Tratándose de un autor novel e
independiente Antonio Pascual Lázaro (nacido en Zaragoza (España) el 30 de
enero de 1.954.) no tiene mayores críticas ni buenas ni malas. Sin embargo, puedo
recomendar el libro que terminé hace poco, a quien quiera recordar sus años en
los que el televisor no era un comensal más, en los que se podía hacer travesuras en la
calle porque la calle no era un lugar de peligro y de locura como lo es hoy en
casi todas las ciudades… o para los jóvenes que deseen entender cómo se vivía sin
video juegos, sin teléfono y mucho menos móvil… la relación con una familia que
luchaban todos juntos por salir adelante…
el libro que acabo de leer, casi una película en sepia, habla de las
costumbres de los 60 en Zaragoza, muy parecida a la mía en Buenos Aires,
Argentina y, supongo que en muchas otras ciudades.
“Toñín. Una historia en blanco
y negro”. Un libro de tapas blandas, de
220 páginas. Es su segundo libro y el
que acabo de leer, mientras Antonio presentaba esta autobiografía en Borja. Dice
el autor: “Toñín es un niño de una familia media que vivió en la España de los
años sesenta. Lo que empezó como un relato para uso estrictamente familiar se
ha convertido en una novela costumbrista, con una mezcla de humor, ironía,
ternura y escepticismo, con la que intenta despertar la nostalgia de los que
vivimos aquellos años y la curiosidad de los que no llegaron a tiempo de conocerlos.”
Y sigue
comentando: ¨Un lector me comentó que, al leerlo, había sentido la sensación de
que era yo mismo el que le estaba contando de viva voz mis historias. Esa misma
opinión, con palabras parecidas, la corroboran otras personas. Eso es así
porque procuro escribir con un estilo ágil y desenfadado, muy acorde con estos
tiempos en que leemos con la tele encendida y con el tintineo continuo de los
wassaps de música de fondo. Intento huir de los párrafos de lectura farragosa
que hay que volver a releer tres veces para entenderlos, procurando en todo
momento que prime la sencillez sobre el alarde literario.¨
Le hice
varias preguntas y me contestó con la misma sencillez y veracidad con la que
escribe su libro, el que por cierto es una delicia, además de la frescura con
que rebela intimidades de infancia, tacos que soltaba el padre, secretos de los
negocios de la familia, tiene una sucesión de hechos y vistas de los personajes
y de los paisajes que lo hace realmente vívido, auténtico.
He aquí sus respuestas:
“Todavía
me da mucho pudor denominarme escritor. Hace muy poco tiempo que he publicado y
lo considero una afición. Estoy muy lejos de ser un escritor profesional. La
conciencia de ser escritor, la sentí muy bien cuando hice la presentación de mi
segundo libro, el Toñín, cuando me entrevistaron en la radio aquel mismo día,
cuando escuché los aplausos al finalizar mi intervención y cuando firmé
ejemplares posteriormente.
Recuerdo
que lo que más me gustaba de las tareas escolares de mi niñez, de cuando fui
Toñín, eran las redacciones que nos mandaban hacer los maestros. Luego pasé por
mi fase de lector y posteriormente estuve volcado en mi profesión médica. Ha
sido a partir de mi jubilación cuando empecé a escribir, primero muy
tímidamente hasta que hace alrededor de un año me decidí a publicar mi primer
libro “Relatos para gente normal”.
Yo
suelo decir que me gusta leer todo lo que cae en mis manos, hasta los manuales
de instrucciones. Desde los libros técnicos hasta la poesía pasando por la
narrativa de todo tipo, creo que de todo se puede aprender si está escrito con
sensibilidad, con trabajo y con corrección.
Me
gusta mucho el relato breve, por eso mi primer libro publicado, los “Relatos
para gente normal”, es una compilación de 36 historias cortas independientes.
Creo que el relato breve se adapta muy bien al tipo de vida vertiginoso que
llevamos en este siglo XXI.
La
primera redacción no me importa hacerla con el ruido ambiente normal, pero
cuando quiero corregir mi primer escrito prefiero el silencio o una suave música
melódica de fondo. Suelo escribir la primera redacción por la noche, pero para
corregir fallos y mejorar el escrito prefiero estar por la mañana, bien
despejado. Ante el primer libro tuvo una sensación extraña, como la de algo que
nunca hubiera esperado. “Cuando me llegó el libro de prueba de mis “Relatos”
creí que era un sueño y se me erizó el vello. Era la emoción de tener un libro,
como los de mis estanterías, pero con mi nombre impreso. Fue algo realmente
emotivo para mí.”
No sé
lo que será mi tercer libro y barajo varias opciones. Seguramente me decantaré
por relatos breves unidos por un hilo conductor que los relacione.
A
alguien que quiere publicar su primer libro le diría “Que no deje escapar esa
idea de su cabeza. Que desde el primer minuto piense que escribir un libro y
publicarlo es una experiencia única. Que va a tropezarse con bastante
incomprensión porque para él su libro es algo mágico, pero los demás lo ven
como un objeto común. Y sobre todo que piense que escribe para su propia
satisfacción y que un libro es un artículo de muy difícil venta, que
Toñin nos mira desde los escaparates y desde nuestra memoria... algo que muchos queremos rescatar para seguir con la ilusión de que un mundo mejor existió y puede volver a vivirse.
Mónica Ivulich
BIOGRAFÍA
Licenciado en Medicina y
Cirugía, Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria y trabajó como Médico
en diversos puestos de la Sanidad Pública española desde el año 1.978 hasta el
2.000 en que un infarto de miocardio lo apartó de mi profesión.
Desde entonces aprendió a
gestionar su abundante tiempo libre dedicándose a sus dos aficiones favoritas,
una eminentemente de “Ciencias”, el mundo bursátil y la otra de “Letras”, su afición a la escritura.
Dice: ‘Empecé a escribir sin
ninguna pretensión de salir de mi ámbito familiar y de amistades. Mi afición
por la informática y sus programas, por el diseño y la imagen, me convirtieron
casi sin querer en un autor independiente con dos libros publicados. Ahora a
los escritores independientes nos llaman “indies”. Yo soy completamente
independiente. Yo escribo mi libro, lo maqueto, diseño la portada, la
contraportada y el lomo, lo edito y lo publicito. Por todo ello, no tengo
ningún contacto con ninguna editorial convencional. Yo mismo lo pongo a la venta
en amazon tanto en su versión impresa como en su versión digital y a base de
participar en grupos de literatura de facebook consigo que alguien lo compre.
No me gasto un solo euro en ninguno de esos procesos. Creo que soy el más
“indie” de todos los “indies”. Mi primer libro se titula “Relatos para gente
normal” y es una recopilación de 36 relatos breves de todo tipo. Empecé con
mucha timidez porque tardé en darme cuenta de que era un libro digno y capaz de
entretener al lector.´
Toñin nos mira desde los escaparates y desde nuestra memoria... algo que muchos queremos rescatar para seguir con la ilusión de que un mundo mejor existió y puede volver a vivirse.
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He aquí un fragmento de este libro memorioso y tierno:
“Mi tío Ángel, el hermano pequeño de mi padre, era zapatero. Empezó como un profesional de postín creyéndose que iba a calzar a la familia real, pero por su mala cabeza acabó su vida laboral de zapatero remendón en un patio del barrio de la Magdalena. Un día se ofreció a hacerme los zapatos de mi primera comunión, unos zapatos de piel blancos, en consonancia con el realce que se supone a todo almirante que se precie.
-Toñin, ya verás que zapatos te voy a hacer, el mejor regalo para tu comunión, de piel de vaca de primera y a medida, los sentirás en los pies como si fueran unos guantes-.
Vino a casa con unos patrones de cartón, me subí encima de ellos y pasó el lapicero por mis pies para siluetearlos, tomó las medidas, las apuntó en una libreta y yo pensé en la suerte que tenía porque mi tío era zapatero.
Parece ser que la rapidez y la puntualidad no estaban entre sus cualidades. Iba pasando el tiempo, los zapatos no llegaban y mi madre cada día estaba más nerviosa.
-Toñín. Tu tío siempre tan informal. La semana que viene es la comunión y ya tendrían que estar aquí tus zapatos. No se pueden dejar las cosas hasta última hora y se lo he dicho mil veces. Estoy nerviosa perdida-.
Por fin, dos días antes de la ceremonia, mi tío se presentó en casa con la caja de zapatos envuelta en papel de regalo. Mi madre la abrió apresuradamente y aparecieron unos zapatos blancos de cordones realmente preciosos. El problema llegó cuando me los quise probar. Ni haciendo fuerza con el calzador me entraban los pies. Solo después de mucho intentarlo lo conseguí aun a costa de tener que llevar los dedos doblados dentro de los zapatos. La sensación era horrible y el dolor inaguantable.
-Mamá, mamá, me duele muchísimo, es que no puedo ni ponerme en pie-.
Mi madre con cara de circunstancias miraba a su cuñado sin saber bien qué decir. Mi tío hizo mutis por el foro, desapareció con discreción y yo quedé allí, con mi madre, llorando y pensando cómo se podía arreglar ese problema a tan pocas horas del día señalado.
No hubo ninguna solución. No me quedó más remedio que echarle un par de huevos y soportar estoicamente el dolor, intentar poner buena cara en las fotos y esperar pacientemente a que pasaran las horas para librarme del tormento. Por culpa de los zapatos de mi tío, recuerdo el día de mi primera comunión como uno de los peores de mi vida
Por eso, cuando después de la ceremonia me vi sentado en el comedor del “Pasgon”, con el primer plato delante de mis narices y noté que mi madre se agachaba y me quitaba los zapatos, sentí una agradable sensación en mis pies difícil de definir.
-Pero mamá, ¿Cómo me los pondré luego para volver a casa?- le pregunté.
Mi madre abrió disimuladamente su bolso y pude ver que allí estaba nuestro calzador de metal que entonces me pareció un objeto valiosísimo. Ya solo quedaban los últimos doscientos metros de sufrimiento que había desde el “Pasgon” hasta mi casa.”
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