jueves, 1 de septiembre de 2016

CONSUELO JIMÉNEZ, de Matemáticas a la POESíA. De Barcelona, España.

MANOTEO

A veces soy miedo.
Me paralizo en la orilla del viento.
Mi mirada recorre el subsuelo de raíces tóxicas.
Paseo entre los fantasmas de mi alcantarilla.
Respiro aire viciado de entrañas podridas.
Manoteo.
Me abro camino.
Hay lagañas de ojos tiranos.
Subo lenguas carcomidas.
Ellas lamen metáforas ácidas.
Leo metralla de ego pobre.
Imbécil vanidad.
Destapo palabras clandestinas.
Manoteo.
A veces creo encontrarme entre mariposas rotas.
De vuelo bajo.
De viejo porte.
Y me digo, vete.
Verso traidor inocente amor.
Vete, vete, vete.
Voltea.
Miro al techo.
La luz es ciega.
La puerta se abre.
Entonces, entra ella, la Poesía.
Nace mi libertad.

CONSUELO JIMENEZ

Conocí a Consuelo en Barcelona (donde vive), 
una persona dulce, silenciosa


que se ilumina cuando sonríe.
Coincidimos en algunas ocasiones, una de ellas leyendo nuestros trabajos en “1000 poetas por el cambio” y allí descubrí a la poeta.
Al leer sus versos, estos le cubren el rostro -que trasunta timidez- de una pátina gloriosa y armónica.

Y un día, no hace mucho, su libro llegó a mis manos y vibró en ellas.
Al abrirlo sentí como si un misterio se develara, es que Consuelo no sólo vuelca su sentir en cada estrofa, ella habla de algo que toca nuestra propia naturaleza. Nos habla de sus visceras a nuestras visceras.

Me llamó mi atención que en sus poemas hay una palabra que se repite: NADA. A veces me pregunto si se refiere a la “nada” de Sartre, si es surrealista… si ese vacío existencial que los escritores rellenamos de palabras es una maldición o una simple forma de ser… o es un espacio por donde solemos caer a nuestro propio abismo.

...
"Esta manía mía de escribir
¿a dónde me lleva?
A mí, a mí. 
No es fácil morir
Nada fácil. 
...
Sentirse nada
Nadie
....

Como sea, Consuelo Jiménez sabe rellenar esa nada de una belleza propia y de una Verdad humana con un estilo muy original y particular.

SENTIRME

La oscuridad flor de pétalos abiertos al verso
recorre el perfil de una sombra iluminada.
Empecinada en ser párpado clavado
en el abismo perdido de un mundo
de estrellas sin cielo.
Derramo silencio.
Cierro los ojos.
Borro el mandato de lo correcto.
Templo el momento en el arrullo
de nanas sin otros.
Convulsiono sola por dentro.
Sentirme.
Olvidarme de pasos
que resuenan a cuchillo
cortando el suspiro,
y recibirme con amor.
Luego ya, subir la persiana.
Ser luz en la oscuridad.
Una misma cosa.
C.J.

  

 Le hice algunas preguntas y sus respuestas son de esa sinceridad profunda escritas con la sencillez de quien habla desde el corazón. Por lo tanto, callo y doy lugar a sus palabras:





CONSUELO

Creo haberme tendido al sol,
rodeada de voces taladrando el silencio.
Rompiendo una lanza en favor del día.
Me dije:
Consuelo, insiste en la luz.
Tu ceguera despertará en la noche.
Ahora descansa.
Y tus ojos,
trazos morunos, de intenso negror,
deberán dormir en la profundidad de un sueño lunar.
Cascabeles de alegre son atravesaran la tormenta.
Y en tu sendero,
el reflejo de un nombre,
la vida.
C. J.


Dice nuestra poeta de hoy:
Desde siempre he sentido la necesidad de expresar por escrito todo aquello que permanecía atrapado en mi silencio. A veces la palabra no venía y abstraída ante la hoja en blanco, garabateaba, dibujaba una y otra vez las mismas imágenes, pájaros de perfiles rectilíneos unidos en vértices, sobresaliendo la redondez de cabezas pequeñas cuyo ojo era el único punto de referencia.

Ahora cuando escribo un poema siento las mismas sensaciones que en aquel entonces cuando garabateaba.
Pero hay una diferencia, mientras escribo Poesía interactúo con las cosas, siento su presencia, me alcanzan los movimientos, los ritmos, los colores, me pierdo y me encuentro en la luz, en las sombras, en las voces, en el silencio. La lejanía del universo, y su misterio parece dejarse atrapar entre versos. No busco verdad, ni mentira, no me paraliza la duda, el miedo afloja su soga, camino, continuo, vivo.
Escribir mis pensamientos, emociones, es una forma de leerme por dentro, y al mismo tiempo de destaparme, mostrarme, volar sin alas, ser alma inquieta, viva, ser libre.

No me olvido de mencionar, aquel viejo diario que escribí en la adolescencia, asegurándome de que nadie lo pudiese leer, mi extrema timidez no lo permitía, tal vez por ello siempre fui rebelde y contestaría en el seno familiar.
Pasaban los años y mis estudios no se inclinaban hacia las letras, me entusiasmaban las Matemáticas, eran totalidad, cosmos, entre ellas podía pasarme horas enteras hasta perder la noción del tiempo, ahora eso mismo me sucede con la Poesía.

Durante los años de estudios mis lecturas en relación a la literatura, se ciñeron estrictamente a las pautadas en los cursos escolares, no sentía ninguna inclinación especial hacía las letras.
En este sentido todo ha cambiado, las Matemáticas se han convertido en Poesía.
Me gusta ese mundo poético siempre abierto, inacabado, incompleto, infinito, inalcanzable, lleno de belleza y libertad.
Mi primer poemario “La huella de tu olvido” lo escribí entre los años 2012 y 2013 y fue publicado en el 2014, nacía como un acto de entrega y amor enlazado o desencadenado a consecuencia del Alzheimer, enfermdad que desde hace diez años padece mi madre.
“La huella de tu olvido”, representa mi nacimiento poético, es un libro con cierto matiz de inocencia, limpio, sano, mi “niño chico”, mi debilidad.
En este año en curso, ha nacido mi segundo poemario “Palabra duende sin final” con el que sin duda me declaro y me siento poeta no  por  leer y escribir versos, sino porque la Poesía ya forma parte de mí, sin ella no sé si soy, ella es mi ser y mi estar.

Lo próximo que me gustaría escribir, es un libro de relatos brevísimos, que con poco se dice mucho, como en la Poesía.
También me gustaría escribir un poemario construido desde la calma, pausado, lento, donde las palabras descubran imágenes nuevas con las que soñar y despertar.
Por último, decirle a todo aquel que quiera escribir versos que cuando se siente la Poesía, sabiendo o no sabiendo que es Poesía, no hay que cerrarle jamás la puerta, ella entra sin avisar y se queda.


MASCULLANDO

Hay en el latido,
un rubor a rocío.
A pétalo abierto.
A flor encendida.
A manos ardientes.
A cuerpos trenzados.
A sexo húmedo.
A gemido.
A amantes.
A deseo
A versos libres.
A palabra.
Palabra.
Placer de largo vuelo.




FÉRREA

Se secó mi alma.
¡Qué se la lleve el diablo!
¡Qué me la devuelva insana!
Envenenada.
Doblada
y con sabor a infiel.


BIOGRAFÍA BREVE:

Consuelo Jiménez Martín (Barcelona 1961). Cursó estudios de magisterio.
En el 2014 publica su primer poemario “La Huella de tu Olvido” creación vinculada a la enfermedad del Alzheimer.
En el 2016 publica su segundo poemario “Palabra duende sin final”.
Ha participado y colaborado en la publicación de La Antología Poética “Sueños Compartidos” de la asociación de Poetas de Cornella.
Colabora en las revistas poéticas digitales “Azahar” de España y “Gealittera” de Argentina.
En el 2015 participó en el Certamen del V Festival “Grito de Mujer” celebrado en Jerez de la Frontera.
En el mismo año participa en el recital internacional “100 mil poetas por el cambio”.

Poeta de claras influencias de poetas como Alejandra Pizarnik, Consuelo crea poemas de verso breve, de lectura ágil, casi entrecortada (ritmo que indica a veces el desasosiego del yo poético). Siempre nos presenta el poema con ciertos matices al claroscuro, con la pregunta incesante como motor del poema, con la duda que acecha, con la incertidumbre existencial que la persigue, que casi la acorrala, pero el ánimo infatigable de la autora nos presenta y se ofrece a sí misma un punto de fuga. El lector es invitado a la reflexión, a convivir consigo mismo, en soledad; elemento fundamental en la poesía de Consuelo, conjuntamente con los anhelos de ser comprendida, de entenderse a sí misma, y de crear un puente con los demás y el mundo exterior. No es una poesía complaciente ni ligera, es por el contrario una poesía que bucea más allá de lo aparente, que se adentra por los intrincados laberintos del subconsciente. Poesía en definitiva para lectores atrevidos y arriesgados, que no se conforman con la verdad manida ni con los lugares comunes. Poesía sin más artificio que la verdad desnuda del ser consigo mismo y del ser frente a su destino.
Francisco Serrano Rodríguez

LOS POETAS

¿De qué cielo hablan los poetas?
¿Qué vanidad arrastran?
¿Qué sentido tiene su pálpito?
Ellos son párpados erizados
entre delirios y sueños.
Sus ojos se abren a desvelos.
Se cierran al tiempo.
Lo congelan con sus versos.
Pero, ¿de qué hablan los poetas?
¿Quiénes son ellos?
¿Callan lo que aman?
¿Odian lo que callan?
¿De qué claridad, sombra y luz escriben?
¿Es el amor lo que les mueve?
¿O esa libertad de creerse libres?
Eternos divinos,
vestidos de envolventes palabras
y sutiles metáforas.
¿Cuál es la realidad del poeta?
Solo hay una.
Su verdad y su mentira.
Ahora es de cortesía.
Aquí, por vez primera.
Declararme poeta.


PRÓLOGO

No hace mucho tiempo leí al comienzo de un libro unas palabras del poeta granadino Rafael Guillén (generación de los 50) que dice: “Bien sabido es que las palabras son las andaderas del pensamiento y que necesitamos apoyarnos en ellas para desplazarnos por
dentro de las ideas y para recorrer los pasillos, con frecuencia angostos y mal pavimentados, que conducen de una idea a la otra”.
Las palabras que invitan a leer la poesía de Consuelo Jiménez Martín no sólo es la idea la que conduce los versos. Lo más grande de esta poeta es que desnuda su alma en todos sus escritos. Ella misma comenta que sus versos “son como el vuelo del viento que va y viene”. Y estos al levantar las alas anuncian: “CALLA…QUE HABLEN LOS VERSOS”. Regalándonos así el sentir de todas las emociones que brotan en su piel sin dejar ninguna encerrada en la caja de su corazón. Porque esta mujer es en sí misma pasión y vida. Esa vida que abraza sus poemas y nos habla de la muerte, del miedo, del dolor, del amor y de la pasión. Y ahí está para hacérnoslos vivir y estremecernos. Sin palabrería con claridad de ideas, franca y sincera. Pero si leemos con detenimiento su poesía descubrimos ese cierto grado de misterio que rodea algunos poetas y nos deja al lector entrar en su obra con deleite, buscando más allá de las palabras escritas. Y por consiguiente percibir e imaginar lo que su poesía esconde o nos descubre.

En su poema “ES POESÍA LA VIDA”. Encontramos a la autora caminando entre la vida y la palabra. Lo que realmente hace es liberarse para crear sin barrera alguna. Con el alma en silencio y la voz en el gesto.
“Al caminar sólo una voz
penetrando en la espesa
capa de la imaginación,
la del viento.
Y en el suelo, la bruma.
Púrpura del sol luce al paso.
Piso las hojas.
Me acompañan sus huellas.
Es poesía la vida.
Escribo.”

Le preguntaron en una entrevista de radio que a qué edad escribió su primer poema, ella respondió que posiblemente sería: “cuando empecé a garabatear figuras sin formas determinadas perfilando aquellas imágenes sobrepuestas con un bolígrafo azul.  Si eso se considera escribir. Entonces esas fueron mis primeras palabras”.
En su poema “SUCEDIÓ”, vuelve a garabatear sintiéndose fiel a la palabra. Recordándonos que siempre es la palabra la que le quita el sueño y la enamora. Por esos desvelos nocturnos fluye su luz, y consigue así alcanzar la esencia personal que tienen sus poemas.

“La palabra parece eco en el vacío.
Sé que está.
Volví a garabatear la voz.
Ella se paraliza justo en mi frente.”
De aquellas primeras imágenes digámoslo así, ha pasado algún tiempo y en estos momentos Consuelo Jiménez es una poeta que día a día va creciendo.  Porque sólo ella sabe dar belleza a la palabra con esa forma tan personal y única de hacer poesía. Es una puerta abierta al Universo Creativo donde sus versos son un torrente de sentimientos compartidos. Y todos los que la conocemos sabemos de su gran energía vital y pasión al escribir. Es poeta del hoy de las que se arriesgan a vivir el presente. Todo lo que su retina fotografía y no pierde de vista lo lleva paso a paso a la palabra sin filtros, con madurez, con tenacidad, con valentía, o simplemente con una gran ternura.
En este su segundo poemario “PALABRA DUENDE SIN FINAL”. Da un giro de trescientos sesenta grados. Se nos presenta con una poesía de mayor riqueza en palabras, contenido y con mayor libertad de expresión, creación y comunicación. En su primer libro editado con el nombre de “LA HUELLA DEL OLVIDO”, Dedicado íntegramente a su madre y a la terrible enfermedad que padece ALZHEIMER. Aquí sus poemas son herméticos, cerrados, pero nos da la ocasión de leer sus preguntas y respuesta a emociones encontradas entre el amor de ella y el no recuerdo progresivo de su progenitora.
Seguimos sumergidos en la lectura de “PALABRA DUENDE SIN FINAL”, para poder rendirnos como lo hemos hecho anteriormente con su léxico tan propio y esencial como su fuerza.
En su poema “SENTIRME”. Encontramos a la poeta desnudando su alma en toda su sensualidad. (Éxtasis de palabras en el silencio).

“Derramar silencio. Cerrar los ojos
borrando el mandato de lo correcto.
Temblar el momento en el arrullo
de nanas sin otros. Convulsionar
sola por dentro, sentirme.”

Cuando nos habla de ese sentimiento único, mágico siempre, esperado en su todo, donde la verdad tiembla en perenne ternura. Sé nos ofrece con naturalidad y sencillez. Con esa franqueza que caracteriza toda su obra. En “MÁS QUE MÁRMOL”. Poema lirico e intimista de una inspiración exquisita y palpitante. Nos sorprende con todo su apasionamiento y sensibilidad. Hablándonos de amor.

“Tus pupilas, volcán en mis labios,
son versos sin poeta.
Escritos en el infinito de la duda,
donde la mediocridad sabe a pureza.
Nada más.”

Muchísimas gracias Consuelo Jiménez, por confiar en mí, dejando en mis manos el prólogo de tu segunda obra este poemario que vuelvo a leer y releer, pero poco a poco, como si saborease un café placentero e intenso.  Y debo confesar que cada vez que me detengo en un poema descubro la enjundia y belleza de tu creación esa que nace tan natural como un manantial de agua espontánea.
                     
                                  Ana Isabel Pérez Pizarro

4 comentarios:

  1. Bonita creación y con el talento como rampa de salida, aunque creo que la sensibilidad va a la par. ¡Enhorabuena y un abrazo!
    ¡Un abrazo, Mónica!

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  2. Precioso y rico relato. Hermoso recorrido. Bello resultado .
    Sabe a alma..

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