lunes, 12 de octubre de 2015

MAR MONITILLA, española, licenciada en Psicología y escritora

Conocí a Mar Montilla hace unos meses, cuando presenté mi libro en Barcelona. 
Unas semanas después coincidimos en una reunión literaria. Allí me comentó que, la mía, le había parecido una presentación muy original. Se reía con simpatía de mis ocurrencias.
También coincidimos en ser enamoradas de Marruecos. Las dos habíamos hecho un viaje y escrito una historia, ambas ambientadas en este país. Pero ella había ido más allá que yo, escribió no solo un cuento, sino una novela.
Más tarde nos encontramos en otra presentación en una librería, en Arenas (una antigua plaza de toros, hoy un importante centro comercial en Barcelona), una amiga en común nos invitó. Allí conocí a su esposo marroquí y entendí su pasión.

Me invitó a la presentación de su libro:. “Pasión en Marrakesh”, en Cataluña con la participación de varios escritores, la concejala de Corrella y amigos. Un bonito evento que me llena de alegría por mi amiga Mar, por la literatura y por la amistad entre artistas catalanes y mi persona, que va creciendo.
Ahora, que tengo un ejemplar de su novela y, realmente cimbra en mis manos, me parece que danza al compás de la música sugerente de aquel país, me insta a leerlo, he de sumergirme a ese exótico- erótico relato, sé que lo gozaré, para ello tengo este texto que se presta a deleitarme:


“Cuando llegué a la habitación de Otman comprendí por qué nos habíamos citado en esa y no en la mía. Abrió la puerta despacio y, con un gesto de su mano, me invitó a pasar. Penetré con sigilo y obedecí a su sugerencia de descalzarme. Era mucho más amplia y espaciosa que la mía, y olía a una mezcla de hierbabuena e incienso. La cama estaba al fondo y no tenía patas, o tal vez se trataba de un simple colchón, aunque vestido y adornado con su colcha roja y negra, y sus almohadones cilíndricos, del mismo color. El suelo estaba cubierto en su totalidad por alfombras y cojines de tonos calientes: granate, rosa fucsia, naranja… Paredes pintadas de lila, y una luz tenue. Otman estaba descalzo. Iba cubierto, del cuello a los tobillos, por una blanca chilaba, y adiviné su cuerpo desnudo bajo esa prenda. Se notaba que acababa de ducharse, olía muy bien. No llevaba el turbante y se había peinado el cabello, aún mojado, hacia atrás.
Por mi parte, yo también me había esmerado como nunca en mi acicalamiento personal. A falta de la posibilidad de tomar un baño de espuma, me rocié de arriba abajo con agua de rosas. La había comprado en Fez, en un puesto en el que vendían todo tipo de productos cosméticos a unos precios increíbles. Por lo visto, el agua de rosas y el aceite de almendras son dos de los principales secretos de belleza de la mujer marroquí. Solía llevar el cabello recogido en cola de caballo, pero esta vez, decidí dejarlo suelto. Aunque lo tengo tan liso y fino que jamás se encrespa, lo cepillé a conciencia, hasta hacerlo brillar. Después de revolver mi maleta, desnuda, tratando de decidir qué ponerme, opté yo también por una especie de túnica violeta que lucía unos ornamentos egipcios. Amplia y medio transparente. No me puse nada debajo y me pareció que quedaba de lo más sugerente. Sabía que la ropa me iba a durar poco rato puesta, aun así, deseaba causarle buena impresión, seducirle, provocarle... Una extraña sensación se alojaba en mis entrañas. En mis cuarenta y muchos años de existencia jamás había experimentado nada igual. Recordé varios episodios de mi pasado. Hice un recorrido mental de lo que había significado para mí el sexo hasta ese momento y la única palabra que se me ocurrió para definirlo fue: decepción. Tan sólo evocaba con algo de cariño y simpatía los revolcones con mi primo Álvaro y la irresistible excitación que me provocaba la voz de aquel sacerdote con el que me confesaba en mi época de numeraria. De la vida íntima conyugal que pasé con Víctor no valía la pena ni acordarse. Y las veladas con Asier en las que él casi lloraba de emoción y yo me aburría fingiendo el orgasmo… sólo podían calificarse de soberanamente tediosas. Eso había sido mi vida sexual hasta llegar a Otman.
Se sentó en el suelo con las piernas cruzadas y me instó a hacer lo propio. A su lado reposaba una bandeja con una humeante tetera y un par de vasitos. Llenó uno de los vasos dejando caer el chorro desde muy arriba. Después el otro. A continuación levantó la tapa de la tetera e introdujo de nuevo el contenido de los vasos en el recipiente. Me explicó que se hacía así, según la costumbre. La segunda vez que los llenó fue la definitiva. Me ofreció dátiles, almendras y un sabroso dulce relleno de trocitos de pistacho y miel. Me sorprendió su ceremoniosa forma de cortejarme. Apenas hablábamos, pero intercambiábamos unas miradas capaces de derretir la Antártida.”
Amigos en presentación de su libro


BIOGRAFÍA



Mar Montilla es licenciada en Psicología por la Universidad de Barcelona, y reside en esa misma ciudad que la vio nacer en 1967. Escribe desde los doce años y esa faceta suya (su verdadera vocación) ha ido ganando terreno con el paso del tiempo, a pesar de seguir ejerciendo como psicóloga. 
Es la autora de dos novelas: Pasión en Marrakech (publicada por Tombooktu Erótica, en octubre de 2013); y Los ojos de Saïd (romántica, 2010). Me separé, aunque le amaba demasiado (auto-ayuda, 2004) es el primer libro que escribió y la segunda de sus obras que ve la luz.
En la actualidad trabaja ya en un nuevo proyecto literario.


OPINIONES SOBRE “PASION EN MARRAKECH”

"...Una lectura cautivadora y atrayente donde viajar es un placer para los sentidos de lo más exótico y excitante, te atrapa hasta el final y la recomiendo totalmente, la aventura te hace sentir y soñar en unos paisajes increíbles donde los momentos son inolvidables..."
"Una novela muy bien escrita, la pluma de la autora es realmente excelente. No dejes de leerla porque en esta historia no sólo encontrarás amor y erotismo. Aprenderás a saborear, oler, degustar Marruecos y cada uno de sus exóticos lugares. Hasta aprenderás a hacer un buen té..."
"Novela catalogada como erótica, Pasión en Marrakech es un libro ágil y bien narrado con una misión muy clara: despertar los sentidos a las lectoras a través de las sensaciones de Edurne, la protagonista de esta novela, que un día decide emprender sola unas vacaciones a la exótica Marrakech. De capítulos cortos y dinámicos y con una prosa explícita y elegante, Mar Montilla relata a través de su personaje principal y en primera persona, las vivencias, sentimientos y la profunda transformación de una mujer en la edad madura, durante un viaje plagado de encuentros eróticos y de sueños muy sensuales..."



COMENTARIOS de LECTORES:

"...La autora, Mar Montilla era una desconocida para mi hasta ahora, y debo decir que ha sido una grata revelación, pues el libro me ha cautivado desde el principio. La historia se desarrolla entre España y Marruecos, pero el jugo de la misma está por completo en Marruecos. Con gran precisión y una maravillosa descripción, página tras página nos introduce la protagonista, Edurne en la geografía de dicho país. Desde Marrakech, pasando por Casablanca, Fez, Esauria, las dunas del desierto, el amanecer...., un despliegue de descripción a cada paso que da en su viaje, desde el paisaje, a la comida, al ambiente..." GLACE.

"Me parece excelente. Para mí, uno de sus puntos fuertes -que tiene muchos- es que, a diferencia de lo que suelen ser las novelas eróticas (que normalmente son eróticas y nada más) muestra a un personaje -Edurne- dotado de mucha profundidad. El aspecto erótico es una más de las muchas facetas de su protagonista, y tal vez no es el más importante. Además de una contumaz hedonista, Edurne es una mujer emotiva que, a medida que madura, reniega de su pasado de niña rica rodeada de personas superficiales. Al llegar al final... casi me han dado ganas de aplaudir." FRANCESC ROVIRA LLACUNA.


Mar Montilla y Francesc Rovira Llacuna, escritor y profesor.

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