Entre prosa y poesía conoceremos a una autora muy particular y
tan generosa que hasta nos regala letras inéditas que ya descubrirán ustedes.
He leído “Bajo la sombra del Encino” una sombra que se
agradece cuando refresca el verano y que, por momentos se filtra en las casas
como un fantasma fisgón y cómplice de aventuras y desventuras de algunas
familias, parejas que se aman, se engañan, se apegan, se abandonan, se reúnen,
se culpan, se separan, crecen con marcas y marcando a sus hijos…
La maestría de la pluma de Angélica Santa Olaya nos da una
historia que sucede en un tiempo bastante corto, desde el pensamiento y el
corazón de sus protagonistas y, desde esa perspectiva, parecen historias
diferentes que solo se tocan y entrelazan en escenarios, momentos o eventos
puntuales como fiestas o encuentros a la sombra de un árbol testigo de
decadencias y de
intenciones aviesas, de los juegos infantiles, los suspiros
prohibidos y el vacío creciendo en ciertos corazones… “Ese
vacío que los hombres llaman soledad y que es como el viento frío que se
acomoda a sus anchas en las bancas de alguna plaza donde, tal vez, un encino,
aburrido y despreocupado, bosteza y, sin mucho aspaviento, aquieta las ramas y
duerme.”
Desde Adán y Eva hasta nuestros tiempos podemos encontrar
árboles a lo largo y ancho de nuestra historia ya sea personal como universal.
Este encino, en particular, es el eje de una localidad que los vecinos toman
como punto de referencia, como la sombra necesaria y testigo de la evolución de
una trama enriquecida por la mirada experta y cariñosa, así como la pluma ágil
de Angélica Santa Olaya.
Pero no es sólo una novela lo que sorprende de esta escritora,
ella tiene una obra prolífera y plagada de poesía profunda, honesta y audaz,
Haikus de una belleza tan especial como los pétalos de las flores que caen al
atardecer.
Publicamos una entrevista, varios comentarios y críticas
acerca de su obra. Os invito a seguir leyendo, a conocer sus poesías y su
recorrido por la vida literaria. Gracias Angélica por dejarnos entrar en tu
mundo.
|
CON DOLORES CASTRO VARELA |
BIOGRAFIA
OFICIAL, brevísima:
ANGÉLICA SANTA
OLAYA nació en la ciudad de México. Lic. en Periodismo y Comunicación Colectiva
(ENEP Acatlán, UNAM). Escuela de Escritores de la Sociedad General de
Escritores de México (SOGEM-XXXV). Primer lugar en cuento breve e infantil
(México, 1981 y 2004). Segundo lugar V Certamen Internacional de Poesía
"Victoria Siempre 2008" (Argentina). Encuentros literarios en México,
Argentina, Brasil, Uruguay, Cuba y España. Libros: Habitar el tiempo, Miro la
tarde, El Sollozo, Dedos de agua, Aprendizaje del Aire (traducción), El lado
oscuro del espejo, Árbol de la Esperanza, Sala de Esperas y De Leyenda, “Rumor
de Arcilla” en “Texturas Poéticas”, “69 Haikus” y “Bajo la sombra del encino”.
Publicaciones: Alforja, ¡Siempre!, Navegaciones Zur, El Universo del Búho,
Solar, Plan de los pájaros, Yuku Jeeka, Gaceta Literal, El puro cuento,
Parteaguas, Carajo, Fórnix, Letras en rebeldía, Registro, Nord Literar,
Panorama da Palavra y otras. Antologada en Latino e Iberoamérica con cuento,
poesía y teatro. Profra. de la Escuela Nacional de Antropología e Historia
(ENAH). Becaria CONACYT (2008-2010) para la Maestría en Historia y
Etnohistoria.
Poemas
escogidos por la autora
SANTA MARIA
I
Teje y
teje la tejedora,
lanza la
lanzadera y
arroja en
ella su furia,
furia de
hambre de sus hijos
y de
siete pesos la hora,
lanza la
lanzadera,
lanza que
cruza la aurora.
II
Rebozo
que no cobija
la mano
que lo tejió,
urdimbre
de pies cansados
y caderas
generosas
que tensan
las libertades,
sueños de
seda que huyen
para
ornar las vanidades.
III
Cuando
vuelve con sus hijos
muy tarde
al anochecer
va
dejando rastro de hilos.
Llora y
llora la tejedora
copos de
nieve en la tela,
sus manos
son dos luceros
que
iluminan la vereda.
“Habitar el tiempo”
Angélica Santa Olaya
Editorial Tintanueva,
México, 2005
|
CON SAÚL IBARGOYEN,
TANUSSI CARDOSO Y MARILUZ SUÁREZ |
VOLVER
Un despertar de luces
ribeteando los estertores
de mi añoranza.
Un cortar de alas
triturando el aliento
contenido.
Un rendir el vuelo
para beber la raíz
de los que vuelven
de donde nunca partieron.
“Dedos de agua”
Angélica Santa Olaya
Ed. Tintanueva,
México, 2006
**************************
|
CON FERNANDO CORONA
Y OBED GONZÁLEZ |
Entrevista de Mónica
Ivulich a Angélica Santa Olaya
Julio 2016.
- ¿Eres escritor de carrera o has seguido
alguna carrera?
Escribo cuentos desde que era niña. Pero sí cursé
el Diplomado en Creación Literaria de la Escuela de Escritores de la SOGEM
(Sociedad General de Escritores de México).
- ¿Vives de la literatura?
Si te refieres a obtener dinero de mi trabajo
literario, no. Varias de mis publicaciones han sido de autor y me siento
satisfecha con recuperar lo invertido -lo cual sucede siempre afortunadamente-
y con saber que mis libros son requeridos por algunas personas. Si te refieres
a una liga interior, sí; mi vida depende de la literatura. Ella, con su magia,
me ha salvado –literalmente- la vida desde que era una niña.
Soy maestra de español, de creación literaria y de
historia. Pero los ingresos obtenidos por esta labor no son suficientes para
vivir. Más bien han sido mínimos. He ejercido la docencia por amor al arte y a
la maravillosa experiencia que es enseñar, transmitir conocimiento a otros.
Algunas veces lo he hecho, incluso, de manera gratuita. Desgraciadamente, mucha
gente espera que el escritor regale su trabajo porque sabe que somos felices
compartiendo lo que sabemos y lo que hacemos, lo cual no quiere decir que esté
bien. El escritor debería poder vivir de su oficio. Pero es algo que sucede
sólo en contadas ocasiones. Tengo un Círculo de Lectura en Abu Dhabi también
gratuito; por el mero gusto de difundir y compartir literatura.
- ¿Con quién vives y dónde?
Vivo con mi esposo en Emiratos Árabes Unidos, en
Abu Dhabi específicamente.
- ¿Te acepta tu familia como escritor?
Mmmmm… Sí, pero no es ni ha sido fácil. Convivir
con un escritor, entender y tolerar su mundo interior y sus necesidades de
libertad supongo que no es fácil. Los escritores somos gente que mira, escucha
y dice lo que otros no miran ni escuchan y callan; y eso nos hace parecer locos,
peligrosos y desadaptados. Supongo que algo habrá de verdad en esa suposición.
- ¿Cuándo decidiste que eras escritor?
Yo no decidí ser escritora. Escribo por necesidad
desde que era una niña. Muchos años escribí sin saber que podía ser escritora.
Gané un premio de cuento cuando tenía 18 años, pero no lo tomé en serio. En el
2004 decidí entrar a la Escuela de Escritores para probarme y me aceptaron. En
ese mismo año gané mi segundo premio de cuento y fue en ese momento cuando
decidí intentar ser escritora en serio.
|
EN RUMANIA |
- ¿Qué fue lo primero que recuerdas haber
escrito?
Una navidad, a los once años, escribí un cuento
donde los personajes que colgaban del árbol de navidad de mi casa tenían una
aventura feliz.
- ¿Quién te ha influido en tu vida literaria?
Muchas personas. Mi padre en primer lugar que fue
quien puso un libro en mis manos por primera vez. Mi abuela política materna
que me enseñó a leer y escribir a los cuatro años. Louisa May Alcott que fue
quien hizo que yo quisiera ser Jo, de su “Mujercitas”. Los hermanos Grimm que
me hicieron desear ser Rapunzel para tener posibilidades largas como su
cabello. Herman Hesse quien me mostró que quien quiere nacer debe romper un
mundo. Pablo Neruda que me hizo desear ser poeta con su poema veinte. Lewis
Carroll que me hizo soñar con ser Alicia, la aventurera, en un mundo de
maravillas. Dolores Castro que me enseñó las herramientas de la retórica. Saúl
Ibargoyen que ha sido mi Maestro, gurú y amigo desde que salí de la Escuela de
la SOGEM. Enriqueta Ochoa, César Vallejo, Jean Paul Sartre, William Faulkner,
Miguel Hernández, Federico García Lorca, Eduardo Lizalde, Edgar Allan Poe, Juan
José Arreola, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Alejandra Pizarnik, Oscar
Wilde, etc.
- ¿Qué temas son tus preferidos?
El amor, porque –dice Lewis Carroll- el amor hace
girar el mundo.
-
¿Cuáles
géneros has incursionado?
Poesía, cuento infantil, relato, novela, ensayo,
teatro, guión radiofónico.
- ¿Tienes hábitos para llamar a tus musas,
alguna rutina?
Me gusta escribir de noche, cuando todos están
dormidos y puedo escuchar las voces que habitan el silencio. Necesito silencio
total y aislamiento para escribir. Sólo eso.
- ¿Qué es lo próximo que te gustaría escribir?
Quiero poner más atención a mi literatura
infantil. La he tenido descuidada.
- ¿Te sentiste diferente, bien, o como,
después de publicar por primera vez?
Me sentí bien, satisfecha, pero a la vez triste y
un poco asustada porque te das cuenta de que –una vez publicados los textos- ya
no son tuyos, son de otros. Es como dejar ser, lejos de ti, a un hijo. Dejan de
ser sólo tuyos para ir en busca de otros ojos, de otros oídos, de otros brazos
y corazones. En cada publicación, hay un desprendimiento dulce y doloroso a la
vez.
- ¿Qué le dirías a alguien que quiere publicar
su primer libro?
Que no se apresure. Que sea muy crítico consigo
mismo y que revise y corrija sus textos con ahínco. A mí me hubiera gustado
tener, cerca de mí, a alguien que me aconsejara ser más autocrítica.
Gracias
por tu tiempo y por tu literatura que nos acerca a mundos paralelos de
realidades diferentes.
Mónica
Ivulich, 2016
|
EN LA EMBAJADA DE MÉXICO
EN EMIRATOS ÁRABES UNIDOS |
BIOGRAFÍA:
Prof. Angélica Santa Olaya, Ciudad de México,
1962. Graduado de licenciatura en periodismo y comunicación colectiva. Graduado
de maestría en historia y Etnohistoria, becado por el CONACYT (2008-2010).
Graduado de la escuela de escritores de la Sociedad General de escritores
mexicanos (SOGEM).
Ella es parte del catálogo de escritores mexicanos
del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) en México. Ha trabajado en radio,
televisión y prensa escrita. Ella también fue parte de un grupo de teatro
independiente y teatro y estudios de pintura. 1er lugar en dos de relato corto
y cuento infantil concursos en México y en 2 º lugar en el 5to concurso
internacional de poesía "Victoria Siempre 2008", Entre Ríos,
Argentina. Ella ha publicado en varios de América Latina e ibero americanas
antologías de cuento, poesía y teatro, así como en varios diarios nacionales e
internacionales y revistas en el continente americano, Europa y Medio Oriente.
|
FIRMANDO LIBROS EN
EMIRATOS ÁRABES UNIDOS |
Autor de la casa editorial Tintanueva (Habitar el
Tiempo), México, 2005; Miro la tarde (Miro la Tarde) Casa editorial de la Rana,
Instituto de estado de cultura de Guanajuato, 2006; El sollozo (El Sollozo)
Casa editorial Tintanueva, México, 2006; Dedos de agua (Dedos de Agua) Casa
editorial Tintanueva, México, 2006; El oscuro lado del espejo (El lado oscuro
del espejo) La Bohemia editorial, Argentina, 2007; El aprendizaje del aire (Del
aprendizaje al aire) Casa editorial de FiveStar, Brasil, 2009 como traductor
junto a Tanussi Cardoso y Leo Lobos; Árbol de esperanza Editorial del miCielo
(Arbol de la esperanza), México, 2011, 1ª edición / Catarsis Literaria El
Drenaje, México, 2011, 2ª edición / Antaura editorial, España, 2013, 3ª edición
/ ebook; Sala de espera (Sala de Esperas) Casa editorial del Eterno Femenino,
México, 2012; De la leyenda (De Leyenda) Rojo Siena editorial, México, 2013;
Arcilla de rumor en Texturas poética (en Texturas poéticas del arcilla de
Rumor) Artepoética, Nueva York, 2014; 69 haikus Alfalfa, Madrid, 2014 [poesía
bilingüe español – árabe] Bajo la sombra del encino JUS editorial, México,
2015.
Jurado en el concurso de poesía nacional
Tintanueva 2007, en el concurso nacional de poesía Juegos florales de San Juan
del Rio (Juegos Florales de San Juan del Rio) Querétaro 2007 y en el concurso
nacional de poesía Juegos florales de ciudad del Carmen Del (Juegos Florales de
Ciudad del Carmen) Campeche 2015. Profesor en la Escuela Nacional de
|
MIS LIBROS PUBLICADOS |
Antropología
e historia (ENAH) y el claustro de Sor Juana Universidad. Algunas partes de su
obra han sido traducidas al rumano, Portugués, Italiano, catalán, Inglés y
árabe. Formó parte de la Primera lectura de poesía árabe a español en la Feria
Internacional del libro de Abu Dhabi 2015 y su libro bilingüe “69 Haikus” fue
el primer libro de poesía mexicana presentado en los Emiratos Árabes Unidos en
2015. representando a México. Ella fue galardonada en mayo 2015 por la
Universidad Autónoma Del Carmen en Campeche (México) durante la Feria Nacional
del libro de la ciudad.
“Mi poesía nace de la realidad que me rodea y de
mis sueños sobre esa realidad. Me preocupa que la gente y la naturaleza vivan
en armonía. La noche y el silencio son mis mejores amigos para escribir. Me
encanta la música, el cine, el mar, los higos, los árboles, las montañas y los
caracoles porque son pequeños seres que nos muestran la tenacidad y paciencia.
Me gusta el color rojo que fluye por las venas de la vida intensa.”
|
FLYER RECITAL HISPANO-ÁRABE
ABU DHABI 2015 |
POESÍAS SELECTAS POR LA AUTORA:
SIN
VERANO
¿Quién soy yo? Me acordaré, si puedo.
Definitivamente
no domino
el tramposo discurso de Sócrates,
la razón no
tiene cabida en el estómago y
la lógica
conmigo se topa con pared;
tampoco
tengo labia ni mañas de Madame Bovary,
ni cabello
rubio, ni ojos azules,
ni mis
medidas son 90-60-90.
Todo lo contrario,
platico con
los árboles y caracoles del jardín,
me tuteo
con la esquizofrenia y el trastorno bipolar,
el corazón
taclea las jugadas del cerebro
que no
gusta de ondear banderas rosadas
porque las
alas a veces grisean.
Mi cabello
es oscuro, mis caderas anchas
y no me
gustan los relojes ni las reinas.
¿Será que
sólo podrá amarme la poesía?
“El lado oscuro del
espejo”
Angélica Santa Olaya
Editorial La Bohemia,
Argentina, 2007
|
HOMENAJE EN CD. DEL CARMEN,
CAMPECHE, B |
Conozco
un paraíso
donde no
hay manzanas
lo habita
un árbol
que se
alimenta de sangre
y esperma
de unicornio.
Regurgita
frutos negros
redondos
como el lomo
de un
aleph
-relumbrantes
caderas
de guadaña
o
astillas
de
empinada laringe-
que
retornan
siempre
al punto
de partida
Líquidos
guijarros
convocando
la reunión
en
paradójica sinergia
-horizontales
racimos
en franco
desafío
a la gravedad-
a veces
indómitos
transigen
al calor
de la mano
que
cercena sus pedúnculos
para
dejarlos ahí,
como al descuido
por si
alguno los ve
¿quién
puede saberlo?
Serán
degustados
tal vez
por un
iluso caminante
que
salive por sus jugos.
Y aunque
muchos
gusten de
beber
claro y
amanzanado
Nadie
sabe
que la
hiel
que
macera
sus
desnudos huesos
se diluye
indefensa
al tacto
imprevisto
de una
retina
sin vela
ni astrolabio.
|
LATIDO POEMA |
Ahí
en esa
afrutada indefensión
de pupilas siempre abiertas
yace con el sexo al sol
la más dulce y terrible
de las claridades.
A esos
frutos inciertos
yo los nombro
Palabras
como nombrar
el pan, la sal o el agua
y saturo las llagas
con su miga
y su fiero mineral.
Los nombro
en concilio de labios
y ritual
matraqueo de lengua
y pongo la rótula
en el suelo
y
me persigno
ante su relativa verdad
esa verdad
que los locos
guardan bajo el sobaco
mientras aprietan
el nudo
que resiste a la razón
Los deletreo
y cedo todas
mis agrietadas costillas
al navegante
que comparta
el alienado
crujir de una mordida
destinada
desde antes
desde siempre
desde el más allá
al esférico
y filigranado
exilio del perdedor
que utópico
transgrede
su destino
cobijado entre versos
“Árbol de la
Esperanza”
Angélica Santa Olaya
miCielo Ediciones,
México, 2011, 1ª. Edición
|
HOMENAJE 2015 EN CD. DEL CARMEN CAMPECHE |
RESEÑAS:
69 HAIKUS, TRES VISIONES CRÍTICAS
(Angélica Santa Olaya, Ed. Alfalfa,
Madrid, 2014)
La aplicación
del budismo zen como asentamiento ideológico religioso forma parte de la
concepción del haiku. Aunque no siempre es así, ni siempre ha sido así, ni será
así, pervive el pensamiento basado en la idea de la dependencia originaria
relacionada con la mezcla de todos los tiempos. Pasado, presente y futuro, en
esta concepción budista zen, son una sola cosa. El tiempo es sólo uno y tiende
a la unicidad propuesta en el haiku clásico que rompe los dualismos del mundo
real.
Escribir haiku
es un asunto muy complejo. El haiku no es, solamente, el formato métrico 5-7-5,
sino toda la concepción a partir de la cual se origina. A este respecto,
podemos decir, también, que el desarrollo formal de la poesía japonesa rechaza
la rima y, en cuanto a sentido, considera que nada es grande ni nada es pequeño
en términos absolutos. De modo que la bacteria puede ser tan grande como la
ballena; o Plutón, planeta enano, puede ser tan grande como el sol. El haiku, como resultado de la contemplación
de la experiencia de vida, plantea siempre un suceso temporal o espacial. Y
hay, siempre, formalmente hablando, una referencia a la naturaleza. Con respecto
al metro existe otra característica: Ji
Amari significa: cuando sobran letras o sílabas. Por lo cual, hay una cierta
tolerancia cuando, en vez de 7 se tienen 8, 5 ó 6 moras. Y también existe el Ji
Taratsu que significa menos sílabas: 4-7-5, por ejemplo. Y, aunque hay un
cierto rigor en cuanto al conteo silábico; es decir, una cierta tendencia a
adecuarse a la estructura 5-7-5, dicha métrica puede no ser tan fija ni tan
exacta.
Por otro lado,
la contemplación de la naturaleza presente en el haiku de los primeros siglos,
hoy, en las grandes ciudades, es un tema complicado por las características
específicas del paisaje y de la vida citadina y porque no debe contemplarse lo
que uno piensa, sino la realidad, para luego incorporarla –espiritualmente- en
función de y gracias a la palabra. Por eso, cuando escribo un haiku, escribo la
palabra haiku entre comillas y con mano temerosa. Pero, lo importante, acá, es
¿qué hacemos con la tradición poética? ¿Nos agregamos a ella, la modificamos o
la cuestionamos? Porque los cuestionamientos pueden ser, incluso,
revolucionarios. Y pueden, como sucedió con la vanguardia del siglo XX,
convertirse también, posteriormente, en una tradición. Los hechos en la poesía,
demuestran que hay, también, un solo tiempo para la poesía que es atemporal,
pero histórica. Y, justamente, esa atemporalidad no niega el tiempo sino al
revés, lo amplía; para fijar el producto poético en un momento histórico
determinado. De modo que dicha negación produce una afirmación.
El libro 69
HAIKUS, de Angélica Santa Olaya, está dividido en cinco partes. Una de ellas,
más cercana a la tradición haikuísta clásica, llamada NATURA es la más extensa
y presenta la utilización de algunos elementos retóricos como la prosopopeya:
Soñaba
el árbol
desatar
el cabello
claro
del sol
|
HOMENAJE 2015 EN CD. DEL CARMEN CAMPECHE |
En el apartado
llamado PALABRA la autora vierte una reflexión sobre la propia escritura y la
experiencia de lectura utilizando, incluso, rima y neologismos que refieren el
arte poética de la autora:
Runapoesía
palabra
de cristal
agua
de ría
En el apartado
titulado COSAS encontramos una variedad temática que obliga a una mayor
amplitud en el desarrollo del pensamiento poético y que propone también una
nueva forma de conocimiento. La poesía
es conocimiento:
Tic
tac, tic tac
dos
navajas rebanan
botón
lunar
Lo mismo sucede en el apartado HOMBRES
donde la propuesta es la utilización de temáticas de carácter social; el poder
particularmente referido:
Sobre
las lágrimas
rojas
de los sin poder
bailan
monedas
En el apartado
llamado AMOR la autora aborda la temática que aparece en prácticamente todas
las modalidades de la poesía y, aunque debemos reconocer, que en algún momento
hay muchas alas, debemos decir, también, que ese vuelo se realiza desde la
tierra, no apoyándose en el aire:
Danza
de orugas
en
terso mar de almíbar.
Callado
beso
En este mismo
apartado encontramos la temática erótica que en el haiku japonés clásico es
tratado de una manera muy sutil y no muy frecuente ya que, si bien, la mujer
aparece en él, lo hace como un sujeto del cual no puede ser referida su
sexualidad. Angélica Santa Olaya, acá,
hace lo contrario:
Soy
una ola
que
galopa en el mar
de
tus espumas
Lo que ha hecho la autora de los 69 HAIKUS es,
indudablemente, algo muy valioso y arriesgado. Por lo cual, queremos felicitar
a la compañera Angélica Santa Olaya por este libro que, además, se presenta en
dos idiomas.
Saúl
Ibargoyen
México,
24 julio 2015
|
EL EXILIIO POEMA |
El haiku es síntesis poética que
debe ser elástica y que representa un verdadero reto para el poeta; una
inminente provocación para el creador y Angélica Santa Olaya ha sabido domarlo.
Sin genio no hay síntesis. La presentación de 69 HAIKUS logró conmoverme. La
Capilla del abuelo resplandeció con un potente y nuevo brillo. ¡Felicidades
Angélica Santa Olaya!
Alicia Reyes
México, 9 julio
2015
El libro 69
HAIKUS, de Angélica Santa Olaya proviene de una suerte de vivencias en
Medio Oriente, justamente con la traducción al árabe de los poemas, y con
propósitos sensitivos y experienciales entre juguetones y apasionados. En
conclusión, es un libro de aire mexicano, surgido en la lejanía del mundo árabe
y con la intención de enclavarse en el ejercicio espiritual del haikú: el
atrapar el instante. Subrayaré la
cuestión vinculada con “sacar del pozo” la creación inspirada y transpirada,
porque no se trata, 69 haikús, simplemente de un libro traducido al árabe.
Tampoco es un libro de temas árabes asimilados por una poeta mexicana. La obra
tiene todo el sabor de haber sido escrito por una mexicana extrañando, añorando
su tierra desde el encierro árabe. Ella es su propio pozo y se sumerge en sí
misma para sacar, contemplando en la nostalgia, los momentos estampados vueltos
haikús. Bien podrían haber sido epigramas, como dictaría la tradición
occidental, pero surgen en la ventana japonesa con claros asomos a la forma de
comprender lo poético desde horizontes indígenas, en particular el que rescata
la visión nahua del in xochitl in cuicatl (“flor y canto”), como se deja sentir
en uno de los poemas iniciales del libro:
Es
la poesía
la
palpitante flor
del
corazón
El libro se
concentra, en uno de los apartados, en las temáticas generales de la “Palabra”;
esto es, una suerte de mini-estampas de artes poéticas o de sentires acerca de
lo que propicia el acto de creación en el escritor. El apartado “Cosas” nos
guía por instrumentos musicales, objetos de preciado valor, ambientes más
complejos y escenarios, los cuales dejan el sabor de sitios de memoriosa
presencia en la poeta. En “Hombres” se apela a la visión antropológica de la
que Angélica Santa Olaya participa por su formación académica. El apartado
“Natura” es un laberinto donde animales y vegetales, así como elementos del
paisaje, se estampan como instantes capturados. Y, finalmente, el apartado
“Amor” deja sentir la fuerza pasional y tierna, como elemento primordial del
latir de un ser humano; en especial del poeta. “Natura”, como capítulo, es sin
duda el que más tiene en claro el ejercicio
contemplativo del entorno y la revelación en pieza breve e instantánea.
Pero la Angélica que todos conocemos, la apasionada, la tierna, la sensitiva y
neorromántica incluso, está en la sección final, “Amor”, en la que varios de
los poemas bien podrían ser inicios de canciones amorosas:
Este
suspiro
quiere
volar a ti
prepara
el labio
Quietud, calma, encuentro, contemplación son
justamente los propósitos del antiguo acto de creación del haikú volcados de la
mano con la pasión y la circunstancia envueltas en la reflexión un poco más
aguda de Angélica Santa Olaya. La poeta
ha sabido concentrarse en sus rincones sensitivos y ha hecho salir el sentir y
el pensar con la mejor forma que encontró para ello: la disciplina concentrada
del haikú: la condensación, el apretado espacio para la revelación más completa
que se pueda tener. Y aquí está uno de los aspectos más nobles para quienes
practican esta disciplina poética: si tienes mucho que decir, diríamos como
regla, apriétalo en un haikú.
Fernando
Corona
México,
9 julio 2015
La
voz de la esperanza echa raíces*
Fernando
de la Cruz
LETRAS ESCOGIDAS POR LA AUTORA:
EPIFANIA
Era tan hermoso que
decidió vigilarlo para que no se fuera.
Se sentó en una piedra y no le quitó los ojos de encima ni un solo
segundo. Ese día no comió, ni bebió ni
se preocupó de resguardarse para calmar el calor. De pronto, el sol, aburrido de sentirse observado,
corrió a esconderse en el único lugar donde no podría ser visto por el hombre;
dentro de él. El hombre, inundado de
luz, encegueció. Entonces vino la noche y ambos, hombre y sol, pudieron
descansar. Al día siguiente el hombre
sabía que, aún ciego, no estaba solo.
“Sala de Esperas”
Angélica Santa Olaya
Eterno Femenino Ediciones,
México, 2012
|
RECONOCIMIENTO DUBAI 2016 |
LA ARAÑA
Van los poetas
a medio decir
tirando de las greñas
al asfalto
una noche cualquiera
con dos cervezas
y una torta en la barriga
porque no hay trabajo
pero sí ganas de seguir siendo.
Va el obrero de regreso
arrastrando la sombra
por los callejones
tan desiertos de pan
como de sueños.
Van los sueños
cayéndose
de los ojos de las putas
y el puesto de tacos
que cierra a las dos de la mañana.
Y de pronto
sale al paso un muerto,
de esos que últimamente
se aparecen en las esquinas
sin previo aviso
descaradamente
mostrando impúdicamente
las entrañas o los sesos
que no alcanza a cubrir
la sábana de las promesas
que echó encima
la señora de las tortas
ni la blanca página
de los discursos
del no se apuren
del ya merito
nomás otro poquito
y acabamos con la inmundicia;
esa tarántula
que no se muere
porque habita la voz
del que promete
y hasta se enoja
porque los vivos
le temen a la araña.
¿Que no ven?
Es la araña de cabeza humana
que antes se veía en el circo.
Aquí les traigo el espectáculo
de gratis,
directo desde las cloacas
del palacio donde vive el rey.
Desde hace días que la cara
de esa araña
descarnada y roja
se pasea entre los pliegues
de esta ciudad y de los campos.
Desde hace días
que los muertos
pasan a nuestro lado
o se descuelgan de los puentes
mostrándonos la lengua
sucia de lamer abrojos.
Desde hace días
que ruedan sus cabezas
como canicas
buscando el agujero.
Desde hace días
que no hay bolsillo
donde colocar el miedo.
Desde hace días
que me pregunto
si no estamos
-los que aún podemos
mirar a la araña-
en verdad más muertos
que los muertos.
“De Leyenda”
Angélica Santa Olaya
Rojo Siena Editorial,
México, 2013
|
nota periodico |
Como Paz, el
titán mexicano de los líricos, es a partir del lenguaje que Angélica Santa
Olaya aborda el poema. Sin embargo, como el Parra de los antipoemas, no
necesariamente busca la cadencia para hallar efectos poetizantes. Construye
discursos con metáforas conceptuales, como la referencia a “el lomo de un
aleph”, y con alegorías sobre la existencia y sus matices de gris.
Pero también
experimenta. En esta su plaquette Árbol de la esperanza (El Drenaje, 2011) se
siente un gusto por el juego formal y por el lenguaje conversacional. La voz
lírica por unos momentos busca una retórica intuitiva pero en otros es diáfana
y concreta. Esto refleja el universo mismo, sombrío por aquí, luminoso por acá,
en donde no todo ha sido escrito. Un poema dice: “Un día, tal vez, pueda
entenderse / el vuelo de la mariposa / y su intempestivo crujir de alas”. En
efecto, hay esperanza.
Todo esto
responde a una intención temática: el hilo conductor en el poemario es la
metapoesía: el canto sobre la escritura misma, en la experiencia de quien
construye cada poema con el sudor de su lápiz, pluma o teclado, verso a verso,
palabra por palabra, para ir descubriendo el poema en el momento de su
creación: una forma muy común y muy válida de escribir poesía. Pero no todos
los poemas en Árbol de la esperanza parten del lenguaje que conduce a una
emoción o viceversa. Hay poemas que surgen de una idea o de la vida misma, y
brindan variedad formal al poemario, en torno a la experiencia del acto de
escribir.
Imperan los
motivos sombríos aunque también aparecen brochazos de otras isotopías como el
azul y el rojo… Pero más allá de esta simbología, se vislumbra, insisto, una
mirada optimista, por ejemplo en la voz de ese Credo que en la noche contempla
la elocuencia del silencio, la esperanza del sol y la libertad que permite
elegir un “no”.
Angélica Santa
Olaya, se refiere a la poesía como el “disfraz de los instantes” y también la
propone como una “Medicina alterativa”. Sin ese vano afán definitorio en el que
caen los novatos neorrománticos, la poeta nos convoca a habitar en su piel para
sentir ese gozoso y doliente proceso de la creación poética. Y, hacia el final
nos dice: “El poeta tendría que ser un árbol”, ese árbol de esperanza cuyo
llanto nos advierte que:
No
todo es azul ni todo es negro.
El
cristal más claro
oscurece
con el vaho
de
los que no saben respirar
al
compás del universo.
* Texto leído por su autor durante la presentación
del cuaderno de poesía Árbol de la esperanza
|
nota periodico |
(El Drenaje Literario, 2011), de
Angélica Santa Olaya, el 14 de julio de 2012, como parte de Café Poesía, lectura
de poesía con micrófono abierto, en Café Chocolate, Mérida, Yucatán.
Fernando de la
Cruz. Poeta yucateco nacido en Monterrey, Nuevo León, en 1971. Es profesor en
la Escuela de Creación Literaria del Centro Estatal de Bellas Artes. Máster en
Español por Ohio University y Lic. en Humanidades y Filosofía. En poesía ha
obtenido dos premios nacionales, dos regional y uno estatal. Es autor de los
libros Redentora la voz (Ayuntamiento de Mérida, 2010), Aliteletras. De la a a
la que quieras (Dante, 2011, poesía para niños) y de los cuadernos La cuenta
regresiva (El Drenaje, 2012) y Seven Songs of Silent, Singing Fireflies
(JKPublishing, 2008). En sus libros (publicados e inéditos) transita del poema
lírico al narrativo, de la tradición a la ruptura, del amor a la sátira (mejor
reír que llorar) y viceversa. En el 2008 fundó las lecturas semanales de poesía
con micrófono abierto “Café Poesía” en Café Chocolate, como parte de
JKPublishing y del Programa Nacional de Salas de Lectura. Sus principales
pasiones son la poesía (que a menudo encuentra en teatro, música, cine…) la
pedagogía vivencial y el constante descubrimiento de los sabores, formas y
texturas de la vida humana.
POEMAS FAVORITOS de la
AUTORA
NIÑO DE
SOL, NIÑO DE FUEGO
Dos frutas aroman el cuenco de tus manos y
y encienden los núbiles luceros de tus ojos.
Sonríes
y el sol repta sobre la piel del fusil
que te vigila atento.
Niño de sol,
las guayabas tienen la piel suave,
saben a pan con jalea,
huelen a patio recién mojado
y se arrullan a la sombra de la hamaca
en que meciste
alguna vez los sueños.
¿Podrán tus manos soportar un día
las rígidas estrías de la granada?
¿Podrán tus mejillas trocar ese rubor infante
por el rojo dolor de tus hermanos?
Niño de fuego,
el día de la virulenta palabra
te acecha...
escondido entre las ceibas.
Retén militar, Acala, Chiapas,
2004.
“Rumor de Arcilla”
en Texturas Poéticas
Angélica Santa Olaya
Artepoética
press,
Nueva
York, 2014
Soy una ola
que galopa en el mar
de tus espumas.
“69
Haikus”
Angélica Santa Olaya
poesía bilingüe [español-árabe]
Alfalfa, Madrid, 2014
|
RECONOCIMIENTO EN DUBAI, 2016 |
CULPABLE
Me
declaro culpable
de
intentar -a veces-
caminar
con una venda de alas
en los
descarriados ojos.
Culpable
de sonreír
-a ratos-
y buscar
almendras
y
arándanos frescos
para
adornar el quicio
de mi
ventana
mientras
los arteros
mercaderes
del grito
se lavan
los bolsillos
con la
sangre de ancianos,
mujeres y
niños inocentes
al otro
lado del mundo...
Me
declaro culpable
de
escribir con la mano entera
cuando
hay un sitio
-que no
veo, pero existe-
donde
alguna cabeza rueda
bajo las
garras de algún buitre.
Me
declaro culpable de vivir
comiendo,
bailando, latiendo...
en este
caldero de cenizas
al que
damos vuelta
una y
otra vez
con la
endeble cuchara del verbo.
Nada más
interminablemente
culpable
-y triste-
que la
palabra protegiendo
a un
vulnerable ser
con ganas
de preservar la sonrisa...
Angélica Santa Olaya D. R. Copyright
Publicado en la página web de Poetic Heart
Dubai
Inédito en papel
SIN
CONSERVADORES
No tengo senos de plástico
ni uso zapatillas de Cenicienta
pero mis pezones florecen
al concéntrico tacto del deseo,
no soy talla cero
pero mi pubis reverdece
ante un cayado
de redondas intenciones
puedo modificar la órbita
de los planetas
a cambio de un orgasmo
con alas de libélula
no necesito un anillo de diamantes
ni una firma que ponga candado
al vuelo de las azules esporas
que germinan en mi vientre
mi sudor no sabe a silicona
ni tiene conservadores
porque la carne con cadenas
termina siempre por oxidarse
“Instantáneas con zapatos rojos”
Angélica Santa Olaya D. R. ©
Inédito
EXCEPCIONAL POESÍA
“El lado oscuro
del espejo” de Angélica Santa Olaya, es definitivamente para mí una lectura de
excepcional poesía, supone una absoluta identificación de la realidad poética
con la experiencia del individuo movida por una energía espiritual, por el amor
como sentimiento mayor, por la conciencia de quien intuye donde está, hacia
donde va, se dirige o va cayendo; como recorre el camino, donde duele, donde
pregunta, donde se detiene. Definitivamente Alicia se mira en el espejo y ve el
lado oscuro y se ve a sí misma y, junto con Angélica, lo refleja fielmente en
cada uno de los poemas expuestos. Me queda la sensación de que la acción
poética interviene e interfiere la realidad en toda su dimensión, la onírica
despierta o dormida y la vida que ambas construyen capaz de develar a través
del mágico y desconocido simbolismo del espejo, innumerables respuestas a
innumerables preguntas que no sólo Alicia se hace, también yo, también
nosotros, constituyendo un precioso divagar por esta aventura mental y
emocional de alto contenido literario.
Recurro a este
poema que por esas casualidades de la vida me encontró mucho antes de leer el
libro, que terminó por completarme.
Alejandra María González Ortega
Santiago de Chile, Abril
2016
Sin verano
¿Quién soy yo? Me
acordaré, si puedo.
Definitivamente
no
domino el tramposo discurso de Sócrates,
la
razón no tiene cabida en el estómago y
la
lógica conmigo se topa con pared;
tampoco
tengo labia ni mañas de Madame Bovary,
ni
cabello rubio, ni ojos azules,
ni
mis medidas son 90-60-90.
Todo
lo contrario,
platico
con los árboles y caracoles del jardín,
me
tuteo con la esquizofrenia y el trastorno bipolar,
el
corazón taclea las jugadas del cerebro
que
no gusta de ondear banderas rosadas
porque
las alas a veces grisean.
Mi
cabello es oscuro, mis caderas anchas
y
no me gustan los relojes ni las reinas.
¿Será
que sólo podrá amarme la poesía?
*************
EL LADO OSCURO DEL ESPEJO
Breve apreciación regresiva
A través de los ejes de la vida moderna el
poder por lo material acrecienta y la inventiva se concretiza en realizar
artefactos para la comodidad de los humanos. Así mismo la complejidad en la
visión de nuestra generación se distorsiona y da por hecho que lo que vale es
lo que se compra. Colocamos en la balanza lo físico sobre lo cualitativo, el
interés sobre el amor, los cuerpos sobre los sentimientos y la razón por la
imaginación.
Angélica Santa
Olaya con “El lado oscuro del espejo” da una enseñanza y recordatorio de lo
valioso de la imaginación; el amor, las cualidades y los sentimientos. Con este
libro de autenticidad completa intenta volver a encontrar una forma de pensar
sintiendo, abolida por los sombrereros locos de las mafias literarias.
En un estado
de mágica esquizofrenia Angélica entra a su niñez en la cual voces futuras le
predicen su destino. La catarsis que presenta en el poemario manifiesta una
empresa de verdad austera, trágica, amatoria, quizá imposible. Con un lenguaje
sin muros propone la pesadilla de un mundo enfermo que no admite su enfermedad;
pero también su ilusión personal donde el destino tiene la última palabra.
En la primera
parte del libro Santa Olaya le devuelve al mundo aquello de lo que no quiere
saber nada; auténtico gesto de quien es honesta consigo misma. Con un lenguaje
de alma y signos negros logra hacernos cómplices de ese universo el cual todos
sabemos que existe; pero que pocos nos atrevemos a contar, esos microcosmos que
todos llevamos dentro y que guardamos como algo sagrado que sólo conocerán los
gusanos. Con este poemario nos refleja y nos zarandea frente al espejo, frente
a ese lado oscuro que no queremos reconocer, esas que, aunque parecen
insignificancias de niñez nos marcan para toda nuestra existencia.
|
YO CREO, POEMA POSTER
EN EL METRO CD DE MEXICO |
Frente a “El
lado oscuro del espejo” podemos visualizar la búsqueda del lenguaje y su
narrativa de signos, de imagen, de símbolo, de representación, de sentido. Con
la intención de dirigir su vista a la cuestión de lo real de las cosas pero con
un sentido metafórico. El indudable valor de la imaginación asentada en la
Tierra. La búsqueda del lenguaje y sus representaciones enriquece la escritura
de Angélica, es un reflejo de las cosas; de las situaciones y acciones con un
hilo conductor inusual devenido por el inconsciente. El libro es un trabajo
experimental muy bien pensado que me remite a un libro leído por mí hace unos
días: “El libro del placer o el deleite por Malke Arnaki” de Roberto Luviano,
porque en los dos encuentros esa ansiedad por experimentar con lo vivido y la
fantasía con la intención de encontrar formas diferentes para conseguir contar
su historia y crear su propio lenguaje.
En la segunda
parte su búsqueda la lleva a puntos en el tiempo donde el amor; la pasión, la
tragedia y el erotismo son lenguajes de acercamiento a la vida, como un momento
original que no se ha perdido. En el encuentro con su lenguaje la autora ejerce
un engarce de palabras como un modo de percibir lo real y de expresarlo por
medio de la fantasía de Lewis Carroll, al igual que en la primera parte, pero
aquí el tiempo de su cuerpo no es más que un tiempo herido por los símbolos.
Aquí es donde su escritura se convierte en una especia de glosolalia
fantástica.
El pensamiento
de la escritora se fija en algún lugar, no importa dónde; su pensamiento
abandona todos los escalones del poema y su inconsciente materializa palabras;
forma versos, direcciones interiores de su ser, reacciones y los encamina para
que habiten “El lado oscuro del espejo”.
El libro es
una especie de diario donde las regresiones a su niñez y su adultez se ven
reflejadas a través del lado oscuro del espejo, ese que se convierte en un
laberinto cuando intentamos reflejarnos en él.
En fin, podría escribir más con relación al escrito de Angélica Santa
Olaya, pero son muchas emociones las que habitan el lado oscuro de mi espejo y
prefiero dejar la pluma antes de que me suelte a escribir más inconscientes
palabras.
Obed
González
Morelia,
Michoacán. 18-Agosto-2008
BAJO LA SOMBRA DEL
ENCINO
EVE GIL
La cotidianidad se entrevera de historias subterráneas que
solo el observador malicioso es capaz de atisbar entre líneas. La intuición es
la chispa maligna que prende la imaginación pues tales sucesos podrían estarse
escenificando más en la mente de los implicados que en la sórdida intimidad de
quien habita la fantasía. Es entonces que echa andar el teatro de máscaras y el
escritor malicioso, amén de intuitivo, advierte la inconfundible aura autómata
y las miradas esquivas y torvas entre aquellos que en sociedad exhiben burocráticas
corbatas o peinados de salón de belleza.
Esta
lección la aprendimos de los grandes maestros de la literatura rusa, aunque
estudiosos y críticos tiendan a minimizar lo que muy probablemente no han leído
nunca, pero por alguna razón, leyendo Bajo la sombra del encino, de Angélica
Santa Olaya (JUS, México, 2015), me vinieron a la mente la preciosa rusticidad
de Chejov, aunque también una de las obras maestras de la literatura mexicana:
El libro vacío, de Josefina Vicens. Roberto, uno de los protagonistas varones
de la novela que nos ocupa, podría ser un precoz José García, sin nada
interesante qué contar, y sin embargo podría cubrir cuadernos enteros con sus
desencantos. Es un joven que acaba de llevarse el inevitable trastazo: después
de todo, la vida no era un cuento de hadas. El “vivieron felices para siempre”
no es el verdadero final, sino la continuación de una historia que solo cambia
de personajes. Ninguno cumple las expectativas del otro, peor aún, las
destruye…y puede bastar una simpleza. La idealización del ser amado no admite
fallo. Roberto cede al reclamo de su conciencia de buen chico clasemediero. Se
va de la lengua. Los sueños de Nayeli, su mujer, resultan tan frágiles como la
delicada taza china en que toman café y se rompen en mil pedazos. No puede
perdonar la debilidad de Roberto. No es como la esposa de José García, que le
planchaba las camisas al esposo para que estuviera presentable para su amante.
Nayeli nunca perdonará, aunque la vida aparente seguir adelante, juntos, con su
hijo. El desliz del marido resulta no solo en una variante del despertar de la
Bella Durmiente: es el permiso tácito para fantasear con el vecino; la renovada
idealización de un mortal que resulta más que mortal que su propio esposo pues
ha cometido una auténtica traición contra su respectiva mujer.
A través
de la mirada de Angélica Santa Olaya, lo que podría parecer cínico, incluso
ordinario, adquiere una honda melancolía. Nayeli y Elisa, su vecina alcohólica
y esposa de Gerardo, sujeto de sus ensoñaciones erótico-románticas, son amigas,
en un medio en que la amistad –según consta en la novela- es, en el mejor de
los casos, utilitaria. El único momento en que Nayeli y Elisa se vuelven
verdaderamente amigas, es cuando Gerardo abandona el hogar. Elisa no lo sabe,
pero Nayeli comparte su sentimiento. A ella también la llenan de angustia los
ganchos de ropa danzando como esqueletos en el closet…la posibilidad de haber
perdido a Gerardo para siempre. Aquel es el primer abrazo sincero en que se
funden las amigas, en que las lágrimas de una se confunden con las de la otra.
Antes de eso, Nayeli se asumía un poco redentora de la infortunada vecina,
externando, sin proponérselo, una superioridad moral ante Elisa que, por su
parte, envidia la, que cree, vida encantadora de Nayeli. Estas vecinas que
coinciden en todas las fiestas y se saludan cada mañana con el rostro lavado,
no se conocen en lo absoluto pero se llaman “amiga” una a la otra. Lo mismo
podría decirse de sus respectivos maridos, Roberto y Gerardo, aunque bien sabido
es que mientras la mayoría de las mujeres optan por conservar la careta entre
ellas, los hombres la arrojan por el aire a la mínima provocación. Nayeli
alienta a su entorno a mirar en ella a su propia creación; el personaje que ha
creado para agradar a quienes la rodean. Elisa no tiene empacho en embrutecerse
en las tertulias para sumergir el descontento tan profundo como sea posible.
Con todo, nunca le cruza por la mente el lugar común de corresponder a la
traición con otra.
Y no
obstante, todos los personajes hablan de “amor” y uno se pregunta, como siempre
que presencia la comedia humana, ¿realmente saben lo que eso significa? ¿Saben
ellos de que se trata?... ¿Por qué se casa la gente? La autora permite a sus
personajes tratar de explicarlo…de justificarse. El frívolo Gerardo, por
ejemplo, sabe que debe casarse con Elisa cuando la ve quitarse el suéter para
regalarlo a un homeless. ¿Era Elisa ella misma al momento de realizar este acto
caritativo frente a él? ¿Ella y la Elisa que humilla a la empleada de la
tintorería pueden, siquiera, parecerse?
Y Gerardo,
el que arruina su propia vida –no digamos “su familia”- por “culpa de unas bien
tornadas piernas montadas en estiles, otro lugar común de la sensualidad sin
imaginación… ¿se “enamora” de la bondad de Nayeli…o de sus piernas realzadas
por las nuevas zapatillas? Angélica Santa Olaya pudo ser muy cruel con sus
personajes…desbaratarlos al estilo Strindberg… pero cuida dulcemente de ellos,
tipo Alice Munro. El que lo ordinario consiga tocar las puntas de la poesía no
se hubiera logrado de otra manera. Esto denota que Santa Olaya ha ganado la
sabiduría que generalmente se adquiere tras la constante práctica del ejercicio
novelístico. Lo ha alcanzado a la primera con Bajo la sombra del encino, y no,
como la gente tiende a creer, a través del cuento, género en el que tiene largo
camino recorrido. La novela es otra cosa. No es un género superior como piensan
otros, pero sí el más demandante.
***********************************************************************
SALA DE ESPERAS
(Angélica Santa Olaya, Eterno
Femenino Ediciones, México, 2012)
“Cada ojo
es una negra oquedad donde flota,
tangible
y densa, una tristeza inacabable, infinita…”
El talón del
último paso
¿Cuántas salas
de espera has visitado? ¿Podría la vida ser una sala de espera en la que
planeamos el largo sueño de la existencia? Angélica Santa Olaya nos conduce, a
través de veintidos relatos -catorce excelentes y ocho
muy buenos-, por diversas habitaciones donde la espera, paciente e
impasible, obcecada o condescendiente, parece burlar al destino que irrumpe en
los planes de los personajes como un “espacio impalpable en el que el tiempo
repta, avanza, observa, mide con la mirada y toma decisiones como una
serpiente”.
Cada historia
se mira, se siente y se vive. Difícil sustraerse a las esperanzas de los
habitantes de estos relatos que nos son reveladas con un lenguaje claro, sin
pretensiones banales, pero en todo momento poético y vasto.
Una obra donde
la autora revela madurez literaria. Un libro donde cristaliza lo intuido en
publicaciones anteriores (El lado oscuro del espejo y Árbol de la esperanza) y
que la convierte en una transmisora de historias, una espía omnisciente de las
búsquedas y monólogos humanos relatados con avasallante ingenio. Su vena
poética, nunca ausente, describe y reparte los pormenores de las historias de
otros diseccionando, hurgando y analizando las entrañas de entrelíneas,
espacios y silencios: “Somos estatuas mirándonos unos a otros como si no
perteneciéramos a la misma especie, recorriéndonos fríamente con la mirada para
no incitar la conversación… no vaya ser que hablemos el mismo idioma y tengamos
que abrir las puertas del alma”.
Leyendo este
libro te será fácil reconocer la sala de espera en la que has estado o en la
que, ahora mismo, estás. O recordar, por tu propio bien, aquella hacia la cuál
será mejor no regresar.
Consuelo
Sáenz
Socióloga
y periodista
Nota: El libro
fue presentado el 14 de agosto de 2012 por Saúl Ibargoyen y Maya Lima en la
Casa del Poeta Ramón López Velarde en el Distrito Federal.
COMENTARIOS de LECTORES
Angie, celebro tu
novela, me quedo con un dejo de nostalgia; los sinsabores del diario devenir,
anhelos, sueños y frustraciones, son perfecto marco para retratar la
cotidianidad de seres en busca de sentido. El encino y su inmovilidad son la
metáfora del hastío, a la vez que, de la vitalidad subyacente, de quienes,
atrapados en sus afanes y deberes, posponen el momento de emprender, o cambiar,
el camino. Admiro tu obra poética. Esta faceta novelística abre nuevos caminos
en tu expresión artística. Pero aún nos debes un nuevo capítulo de Virginia la
Lujuriosa."
Román Ipiña
Chacón
México, D.F.
Abril 2016
"Me encantó leer
"BAJO LA SOMBRA DEL ENCINO" de Angélica Santa Olaya, Ed. Jus. Me
atrapó desde el primer momento. Me identifiqué mucho con Nayeli. Parecía que la
historia hablaba de mí, pude verme pensando y sintiendo como ella. Sintiendo un
vacío cuando los personajes actuaban pensando más en los demás, o en los
convencionalismos sociales, que en sus propios deseos, aunque esto los alejara
de la felicidad. Estos personajes pueden encontrarse en la vida real. Yo he
conocido a algunos como ellos. Las relaciones de pareja y su toma de decisiones
son un tema que a todos nos interesa y el
personaje de Nayeli es un deleite. Me gustó tanto que no quería que la historia
terminara. La recomiendo ampliamente."
Verónica
Huitrón
México, D.F.
Febrero 2016
“Tranquilo y despiadado
el verbo por su dimensión poética... un erotismo callado que se revela en la
poesía de las cosas, en los objetos que cargan sombras de tiempo acumuladas, el
árbol de tiempo que somos, el fruto es el recuerdo deshojándose.
Una novela que indaga
un nuevo registro en la narrativa, no desde el vértigo de lo pasajero, sino
desde la contemplación y el acercamiento ritual al lenguaje de los instantes;
ante una sociedad que indaga la violencia desde la narco novela en la
actualidad, brindándole una voz endiosada y odiosa al hombre como pilar de esos
hechos, y desvirtuando la condición de la mujer sobre estos fenómenos, aparece
la visión de Angélica Santa Olaya, que nos ubica en otras formas de violencia y
reflexión de la cultura, lejos de las armas y el dolor mediático, entregándonos
a la condición del ser, a la reflexión de la memoria... Una feminidad del mundo
que es necesario rescatar para no perder el alfabeto de huellas que hemos
concebido... esos recovecos de azar que nos entrega la vida en forma de amor,
tristeza, deseo, melancolía, traición; en ellos se define la esencia de lo que
somos."
Jorge Valbuena
Escritor
colombiano, mayo 2016
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ENTREVISTA en DIARIO ALITTIHAD
EMIRATOS ÁRABES UNIDOS 2013 |
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ENTREVISTA en DUBAI INVITADA por una SHEIKA |