Vera Guerra, tan hambriento de verdad, y tan rebosante de amor por la vida. 

 retrato por Argelia Padilla
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La pérdida y el exorcismo

Nunca tuve la vocación de Ana Karenina
La Regia Cartonera, 2012
por Gabriela Cantú Westendarp, escritora regiomontana


Nunca tuve la vocación de Ana Karenina de Marisol Vera Guerra (La Regia Cartonera, 2012) se divide en dos partes: “Horizontes” y “Detrás de la piel rota”.  En cuanto a la forma, los poemas están escritos en versos de diferentes extensiones que se encadenan formando un ritmo que depende de la tensión misma del contenido. El tono obliga al corte de verso, al uso de guiones o al recurso de las sangrías. Finalmente, fondo y forma son uno solo. Pero hablemos de la temática que predomina y del tono que constituye el universo.
Uno de los hilos conductores del libro es la maternidad; a mi parecer es incluso el más fuerte. El poema que abre el libro es el que le da nombre “Nunca tuve la vocación de Ana Karenina”. El texto podría ser leído como un homenaje a la novela de León Tolstoi. Y en efecto es un homenaje, es también una pieza que despliega la paradoja que representa la maternidad. Pues si bien la maternidad, como dice Lou Andreas-Salomé, es un acto permanente de vida, conlleva una porción de pérdida. No se puede conquistar un reino sin perder otro.
Cito:
          Esta mañana dejé la juventud en casa
          colgando de una percha

Más adelante dice: 
          Ahora soy una mujer con estrías y leche en los pezones
          una mano que se acerca al cristal del sueño

Esta voz de una madre describe su desgaste en cuerpo y alma, un desgaste que es pérdida, pero también ganancia, se gana experiencia, crecimiento espiritual. Dar vida la compromete a dar la batalla y paradójicamente la acerca a la muerte. La compromete a no convertirse en material para la nota roja. Dar vida le genera un peso cuya carga agota y la lanza al desasosiego, pero sin la cual no tendría razones para vivir, o lo que es lo mismo, para escribir.
Cito:
          …es difícil saberlo con un niño en brazos
          las llantas del coche ancladas a la vía

Más adelante dice:
          como un ave así sería
          dejar este mundo
                              pero no

El escenario tolstoyano del primer poema se entreteje con el puerto de Altamira y de Tampico. Los poemas subsecuentes siguen desarrollando la dicotomía ganancia-pérdida en el fenómeno de la maternidad. La ciudad toma mayor presencia. El puerto con sus calles, sus tiendas de conveniencia, con sus índices delictivos y la fuerza de su mar. La ciudad hogar, la ciudad madre. La ciudad costera como gestora de vida, pero también de muerte (de nuevo la pérdida).
Cito:
          Hace un año colgaron aquí dos cadáveres
          una mujer      un hombre 
          las cabezas cubiertas por una sombra
          aún hiede su sangre pastosa
          humus    pólvora   mantequilla derretida

Me parece que, de manera muy sutil, la voz hace una analogía entre el cuerpo de la madre y la ciudad. Nos presenta la crudeza de la realidad: la muerte que nunca deja a la vida, ese círculo que gira y gira. La ciudad y la madre que no sólo generan vida. Nos presenta el horror de la ciudad cuyos habitantes pueden mutilar un cuerpo o colgarlo en uno de sus puentes. Y una madre cuyo cuerpo ahora tiene el vientre vacío y la piel maltratada.
Cito:
          Hazme nacer tulipanes en el pecho
           cantar en lo hondo de mi tumba
           …
           leche o tempestad

En otro poema dice:   
          Un ave acicalándose
                                   en la barandilla
           (su extraño resplandor)
           recoge tus plegarias: Tampico es una palabra oscura

La voz de la madre también llora la ausencia del padre. La pérdida se hace más grande.
Cito:
          Si vieras, mi amor, la gotera
          que se ha hecho en el baño
          la cicatriz de mi ojo a medio sellarse (o abrirse, es lo mismo)
          …
          El nene ya no moja las sábanas
          ayer preguntó por ti cuando veníamos por el puente
          mataron a dos     escuché en la ruta
          es cosa del diario
        
De este fragmento se desprende esta imagen de la madre educando y queriendo sola a su hijo, atendiendo los asuntos domésticos y las heridas. Al mismo tiempo nos ofrece la presencia de un sueño, o una serie de sueños no alcanzados. Este elemento está presente en todo el libro, por lo
menos, en la primera parte de manera más contundente. Se podría decir que es otro de los hilos conductores. Entre más alta la subida más fuerte la caída. La idealización del amor, los sueños que se construyen alrededor del amor, que dicho sea de paso, también pueden ser en parte premoniciones, cuando se sopesan con la realidad, por lo general no empatan, o empatan de una manera distinta e incomprensible. Hay pues un extrañamiento, un pesimismo ante el universo que nos presenta Vera Guerra. Hay cierto grado de decepción.
Concluyo con lo siguiente.  Este libro es un libro que consigna una serie de pérdidas. Ante esto la voz parece decir o decirse, me refiero a la segunda parte, que para seguir adelante, para superar las pérdidas, es necesario olvidar, incluso guardar silencio. Cito: “¡Olvida!, es la consigna”. Sin embargo más adelante se contradice y reconoce que en la palabra está la recuperación de la memoria, me atrevo a decir que también una suerte de exorcismo.  
Cito:
          El libro como animal vivo, enjaulado entre las miradas
           el polvo      la exactitud de los espacios en blanco

Cito otro fragmento:
           El verso
           es mi impostura –lo que se derrumba
           y nace
          cubierto de vocablos
*******************

Nunca tuve la vocación de Ana Karenina – Marisol Vera Guerra

Por Federica Volpe
(Traduzione di Tania Gibertini)
Marisol Vera Guerra nos explica muy bien su manera de escribir en la poesía- definición Poyesis: “El verso / es mi impostura –lo que se derrumba / y nace / cubierto de vocablos”.
El nacimiento, presente en este poema, es un elemento importante en toda la poética de la autora, quien a menudo lo menciona con relación a la muerte o lo trata, en cambio, como único medio de salvación a esa (“Apenas esta vaga sensación / el cuerpo tibio de mi hijo // lo blanco  el herrumbre  después del solsticio la media luna // como un ave así sería / dejar este mundo // pero no”).
Lo de ser madre (Ahora soy una mujer con estrías y leche en los pezones) se convierte en una característica no sólo adquirida, sino de identidad (Soy madre tuya / porque el agua de la vida entró en mi cuerpo // ahora / vuelvo a gestarme en tu vasija de hombre) que da comienzo a un imperecedero lazo con el vacío: Nadie me enseñó a sostener un vientre vacío.
En este trabajo la poeta mexicana sintetiza una voz que es racional e irracional, felina y bípeda al mismo tiempo. Su manera de hablar y percibir el entorno son a menudo sensoriales y se encomienda mucho a la naturaleza y al mundo de los animales para expresarse: Aun las hienas de la estepa lloran / cuando el acero corta su pecho húmedo y caliente // manada de agujeros negros / se traga las estrellas // brota una semilla / nueva y reluciente como el odio / es el invierno / dirán las aves / en su lecho de corazones congelados.
Guerra se confía a lo que está acreditado, probado, para encontrar una respuesta a las dudas que la vida le presenta:  …leí alguna vez que el oxígeno es en realidad un veneno // Las moléculas no saben de pudores / toman energía del vacío / y lanzan chorros de luz hacia mis manos. Incluso en estas ocasiones el resultado es más coherente con su propria  razón interior.
Su ser totalmente mujer no le impide, en todo caso, cultivar una relación especial con la parte más instintiva del carácter del hombre como en esta poesía en la que, referiéndose a sus gatos, Marisol habla de sí misma en clave animal: Son las seis de la mañana y voy hacia la puerta, / llevo un tazón de leche fresca para mis gatos, gordos y perezosos. /Nadie me ve salir, ni afilarme las uñas. / Pronto desollaré a la gallina que hierve en el caldero.
Estas y muchas más son las sugerencias que Nunca tuve la vocación de Ana Karenina nos puede regalar, en la voz femenina y casi mágica de esta poeta que hace música con su verso que nace cubierto de vocablos.

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                                                                     Tiempo sin orillas

Tiempo sin orillas, Voces de Barlovento, 2009
por Lourdes Franco, Instituto de investigaciones filológicas, UNAM

Poesía de orígenes oscuros y calientes; identidad sangrante fincada en el amor. voz que busca, frenética, en el mundo cordial de las sensaciones: recuerdos que se palpan, que se intuyen, que se inventan a partir del olor animal de la casta, la semilla, el hálito primigenio con nombre de mujer -Eusebia- y huesos de fantasma y lágrimas perdidas en la sombra.

"Arriar memorias en el viento" parece ser la consigna de un espíritu que se descubre en los latidos de un mundo de marismas y huapangos, entre historias de amor y de silencios; un mundo resurrecto en, por y a partir de la Poesía, la auténtica, la escrita con mayúscula, la eterna.
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Tiempo sin orillas

Tiempo sin orillas, Voces de Barlovento, 2009
por Eduardo Uribe, escritor de la Ciudad de México


En los poemas de Marisol Vera hay un ímpetu por situar las cosas en el tiempo. Curiosamente, sus poemas refieren un tiempo que quiere escapar de la visión lineal y de los límites con que se expresa tradicionalmente, sobre todo cuando se incluye dentro de un esquema que tiene principio y fin. El título, Tiempo sin orillas, parece dejárnoslo claro. Se trata, por lo tanto, de un tiempo que se distingue de la historia, que se construye aparte, en su propio relato. La estrategia más simple para encontrar ese tiempo sin orillas en los poemas de Marisol sería identificarlo con la eternidad. Sin embargo, desde mi punto de vista, esto sería un reduccionismo. Mi propuesta es que este tiempo sin orillas es, más bien, una subjetivación extrema del tiempo, o dicho en otras palabras una “apropiación” del tiempo. Una forma de situarse frente a lo vivido, de reunir lo presente con el pasado y poder afirmar, mediante el lenguaje poético, esta historia es mía.

A menos que haya una continuidad clara o anunciada en un libro de poemas, es difícil distinguir si el acomodo de los textos corresponde a un orden específico, o si se trata de una disposición más o menos arbitraria —del autor o del editor. En el caso de Marisol Vera se trata de una continuidad. Escondida o apenas sugerida, pero continuidad a final de cuentas, que permite que este relato se cuente desde su propio tiempo. A manera de prólogo, el libro comienza con una invocación, tres frases con variaciones que introducen el tono de una letanía. De inmediato, la invocación establece una imagen en que se recrea lo mirado y la mirada. Y lo mirado es una ausencia, la abuela Eusebia, a quien el poema le da voz, risa, vivencias. Se trata, por lo tanto, de una recuperación, de una evocación de cuerpo entero, que adquiere presencia con el lenguaje. En esta presencia, recobrada no sin nostalgia, se confunden lo maternal, lo divino, lo ancestral. Una fusión que replantea el símbolo de la madre tierra. Lo cual no quiere decir que el trabajo de Marisol Vera se limite a un juego con los arquetipos, o con formas simbólicas, cuyos valores parecen evidentes dentro de la cultura. Hay algo más. Lo maternal, lo divino, lo ancestral establecen una noción de origen, un comienzo, un venir de. Quizá es en esta aclaración de principios donde radica la mayor fuerza evocativa de Marisol, ya que al traer a cuenta lo pasado lo sitúa como el origen propio. De allí que la presencia de la abuela se confunda con la madre, otra figura materna, y que a partir de ellas se dé la configuración de un mundo vivido, el mundo de la poeta. Así, este tiempo sin orillas es también el fluir de la memoria, es una recopilación de voces familiares, una forma de poner en claro la relación entre el lenguaje y los afectos. Me gusta y me interesa pensar en la poesía como un trabajo con el lenguaje, y no sólo con la lengua, como algunos la entienden, ya que si reducimos la poesía a la lengua abrimos la puerta a que pase como poética toda alteración de la sintaxis, los juegos verbales, los arcaísmos, etc... Me interesa más un trabajo con el lenguaje que rebasa las categorías de la lengua, y sobre todo cuando la relación entre el lenguaje y los afectos dan lugar a un poema y con ello a una nueva forma de vida. Me parece que esto se hace visible en un texto como “Memorial de inocencia”:

Florece mi tallo, de mi vena encendida,
la voz de mis abuelos.
Invento la mano, el vientre, la sonrisa.
Música de nombres.
El faldellín de cerros pulsa una mirada antigua.


Papatla, metate y maíz, viven aquí.
Zapotes tiernos como mujeres asoleadas,
caminos olorosos a esperanza y sudor.

Es verdad que prima la descripción, la apertura a lo narrativo y con ello a la enumeración y la adjetivación para establecer las imágenes. Pero también es cierto que hay una invención afectiva de la mirada que va al reencuentro con un pasado.

Aunque en “Flor y canto para Eusebia” hay versos en que se establece una oposición entre cultura y naturaleza, y con ello una revitalización del mito de la inocencia, son mayores los momentos en que, mediante el lenguaje, se pone en juego una relación íntima con la naturaleza. Muchos, y cálidos, son los poemas en que incluso podría decirse que la naturaleza “habla”, como en “El arroyo azul”. Aquí hay una identificación entre naturaleza y vida, de tal manera que el paisaje se vive a través del poema. En particular el paisaje vivido, con un valor pasado que hace del poema una evocación confrontada con el presente.

Es curioso que después de esta sucesión de presencias maternas haya una figura paterna. La imagen está revestida de fantasmas, y su presencia, como con la de abuela, se manifiesta a partir de un juego de miradas. De miradas y cicatrices. Es en este momento, que por decirlo de una manera, se completan los comienzos. Una génesis personal.

Celebración o búsqueda del origen, la distinción en este Tiempo sin orillas se vuelve difícil, de la misma manera en que se dificulta reconocer la distinción entre la conciliación y la nostalgia de los comienzos. Queda la duda del pasado, lo vivido resulta ajeno, y así, un intento por traerlo a cuenta, recordarlo, es por fuerza una “Invención de los recuerdos”. Una identificación a medias consigo misma, que acaba en fingimiento de la existencia. Al mismo tiempo, esta búsqueda o celebración del origen se vuelve una afirmación radical del yo, un yo plural hecho con los seres en torno, con el mundo. Como cuando Marisol afirma en “Estigmas”:

Soy la anciana gorda y solitaria que dio a mi madre
un plato de sopa hace cuarenta años,
soy también esa sopa
y el cordero que hirvió dentro del cazo,
y la mina donde nació el cobre de ese cazo,
y el minero ciego que se reventó los pulmones en la tiniebla.

Se necesita recorrer o, mejor inventar, todo este tiempo sin orillas, para llegar a este poder de afirmación del poema, de la vida.

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Tiempo sin orillas

Tiempo sin orillas, Voces de Barlovento, 2009
por Alixia Mexa, poeta de Ciudad Jiménez, Chihuahua
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Predicar bajo la razón de que la existencia precede a la esencia, filosofía del Existencialismo de Gabriel Marcel, es una autentificación de esta poesía que se plasma en cordialidad con la encarnación misma del objeto, es decir, lo esencial permanece, aparece, sea cual sea la forma, en el tiempo sin orillas, sin manecillas, sin medidas, sin granos de arena.

Un ciclo aparentemente frío, desde la bidimensional formula ser, hacer, pero… ¿qué se hace, finalmente, con la existencia?

Ontológicamente se revierten los versos hacia un dilema no escrito, hacia unas palabras asequibles, condicionadas a una raíz húmeda que sostiene el caos y el orden del universo, si acaso se toma como entidad existente. ¿Porque acaso son los ojos, es la inteligencia, es la profundidad verdaderamente algo perteneciente a Marisol, a sus manos, a sus actos? Evidentemente, ahora todo le pertenece a ella, a nadie más; es ella y su gran camino recorrido por el cosmos del universo, que, en su gran generosidad, nos comparte.

Bajo la premisa de identidad que todos alguna vez buscamos en el camino del infinito, se esboza la raíz de un personaje legítimo, de un ser solar indescriptible, pero en ese género de luz se humedece su esencia con la presencia de lo invisible, de lo no táctil: Los caminos se llenan de fantasmas / en las carnes de otro tiempo, / y entre tumbas memoriosas, yo soy uno de ellos.

Es una disección del espacio que lo vuelve atemporal, habitable en cierta época.

El tiempo de Marisol es un tiempo que por cualquier circunstancia ya signó todos los caminos, porque vuelve a tropezar con la vida aparentemente ya vivida, porque… como apunta Gabriel García Márquez: “La Vida no es lo que uno vive, sino lo que uno recuerda”.

Con toda la agudeza de sus líneas, matizadas de una espectacular frescura, juega a decir que ama la vida, que ama su pasado, que ama su sombra, que ama sus recuerdos… lo que fue, es y será lo ama exuberantemente:
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En mis manos corre sangre verde como el musgo,
Sangre salvaje como nenúfar amazonio,
Sangre de todas las razas como prisma terreno,
sangre de todos los pueblos,
todas las juventudes y ocasos.
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Sensaciones de un antes y un después en el universo, en todas las formas, en todas las esencias de los ríos de las eras, en esa transformación a través de una magistral regresión a través de la conciencia… del olor a la vida, con los ojos situados en un malecón al margen de los mares, de los desiertos, de las montañas, de las selvas, de los volcanes, desde donde se origina su sensibilidad y profundidad creadora: “Todo fueme revelado, antes que tuviese rostro la palabra”. No hay necesidad de agregar más.
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Comentario sobre la obra poética de Marisol Vera por Orlando Ortiz, investigador y compilador del Ensayo panorámico de la literatura en Tamaulipas , ITCA, 2015:
Marisol es la poeta de la intensidad y el desgarramiento afectivo. El tono de sus poemas la aproxima a un ascetismo muy particular, porque al mismo tiempo está cargado de una carnalidad humana no precisamente erótica.


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Link para leer en mi blog la reseña del libro "Canciones de espinas"



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De Gasterópodo:

TÉLECLITORIDIENNES

Ella tiene una mano atornillada
al final del brazo derecho
como la tuvieron su madre y su abuela
diríase la misma envergadura
casi ocho centímetros 
al recorrer los cielos espumosos del placer
sobre un campo de perlas y matorrales negros

Ella alza la mano
y saluda al infinito con cinco alas de cobre
     tan espléndida va
     que no la alcanzan al vuelo las miradas
     del exhausto pescador
     echado junto al muelle
BREVE TRATADO SOBRE EL AMOR

yo amé a un hombre
lo amé con la dulzura de ciertas flores silvestres
de esas que crecen por la orilla de los caminos
     donde la inocencia
     guarda todavía secretos a los viajeros
y lo abracé
con mis alas enhiestas
de águila en desbandada
lo amé tanto      de veras tanto
que un buen día me clavé alfileres en los ojos
     para ver lo que él veía
me agujereé los calcañales
     para sentir el hervor de la tierra y sus relámpagos
y vi que su palabra era fuego
y me volví arena en sus brazos
y me dormí en el vientre de una roca
al despertar
yo era una planta con espinas
y el hombre que amaba tanto
mordía los brotes de mis pies
convertido en perro
ese animal noble que nos cuida pero también enloquece
demasiada luna llena dirán a su favor
dos o tres magos     
             excavadores de ruinas
aquellos que han patentado la demencia
y han escrito extensos tratados
     sobre las pasiones   
mi raíz tenía ponzoña no voy a negarlo
ahora que estoy de pie junto a su cama
viéndole escupir esta babaza
blanca y tibia como la leche
LA MUJER QUE SE GASTÓ AL CAMINAR

ella es la mujer que echó sus perlas al océano
cuando el reflejo en los barcos de plata
              se hundió

ella venía caminando sobre el agua
como un pez recién evolucionado
y sonreía al crepitar lluvias bárbaras
                              detrás de su nuca
tenía las manos sucias y la boca llena de gusanos
porque había estado enterrada
novecientos días bajo los rostros del tiempo

ella iba diciendo adiós a los pescadores
con una mano blanquísima en el muelle
y cinco fractales rojos     al viento
                  ladraban los recuerdos
                  con sus hocicos de arena


CARTA  A JUANA INÉS

quién sería
mi confesor    en aquel claustro
si hubiésemos dormido abrazadas el hábito
        cayendo por tus muslos
        en himnos de virginidad    pero
no importa eso
ni la luz escanciada como un vino
en
tus manos lo que apunto es la osadía
por conocerlo todo
brincar escalones metafísicos
hasta la geometría de dios
rayar tu nombre en mis cuadernos
ínclita viajera de los sueños
                 alma
suspendida en su derrota
funesta de la tierra     dices
mientras corto el hilo de mi sombra
DEPREDACIÓN

tal vez
habría leído a Yeats
aquella tarde pero no hay espacio al invocar
fantasmas dices
que el romanticismo es un cerrojo
por el que no nos cabe el alma
si apenas
dejaste la blancura de las novias
las que arrebolan el cielo con canturreos de pájaro
en busca de su amado
un árbol      acertijo de cristales
me
     llevas de la mano
     al viento
(como sí)     no hay sílabas errantes
ni cantatas
sólo un eco
que traduce
que reduce el infinito
                   a dúctiles esferas
y adentro
     mi voz niña     voz abeja    
    danza en las fauces carnívoras de Venus
VOYEUR

por la media luna de la puerta
Ella ve al hombre
restregar minutos en la palma de su mano
sobre el azulejo danza una muchacha      
     alguna vez      estuvo
     de aquel lado
     arrancándole velos al insomnio
     dejándose atrapar
     en las redes blanquiazules del amor
     entonces pudo haber echado
     mieles
     por la boca
     hasta quedar vacía
     pero le hizo caso al hada:
          llegará tu príncipe a follar contigo
          y aunque la media noche te rebase
          no se acabará el encanto
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Muchas gracias Marisol !!!



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