domingo, 15 de octubre de 2017

Jesús Alvarez Pedraza, cubano en Miami, poeta.

A LAS DIEZ

A Las diez cuando cruza la tristeza
y la noche en la voz se me resbala,
el silencio del cuarto pierde un ala
y la luz de mi lámpara bosteza.
A las diez cuando dejo mi cabeza
en el búcaro ronco de la sala,
la angustia que se aburre de ser mala
se esconde en el espejo cuando reza.
Y a las diez cuando sangra en esta historia
el aroma temprano de tu pecho,
la mirada que suda aquí en el techo
me lanza en un asombro destejido
sobre un ave que vuela hacia el olvido
a posarse otra vez en tu memoria.

                                     Jesús Alvarez Pedraza

Sobre Jesús Alvarez Pedraza

Hay poetas que sólo se pueden apreciar y definir por su propia palabra. Y el poeta cubano Jesús Alvarez Pedraza es uno de ellos. Me lo acaban de presentar y debo admitir que mi amiga tiene razón: “es un poetazo”
Sencillamente me enamoraron sus versos y, por ello mismo, no necesito decir mucho sobre ellos, más que nada mostrarlos, agradecer a Lázara me llevara hasta su poesía y a Jesús que me permitiera disfrutarlos, como sé que lo harán todos quienes lean esta selección.
Los dejo con parte de su obra para compartir la belleza que nos pinta el alma con poesía.

                                     Mónica Ivulich


PADRE PUEBLO

Cuando mis hijos duermen
me pongo los zapatos de la noche, 
perforo el silencio de una isla 
y guardo allí el reloj más antiguo de mi pecho
para que no descubran como es el alma de un poeta.
Cuando ellos duermen,
abro una ventana que casi no conozco,
y mientras tiro a este patio
huérfano de perros y palomas,
una taza de tristeza,
pienso en ti Padre Pueblo 
que vives en el búcaro de la memoria 
donde todavía existe una mujer arropada de otoño
que se esconde de los aires
tras la ventana rubia de los días. 
Anoche soñé contigo Padre Pueblo,
que iba a besarte, que entré por tu pecho ancho,
que te llevaba en mi hombro con tus cruces en la memoria, 
mientras en los portales, se amaban los labios de la juventud, 
y Cantinflas y Chaplin
desbordaban de risa la boca de mi cine.
¡Oh, cine mío! parado como un dios insomne frente al parque
donde sudó la infancia sus pantalones cortos.
Cuando mis hijos duermen,
camino por calles y recuerdos,
por el olor de la panadería 
en aquel diciembre largo y húmedo 
que me hizo un castillo de amor en la sangre. 
Ayer soñé contigo, Padre Pueblo,
y se están cansando los zapatos de la noche.
Si supieras cuánto me dueles
en el cielo más lejano de la garganta,
y hay un presagio de tempestades 
en las cicatrices del único árbol 
que tengo sembrado en la frente 
junto a mis sandalias de madera
las que hablaban con sus raíces. 
¿Te acuerdas, Padre Pueblo?
Andan por el polvo del ayer todavía.
Ahora dime, ¿qué hago descalzo y mudo, ciego entre tantas espinas?
Ahora dime, ¿qué hago, qué hago Padre Pueblo,
qué estás en el horizonte de mis ojos?
                                          Jesús Alvarez Pedraza




ALGUNAS RESPUESTAS A MIS PREGUNTAS:

Comencé a escribir a los 35 años. Aunque hay un antecedente, un poema cuando tenía 17 años.
Vivo con mi familia y son mis cómplices literarios, tal vez soñadores como yo.

Me siento influenciado por los poetas clásicos cubanos y sobre todo por los españoles Ejemplo: Federico García Lorca.

Es fácil darse cuenta que el amor en todas sus manifestaciones está presente en mi poesía.

He escrito: Décimas, sonetos y versos libres.

prefiero el silencio, como única orquesta para invocar a la poesía.

Ahora que me preguntas:
   Me gustaría escribir una novela, sobre mi vida.

Después de publicar por primera vez, me sentí más aliviado.
Recomiendo para publicar un libro que lo pulan, lo trabajen mucho, y le tengan fe.

Para vivir prefiero mi pueblo el que me vio nacer.

Si pudiera, cambiaría tal vez la humanidad, pienso que necesita
sensibilidad, enriquecer sus gustos, para puedan apreciar las bellezas que nos habitan.



EN LA BARRANCA DE TODOS"

Encuentro la "rosa blanca,"
muy junto al "laurel sin hojas"
en unas lágrimas rojas
que gritan en "la barranca
de todos "A la que arranca
del incendio de la pena
la voz de alguna colmena
donde lloraban a ratos
los ojos y los retratos
de "Pilar" sobre la arena.

Descubro en los viejos trazos
del respiro de la noche,
al desamparado coche
de la "muñeca sin brazos".
Llegan del aire, retazos
al cerquillo de las olas,
el banco entre caracolas
"donde se sienta algún pobre "
bajo aquel cielo de cobre
"donde están las niñas solas ".

¡Qué anciana "la madre buena"
que entre la quietud perfuma 
al cansancio de la espuma
y a la niña "Magdalena"!
Algo enloquece en la arena,
trasciende a los entrecejos
y hace un ruido en los espejos
cuando unos labios de ríos,
murmuran: "toma los míos
" y se van donde muy lejos "

se dialoga con los mares,
a beber entre las perlas
luces para humedecerlas
con hilos de los pesares.
Ahora sube a los altares
del tiempo, la mariposa,
alma de mujer y diosa
con ambición de lo eterno,
para salvar del invierno
"los zapaticos de rosa".
                           Jesús Alvarez Pedraza

Pequeña biografía

 Jesús Alvarez Pedraza nació en Calimete, Matanzas. Cuba Julio 7 de 1952, Cubano, residente en Miami
Ha publicado en diversas antologías nacionales e internacionales.
Cuatro libros de su autoría:
YO SÉ QUE LA PIDRA SUEÑA.
BOSQUE DE VIDRIO.
EL OTRO BOSQUE.
 CON LA CALIGRAFIA DE LOS ARBOLES.
(Todos disponibles en Amazon.)
Entre sus méritos más sobresalientes, se destacan premios Círculo de Colegno ( Italia )
Premio poesía peruana. Carta lírica, (Miami)
Carmen Luisa Pintos, Publicaciones entre líneas (Miami) entre otros.
Miembro de la Antología Mundial Poetas del siglo XXI.




COMO UNA ISLA BLANCA

El silencio baja como una noche rota
sobre la tierra de mis pasos sin caminos, 
y los rascacielos de la tristeza
envuelven en sus bostezos 
los ojos del alba
de este cuarto sin rostro ni tiempo 
que se traga la luz.
Hay una mujer que espera
un vaso de ternura,
que mis ojos le canten 
con la música del agua
a la desnudez de todos sus aromas
en el sublime minuto que lloran los pájaros 
que van a pasarse en la cumbre de sus pechos, 
hay una mujer que espera que yo la ame
y está dormida 
como una isla blanca
entre los potros que parten el cielo.
Ella es una isla sin nombre,
una diosa de espumas
donde nacen y mueren los ríos 
que desembocan en mis labios,
donde ya no llegan mis manos
que han perdido sus voces.
Una mujer espera que le quite
el vestido de ceniza, 
una mujer espera desordenadamente 
que le bese la memoria.
Donde vive (vagabundo del alba
el cadáver de la juventud) FAYAD JAMIS.
                                           
                                             Jesús Alvarez Pedraza


PRÓLOGO de El OTRO BOSQUE

"La tarde es un delfín que ata mi mano”. Así advierte el poeta cubano (y matancero) Jesús Álvarez Pedraza, en este libro que desde ahora mismo recomiendo. Otro volumen anterior lo bautizó como "Bosque de vidrio". Entonces esa palabra clave y mágica resulta símbolo, alegoría y puerta abierta a la imaginación.
[…] Todo prólogo es incitación a la lectura. Y motivo, en este caso, para cursar invitaciones a los amantes de la poesía para que no desaprovechen la oportunidad de adentrarse en la lírica de Jesús Álvarez Pedraza, quien, «bordando con los hilos del aire»; tanto en rimas como en verso libre, nos toca a fondo el alma.
                                                             Ángel Antonio Moreno
                                                    Poeta, crítico, editor y artista plástico.



ELOGIO DE LOS ABISMOS I

Una mujer sale de noche
en un potro de fango
con los sueños entre dientes.
Hace un gesto atrevido
para volverse más hermosa
y se deja rodar mundo adentro,
a oscuras, palpándose,
con olor a cedro y lumbre apagada.
Herido, por las fiesta de las uñas,
el corazón le queda pequeño.
Todo su reino de verano salvaje
no será más un elogio de los abismos,
y vale, a pesar de la huida,
saltar el vacío en un pez,
y volvernos un tanto locos,
un tanto fieros para cortar el humo.
Está cayendo el agua,
sufren, ríen los carbones,
y no se atreve el polvo
a maquillar los filos.
¿Qué rayo de ternura me invade?
¿Qué ruido de estrellas
tiembla en la ventana?
El agua sigue cayendo
sin que pueda detenerla,
ahora la voz del tejado es tan triste.
A esta hora que los enamorados
se rifan los cuerpos,
y mi perro balancea en la cola
toda la ternura del mundo,
los pájaros nada saben
que en un potro de fango
una mujer sale sola
de noche, que el tiempo de madrugada duerme,
borracho de miedo,
en su cama de nieve.

ELOGIO DE LOS ABISMOS ll

Esta mujer
que duerme sobre mi pecho
es una historia mojada por los años,
mi pequeña semilla de carbón,
mi espejo herido.
En el último naufragio,
los peces en fiesta maldita
con flores de sal le ataron las piernas.
Quería inventar un remo
y un pájaro mudo,
sola
en el centro del océano
sin otra botella que su corazón.
Bajo el cielo contemplo a esta mujer,
y arde la maravilla en la sombra.
¿Qué bestia milenaria,
qué enorme rayo
estará anidando en su universo?
Viajo por su figura despacio.

¡Como me gusta mirar su paraíso de pecado
y manantial rumoroso!
Escucho cantos de arañas
tejiendo en su memoria,
quien sabe que ciudad devastada,
que calle sin fin.
Y se echa encima la pena
que le lastima la mano,
lleva un sueño de verano
naciéndole en cada vena
y por dentro algo le suena.


ELOGIO DE LOS ABISMOS lll

La mujer que acaba de partir
Inventó una ciudad de música,
y hoy el tambor del viento
ensaya en cada puerta
la serenata de la despedida.
Ahora vuelan los pájaros sobre la ciudad,
alguien dice que han regresado
para posarse en la tristeza de la gente.
Ya nadie se pondrá la ropa del recuerdo;
Ella será una bandera
clavada en la tarde,
ella atravesando el cielo
sin saber que llegará la noche
para cubrir de cicatrices las calles.
Es la hora en que la luna
se ha enredado en los peces,
y el borracho del pueblo pasa cantando,
es la hora en que vuelven
los fantasmas del humo
asomando las caras en los relojes,
y el ciego sin nombre toca el silencio.
Es la hora en que yo la he visto
cuando me aventuré
a perderme en sus ojos,
donde vive "vagabundo del alba"
el cadáver de la juventud.
Una mujer atraviesa el cielo,
yo miro como rompe su lámpara
contra los huesos verdes de los árboles,
y miro al perro que ha quedado solo,
buscando lejos no se qué casa,
que llave de cristal,
que perrera de sueños.
También he quedado solo
en esta ciudad sin puentes.
Ya no sonarán las voces
donde se rompe el agua,
se acabó aquel canto de piedra y nube.
Ahí va en mis caballos,
en mis locos caballos
montada en el tiempo.
Podría decirle
que va en una barca,
que naufragará en la otra orilla,
que estoy muriendo por ella,
pero pudiera no creerme,
ya saben, el amor en estos tiempos...
Voy por el mundo solo,
bajo el cielo, solo,
es inútil buscarla cuando termina la noche.
Desde que se fue,
vivo entre luces oscuras,
con adjetivos que le duelen al poema,
como si esperara en el filo de la nieve;
crucificado como un papalote
que perdiera el azul.
La mujer que acaba de partir
Inventó una ciudad de música,
y ahora arden sus acordes en la hoguera.

                  
                                             Jesús Alvarez Pedraza