MARISOL VERA GUERRA
I
hay mujeres que
viven dentro de una casa
esto puede parecer
normal
completamente
lógico
porque
para eso sirven las
casas
para ser habitadas
por Ellas
los geranios que colorean el patio
la luz dormida sobre el azulejo
el dosel amarillo de la cama
el gato que gobierna el tejado
las jardineras el pórtico la cerca
sólo están ahí como el reflejo de un pez
en la superficie
del agua
el otro animal sin concha llega a la mitad del día
a vaciar la jarra
de leche en el lavamanos
a ensillar el
caballo y a pulir las aldabas
mientras Ellas
abrazan las paredes como madreselvas
soportando el peso
exacto de la construcción
el aire que sube por la tubería es su
sangre
livianita
oscura tibia al menos
hasta que la
cáscara del tiempo se desgaja
del
libro de su autoría: Gasterópodo
Que MARISOL VERA GUERRA es una poeta joven se dice
fácil, que es humilde como sus versos en minúscula y que es multifacética también. Pero mi sensación de leer a una chamana de
la literatura, de sentir la palabra encarnada es otra historia…
Su maternidad como parte de su destino forestal es
de un hechizo que supera
la alquimia femenina.
Marisol es como una imagen fractal de la mujer y
del ser humano, su actividad creativa pluridisciplinaria, su conciencia de
aunar su familia, sus roles y su vocación artística con amor, responsabilidad y
sencillez la convierte en deidad de varios brazos y un gran corazón.
Tuvo la gentileza de contestar varias preguntas
para que la conozcamos en su vida privada y laboral-creativa. Sus palabras
valen más que mis elogios. (Le siguen más poemas, biografia,
comentarios-reseñas y mas poemas.)
He aquí sus respuestas que publico tal y como me
las contestó, con amor, agradecimiento y respeto:
¿Eres
escritora de carrera o has seguido alguna carrera?
Soy licenciada en
psicología. Mi formación como escritora ha sido esencialmente autodidacta,
desde niña. En la década pasada formé parte del taller de literatura ARGOS que
impartía la Doctora en Letras Ana Elena Díaz Alejo, en Tampico, Tamaulipas,
donde vivía. Ella me ayudó a conocer herramientas formales de escritura, me
mostró a diversos autores y alimentó mi pasión por las artes.
¿Vives
de la literatura? O ¿Cuál es tu ocupación?
Sí, vivo de la literatura, aunque no sólo del acto de
escribir. Tengo una editorial. Soy editora, tallerista, ilustradora, y obtengo
mi sustento del conjunto de diversas actividades relacionadas con la
literatura, la edición y las artes visuales. Además, debo admitirlo, muchas
personas son generosas conmigo y aparecen en mi vida como hadas madrinas que me
impulsan a seguir creando.
¿Con
quién vives y dónde? ¿Te acepta tu familia como escritora?
Vivo con mi esposo
y nuestros tres hijos, en Monterrey. Él viaja a menudo por lo que la mayor
parte del tiempo estoy únicamente con mis niños de 8, 3 y 1 años. Mis padres y
hermanos residen en otro estado. Crecí en el seno de una familia tradicional en
Tantoyuca, Veracruz. Desde niña manifesté interés por la literatura y mis papás
parecieron aceptarlo, incluso alentarlo (mi papá en su mocedad tuvo el sueño
trunco de ser escritor, ya de adulto ha compuesto canciones y acrósticos), pero
no vieron las artes como una verdadera profesión a la que dedicaría mi
existencia, creyeron que sería profesora de primaria, con una vida parecida a
la de ellos y que incluso me quedaría en el pueblo donde crecí. Que mi familia
comprendiera mi decisión de dedicarme exclusivamente a la literatura no fue
fácil, sobre todo cuando me convertí en madre, me presionaban mucho para que
eligiera un oficio más “formal”; para mi madre especialmente fue duro que yo no
me convirtiera en lo que ella quería; afortunadamente esa etapa de lucha y
presión ya pasó, hemos madurado juntos y el amor ha prevalecido sobre las
diferencias.
En cuanto a mi
esposo, él adora que yo sea poeta, pero durante nuestros
primeros años de
matrimonio batallé para que comprendiera mis compromisos como escritora, por
ejemplo, asumir una publicación o leer en un foro, lo cual él veía como
banalidades como si lo único importante fuera escribir y no publicar;
actualmente eso también ha cambiado, él respeta y alienta mis decisiones y,
debo decirlo, es una de las figuras centrales de mi mitología literaria.
Presentación Gasterópodo |
Mis hijos, a pesar de ser tan pequeños, se involucran mucho en lo que hago dentro del arte, los tres dibujan conmigo, el mayor que es bastante bueno (y creo que me superará muy pronto) es mi crítico más eficaz. Además, poetizo a menudo mis vivencias con ellos, de modo que sus risas, sus llantos, sus jalones de pelo son parte de la materia prima de mi escritura. |
¿Cuándo
decidiste que eras escritora?
Cuando tenía doce
años. Antes de eso yo quería ser científica.
¿Qué
fue lo primero que recuerdas haber escrito? ¿A qué edad?
Un poema para mi
abuela materna, a los siete años; el segundo poema fue para mi madre a los
ocho. Recuerdo haber escrito muchos cuentos, una pieza de teatro y hasta un
intento de novela antes de terminar la primaria. Además, tenía mi propio
periódico fantástico, en hojas de máquina inventaba noticias y las ilustraba.
También dibujaba cómics sobre mi vida cotidiana.
¿Quién
te ha influido en tu vida literaria?
Yo diría que quien
primero me hizo querer ser poeta no fue un literato sino un científico: Carl
Sagan, su libro Cosmos cultivó parte de mi pensamiento básico: el universo es
poesía. Ya en un plano más formal me influyeron fuertemente tres autores que
leí al final de mi niñez: Edgar Allan Poe, Gustavo A. Bécquer y Oscar Wilde.
Después, en la adolescencia, García Márquez e Isaac Asimov. Al comienzo de mi
vida adulta Arthur Rimbaud, Franz Kafka, Hermann Hesse, William Blake y Sylvia
Plath. Además dos libros han sido de manera cíclica mi fuente de imágenes: El
Quijote y La Odisea. A quien más recurro hasta la fecha sigue siendo Poe. Lo
adoro.
Otras grandes
influencias que he tenido en mi proceso creativo son el cine de Ingmar Bergman
y la obra de Van Gogh.
¿Qué
temas son tus preferidos? Y ¿cuáles géneros has incursionado?
Escribo poesía,
ensayo, cuento, novela, dramaturgia; también experimento con dibujo,
videopoema, performance… es difícil hallar un género que no me llame la
atención, siempre estoy tratando de aprehender todas las formas posibles de
expresión.
Escribo,
principalmente, sobre mi realidad inmediata, lo que conozco, lo que vivo, a
menudo transfigurado a través de la imagen poética. En el caso del ensayo me
gusta hablar sobre ciencia, educación y acerca de la obra de otros escritores.
No, para nada, con
tres niños pequeños en casa sería muy poco práctico depender de las musas y de
los rituales. Yo siempre estoy inspirada, siempre tengo algo qué decir, lo que
no siempre tengo es el tiempo o los recursos materiales para construir la obra
que está en mi cabeza, aun así, escribo constantemente. Yo escribo y dibujo con
una bebé pegada al pecho y otra trepada sobre mi espalda, mientras mi hijo
platica conmigo y se cuece el arroz. Escribo en la estación de metro, mientras
espero en un consultorio, hasta en la sala de parto, en todos lados pues. Es la
música del mundo la que escucho de fondo.
¿Qué
es lo próximo que te gustaría escribir?
Una novela de
terror, es un género que siempre me ha fascinado, pero no lo he desarrollado.
¿Te
sentiste diferente, bien, o como, después de publicar por primera vez?
Me sentí muy
contenta y cada nuevo libro me da mucha alegría.
Nacional de escritores Jóvenes Conarte |
Que primero se
asegure de que eso es lo que él quiere decir, que esa es la manera en que se
quiere representar ante un público lector; si bien es importante hacer caso a
la crítica, también es esencial, a mi juicio, que el autor se sienta cómodo en
sus letras. Quizá nunca estará del todo satisfecho, esa insatisfacción es parte
del impulso para continuar escribiendo, pero sí puede tener una percepción
aceptable de lo que ha escrito y asumir esa responsabilidad.
Publicar me parece
parte del proceso de creación, porque un libro es el final de un ciclo creativo
y el umbral de un ciclo nuevo. No necesariamente debe publicar en el soporte
tradicional, ahora están las redes sociales, los blogs, otras plataformas que
me parecen igual de válidas que el papel. Quizá el riesgo es que al quitarle la
formalidad a la publicación también se puede perder objetividad. Publicar no
nos convierte de manera automática en escritores. Ser autor de un libro o de un
texto no nos inviste de arte, para ello se debe tener disciplina, entonces
también le sugeriría no dejarse arrastrar fácilmente por las trampas del ego.
Cultivar el criterio y la sobriedad hacia uno mismo.
A veces he visto
que la energía creativa se atora o se congela porque el escritor no le da
salida a su escritura, la cual siente como algo que poco a poco va dejando de
representarlo. Publicar puede ser un acto muy liberador.
Le diría que no sea
tan aprehensivo, que todo fluye, no necesita haber acabado el libro perfecto
para sacarlo a la luz.
con la poeta colombiana Luisa Isabel García |
¿Qué
otras artes practicas?
Aparte de la
literatura, el dibujo, es algo con lo que complemento a veces mi escritura.
También he participado de manera experimental en teatro y performance. Todo
finalmente lo relaciono con la poesía.
¿Hay
algo más que quisieras decir y no te he preguntado?
Sólo agregaría las
gracias por tu tiempo y tu amabilidad al darle un espacio a mis letras. Espero
que encuentres en ellas algo digno de mencionarse. Un abrazo cálido.
Marisol Vera Guerra
MINOS
a punto
veo dormir a mis
hijos
pequeños guisantes
blancos envueltos por la calma
cíclica
matemáticamente
ensamblados al
continente del cuerpo
roja bocanada de aire
Haku
que me rasgó un
paisaje (su horizonte de pájaros azules)
Morgana
que sólo tiene un
mes no necesitas más quiero decirle
para qué
estamos bien así
tú recién salida de la fragua
yo con mi cabeza intacta
quién diría que mis
manos desmenuzarían estrellas
en la nieve
pero aquí no hay
nieve
apenas un collar de
hueso
la sonrisa eterna y
deliciosa de los desposeídos
que infaman la
calle con sus amores
los chanates se pasean por mi jardín
reyes de un país donde los cuervos han
enmudecido
no logro entender su lenguaje
algo sobre mujeres y decapitaciones:
todas unas putas
bajo las rocas arde
la risa solemne de
los escarabajos
–antes
una flor blanquísima
se
deshojó entre mis labios–
ahora
voy perdiendo el
ansia de volar
detesto mi reflejo
inútil geometría en un
pozo de mercurio
pronto las ondas
tomarán su curso
y mis niños
seguirán sonriendo
cosidos a la
esperanza
jalo hacia mi pecho
el hilo de su alma
como Ariaghne
pobre pobrecilla
aguardando al amante
que vendrá con sangre de toro en
los puños
¡tantos siglos!
y las mujeres
seguimos quedándonos dormidas a la orilla del océano
NUCIS
he hallado una nuez
muy cerca de mi
casa
entre guijarros que
pulen la orilla del agua
pequeña y sola
autocontenida en su
mundo
sola
como la falange en
mi dedo meñique
se la he obsequiado
a mi hijo
él la estrella
contra el suelo y dice te acuerdas mami
cuando partíamos nueces
en nuestra otra casa con un tubo rojo
eran tan duras como ésta
y también sabían a tierra
el aire nos traía
noticias del desierto
lo cuervos llegaban
a instalar su graznido en la ventana
pero no había
nogales ni mariposas
ningún lecho donde
Heráclito soñara
lo veo claramente
ahora
que el sol se
desliza por el puente San Antonio
y el fruto seco se destroza
LA VERDULERÍA DE LA
ESQUINA
de pie junto
al muro que aísla
mi calle del resto del cosmos
veo salir a los
niños
hacia la
mañana el futuro sobre dos ruedas
y un hada madrina
hermosa
pasan frente a la
verdulería
donde los hombres
cargan bultos llenos de tiempo
cajas con algo parecido al amor
van disponiendo la
verdura fresca
sobre un tapiz
las papas aquí las lechugas allá
constelación de
estrellas vegetales
a guisa de dios
organizando un ajedrez magnífico
y yo
sobre el tejido
roto de la realidad
devoro la radiación
de risas (su destello)
esperando a que las
mesas vuelvan a quedar vacías
a que el sol se
haga negro
y nadie más emerja
de este agujero
entonces mi cena
estará lista
con un merengue
de larvas
del libro de su autoría: Gasterópodo
(Al
final publico más poesías de este libro)
ESBOZO BIOGRÁFICO:
Soy una mujer de mar, pero también soy una mujer de
monte. Nací en Ciudad Madero, Tamaulipas el 27 de septiembre de 1978; crecí en
Tantoyuca, Veracruz, y regresé a Tamaulipas antes de cumplir la mayoría de
edad. Hija del Xochipitzahuatl y el zacahuil, mi niñez y adolescencia
transcurrieron entre continuos viajes por la Huaxteca veracruzana y la
tamaulipeca; entre los verdes lomeríos de la sierra y el crisol salitroso del
Atlántico; entre el huapango, las leyendas de nahuales y la frescura de los
ríos.
Desde pequeña me familiaricé con teenek y nahuas,
los dos grupos étnicos que plenamente pueden identificarse como habitantes de
la región huasteca. La música de su lenguaje, los colores de sus danzas y el
sabor de su comida son inherentes a mi identidad. Soy de ascendencia nahua por
vía materna. Mi abuela, Eusebia, y mi madre, Petra, son originarias de la
comunidad de Tezizapa, municipio de Chicontepec, Veracruz.
En Tampico conocí a quien durante años fue mi
mentora, mi mecenas y mi editora, la doctora en Letras Ana Elena Díaz Alejo,
cuya amistad atesoro en el crisol más hermoso de mi existencia; del taller
literario “Argos”, que ella impartía en su casa, emergimos distintos autores
que hoy tenemos vuelos diversos. En 2012 me mudé a Monterrey, Nuevo León, donde
radico actualmente.
Maratón Literario Conarte |
La poesía es lo que une mi alma fragmentada,
escribo porque es inevitable. También hago ensayo, narrativa y dramaturgia. Mi
otra pasión durante toda mi vida ha sido el dibujo, aunque en esto nunca he
tomado clases formales. Trato constantemente de abrir nuevos canales de
experimentación en el arte. Experimento con el videopoema y el performance.
También soy editora. Gran parte de mi obra es de carácter confesional y, por
tanto, mi biografía completa está dentro de mis poemas. Estos han evolucionado
en el tiempo, desde una voz un tanto inocente y fincada en la tradición hasta
una búsqueda que se inserta en la posmodernidad, con un marco cada vez más
cotidiano. Soy madre de tres niños y uno de mis propósitos como escritora es
integrar el arte a la vida, así ellos, mis hijos, tanto como mi esposo y otros
hombres y mujeres que han compartido mi cotidianidad, forman parte de mi mitología
personal, mi imaginario poético.
SEMBLANZA LITERARIA:
FORMACIÓN ACADÉMICA:
Licenciatura en psicología.
ESTÍMULOS:
Beca del Instituto Tamaulipeco para la Cultura y
las Artes, 2010, con el proyecto Imágenes de la fertilidad: canciones al hijo del
viento (poesía y ensayo), próximo a publicarse por esta institución.
LIBROS (POESÍA):
Gasterópodo,
Ediciones El Humo, 2014 .
Canciones de espinas, Ediciones Poetazos, 2014.
Tiempo sin orillas, Voces de Barlovento Editores,
2009.
PLAQUETTE (POESÍA):
Crónica del silencio, Letras de Pasto Verde, 2009.
ANTOLOGÍAS (POESÍA / ENSAYO):
Ensayo panorámico de la literatura en Tamaulipas,
ITCA, 2015.
La luna e i serpenti. Prima antologia di landai
hispanoamericani, Progetto 7Lune, 2014
Verso Norte Bitácora de Voces 2011, UANL / PD,
2012.
Aquella voz que germina, retrosubjetiva de poesía
tamaulipeca, Gobierno de Tamaulipas, 2010.
Memorias: Primer encuentro regional de mujeres
poetas del noreste y quinto encuentro de mujeres poetas en Huejuquilla,
Tintanueva ediciones, 2010.
Perros de agua, nuevas voces desde el sur de
Tamaulipas, Ayuntamiento de Tampico / Miguel Ángel Porrúa, 2007.
Seis alaridos, Voces de Barlovento Editores, 2005.
Armas y Letras, UANL, No. 82-83, 2014
La linterna mágica (nueva época), Revista
independiente de arte y cultura, No. 1, 2, 3, 4, 2014
Arenas Blancas, Universidad Estatal de Nuevo
México, 2010
Punto de partida, UNAM, No. 156, 2009
Saloma. Letras entre ríos, Voces de Barlovento
Editores, Vol. 1 al 7, 2006-2008.
Mar con soroche, Intemperie Ediciones, No. 4, 2007
Síntoma, lo que todos padecemos, Proyecto
beneficiado por el ITCA, 2006
PRENSA:
Columnista del periódico La Razón, de Tampico, de
2009 a inicios de 2016.
PUBLICACIONES DIGITALES:
Quinta plaquette di poesia Ispanoamericana 7Lune,
2015
http://blog.progetto7lune.it/2015/01/dalla-quinta-plaquette-di-poesia_30.html
El yo desmembrado, Zona no verbal, 2014
TEATRO:
Restauración del Paraíso; Fotografía sin luz; La
caricia de los tulipanes; Lilith o El Juicio de la Serpiente.
VIDEOPOEMAS
Rasgaduras; Estasis; Desmembramiento de los
minutos.
ARTE VISUAL
Visibilizar: Autorretratos en los que se explora la
relación entre el cuerpo, el yo y la maternidad.
El yo desmembrado, eBook de poesía visual. Zona no
verbal, 2014.
FOROS LITERARIOS:
XXIV y XXV Feria Internacional del Libro de
Monterrey (2014 - 2015).
Maratón literario, CONARTE (2013 - 2016).
I y II Festival Miradas paralelas, Comunidad de
Escritoras del norte de México (2013 -2014).
II y IV Feria Universitaria del Libro UANLEER (2012,
2014).
IV Encuentro Nacional de Escritores Jóvenes,
CONARTE (2012).
XIII Festival Internacional Tamaulipas (2011).
1er. y 2do. Encuentro de Mujeres Poetas del Noreste
/ V y VI Encuentro de Mujeres Poetas de Huejuquilla “Al filo del Poema”, Fondo
Regional para la Cultura y la Artes del Noreste / Instituto Chihuahuense de
Cultura (2010-2011).
I, II, III y V Encuentro de Escritores Los Santos
Días de la Poesía (2009 - 2013).
México Joven, Asociación Cultural Polaco-Mexicana
BOCIAN&NOPAL (2010).
EXPOSICIONES DE ARTES VISUALES
Matriarcas / MigrArte Postale / La donna Lupa;
exposiciones itinerantes, colectivas, de arte latinoamericano en Venecia,
Italia, Progetto 7Lune.
Gasterópodo
Gasterópodo, Ediciones El Humo, 2014 (col. Ojo
cautivo)
por Silvia
Favaretto, poeta y promotora cultural italiana
publicado
originalmente en Rivista di poesia 7 Lune
Desde la feminidad escribe Marisol Vera Guerra, no una feminidad
tradicional sumisa, dulce y placentera, sino de la nueva feminidad del siglo
XXI: una mujer que sabe exactamente cuál es su lugar (o sea cualquier lugar),
cuál es su rol (un rol típicamente suyo porque ella lo ha elegido y no porque
otros se lo hayan impuesto) y que no hay límites a su propia fuerza y energía,
ni siquiera el amor que demasiadas veces nos condiciona, ni la muerte que sólo
al dejarla nos limita.
El gasterópodo que titula este libro
es la misma Marisol, con su casa a cuestas, erótico caracol vagabundo, porque
su casa es ella misma y es la poesía quien le habita. Como ella y distintas de
ella son las mujeres “que viven dentro de una casa/ esto puede parecer normal/
completamente lógico/ porque/ para eso sirven las casas/ para ser
habitadas por Ellas”. Un mismo género, un mismo sufrimiento, un mismo amor
controvertido las estruja entre las cuatro paredes domésticas, pero Marisol ha
elegido otro camino, ha elegido la Libertad. Y para eso se ha convertido ella
misma en su casa y en la casa de sus seres queridos. Ella, es habitada por un
bebé. Ella misma es caparazón y alimento, refugio y custodio, envoltura y
cobijo, envase y cueva. El hombre no tiene cabida –sino momentánea, sino
utilizable, sino limitada al placer– adentro de esa casa, pues él construye
sólo paredes frágiles, que se derrumban con una respiración: “el otro
animal sin concha llega a la mitad del día/ a vaciar la jarra de leche en
el lavamanos/ a ensillar el caballo y a pulir las aldabas/ mientras Ellas
abrazan las paredes como madreselvas/ soportando el peso exacto de la
construcción”. La morada del cuerpo es el único lugar en el que puede descansar
la conciencia, junto a la poesía: “el aire que sube por la tubería es su
sangre/ livianita oscura tibia al menos/ hasta que la cáscara del tiempo se
desgaja”.
La familia es esa casa que en la
poesía de Marisol parece la natural prosecución de su propio cuerpo: “veo
dormir a mis hijos/ pequeños guisantes blancos envueltos por la calma/
cíclica/ matemáticamente/ ensamblados al continente del cuerpo”.
Hay una identificación, en este
libro, de la autora con un personaje mitológico del que a la vez reniega:
Ariadna que aparece como símbolo de una mujer renegada perteneciente al pasado,
pero que sigue dejando su lastre en la conciencia de muchas: “ahora/ voy
perdiendo el ansia de volar/ detesto mi reflejo/ inútil geometría en un pozo de
mercurio (...) como Ariaghne/ pobre pobrecilla/ aguardando al amante/ que
vendrá con sangre de toro en los puños/ ¡tantos siglos!/ y las mujeres seguimos
quedándonos dormidas a la orilla del océano”.
Conmovedora, la presencia de sus
hijos a lo largo de la obra (Marisol es joven madre de tres) y las escenas por
ella dibujadas tan nítidamente (la poeta también hace arte visual) nos
catapultan en su mundo íntimo, como cuando la mujer encuentra en el piso una
nuez (“pequeña y sola autocontenida en su mundo sola”) haciéndonos percibir la
autoidentificación de preñada con ese objeto natural, y la salvadora y
despreocupada reacción del hijo que al recibir la nuez en regalo la rompe en el
suelo regalándole a su madre un recuerdo: “se la he obsequiado a mi hijo/ ella
estrella contra el suelo y dice te acuerdas mami/ cuando partíamos nueces/ en
nuestra otra casa con un tubo rojo/
eran tan duras como ésta”. El niño de su poema relato, igual que
nuestros hijos, custodio de la memoria, capaz demostrarnos el lado de la vida
merecedor de ser vivido, alejándonos de la tragedia, simplemente siguiendo para
adelante con levedad.
Pero Ariadna y los propios hijos de
Marisol no son los únicos personajes que pueblan el cuerpo-libro-casa de la
autora. Hay algunos referentes cultos a los que alude a lo largo de la obra
(Heráclito, Yeats, Blake) y quiero destacar aquí a Sor Juana Inés de la Cruz,
por ejemplo, celebérrima monja mexicana del siglo XVII que se entregó a la vida
monástica para tener la oportunidad de estudiar y no terminar su vida en esa
otra jaula que era, en ese tiempo, la vida familiar de una mujer. Marisol
apostrofa directamente a Juana, “ínclita viajera de los sueños”:“quién sería /
mi confesor en aquel claustro/ si hubiésemos dormido
abrazadas el hábito”.
El caracol que Marisol lleva encima
es un vértigo que todo lo atrae y desde su centro aúlla: “yo/ soy un mapa un
grito/ lluvia espiral que vuelve al centro de su sobresalto”.
Es una mujer que ha probado del sabor
amargo de la vida, Marisol, y que sin embargo sigue mordiendo esa leche
envenenada que alimenta la poesía “porque la realidad no existe es una mera
palabra/ para cubrir esos incómodos huecos en el pensamiento/ dejados por
dios al concluir su obra”. Y la obra de la escritora mexicana se concluye, en
cambio, con el relato (en forma de poema y también de texto teatral) de lo que
es el extraordinario, espantoso y milagroso momento de dar a luz otro ser
humano: “no hay lluvia esta mañana/ sólo un ulular de vidrio en/ mi corazón/
largo pasillo donde las mujeres/ sangran/ como flores”. La poeta-mujer se hace
uno con la naturaleza-creación: “el graznido de los cuervos al zurcir el
tiempo/ ese minuto insano y triste que devora/ un poema entre la hierba/ donde
las mariposas sueñan que son Yo soñándolas” y más aún en la pieza teatral: “¿Es
éste el rostro de una mujer encinta? / Algo tiembla, aquí dentro,
y no logro definir/ si es un grito o un anfibio.” Un libro escrito con rasgaduras
en la piel, esto de Marisol Vera Guerra, tan hambriento de verdad, y tan
rebosante de amor por la vida.
La pérdida y el exorcismo
Nunca tuve la vocación de Ana Karenina
La
Regia Cartonera, 2012
por
Gabriela Cantú Westendarp, escritora regiomontana
Nunca tuve la vocación de Ana Karenina de Marisol Vera Guerra (La Regia Cartonera,
2012) se divide en dos partes: “Horizontes” y “Detrás de la piel
rota”. En cuanto a la forma, los poemas están escritos en versos de
diferentes extensiones que se encadenan formando un ritmo que depende de
la tensión misma del contenido. El tono obliga al corte de verso, al uso de
guiones o al recurso de las sangrías. Finalmente, fondo y forma son uno solo.
Pero hablemos de la temática que predomina y del tono que constituye el
universo.
Uno de los hilos conductores del libro es la
maternidad; a mi parecer es incluso el más fuerte. El poema que abre el libro
es el que le da nombre “Nunca tuve la vocación de Ana Karenina”. El texto
podría ser leído como un homenaje a la novela de León Tolstoi. Y en efecto es
un homenaje, es también una pieza que despliega la paradoja que representa la
maternidad. Pues si bien la maternidad, como dice Lou Andreas-Salomé, es un
acto permanente de vida, conlleva una porción de pérdida. No se puede
conquistar un reino sin perder otro.
Cito:
Esta mañana dejé la juventud en casa
colgando de una percha
Más adelante dice:
Ahora soy una mujer con estrías y leche en los pezones
una mano que se acerca al cristal del sueño
Esta voz de una madre describe su desgaste en
cuerpo y alma, un desgaste que es pérdida, pero también ganancia, se gana experiencia,
crecimiento espiritual. Dar vida la compromete a dar la batalla y
paradójicamente la acerca a la muerte. La compromete a no convertirse en
material para la nota roja. Dar vida le genera un peso cuya carga agota y la
lanza al desasosiego, pero sin la cual no tendría razones para vivir, o lo que
es lo mismo, para escribir.
Cito:
…es difícil saberlo con un niño en
brazos
Más adelante dice:
como un ave así sería
dejar este mundo
pero no
El escenario tolstoyano del primer poema se
entreteje con el puerto de Altamira y de Tampico. Los poemas subsecuentes
siguen desarrollando la dicotomía ganancia-pérdida en el fenómeno de la
maternidad. La ciudad toma mayor presencia. El puerto con sus calles, sus
tiendas de conveniencia, con sus índices delictivos y la fuerza de su mar. La
ciudad hogar, la ciudad madre. La ciudad costera como gestora de vida, pero
también de muerte (de nuevo la pérdida).
Cito:
Hace un año colgaron aquí dos
cadáveres
una mujer un hombre
las cabezas cubiertas por una sombra
aún hiede su sangre pastosa
humus pólvora mantequilla derretida
Me parece que, de manera muy sutil, la voz hace
una analogía entre el cuerpo de la madre y la ciudad. Nos presenta la crudeza
de la realidad: la muerte que nunca deja a la vida, ese círculo que gira y
gira. La ciudad y la madre que no sólo generan vida. Nos presenta el horror de
la ciudad cuyos habitantes pueden mutilar un cuerpo o colgarlo en uno de sus
puentes. Y una madre cuyo cuerpo ahora tiene el vientre vacío y la piel
maltratada.
Cito:
Hazme nacer tulipanes en el pecho
cantar en lo hondo de mi tumba
…
leche o tempestad
En otro poema dice:
Un ave acicalándose
en la barandilla
(su extraño resplandor)
recoge tus plegarias: Tampico es una palabra oscura
La voz de la madre también llora la ausencia del
padre. La pérdida se hace más grande.
Cito:
Si vieras, mi amor, la gotera
que se ha hecho en el baño
la cicatriz de mi ojo a medio sellarse (o abrirse, es lo mismo)
…
El nene ya no moja las sábanas
ayer preguntó por ti cuando veníamos por el puente
mataron a dos escuché en la ruta
es cosa del diario
De este fragmento se desprende esta imagen de la
madre educando y queriendo sola a su hijo, atendiendo los asuntos domésticos y
las heridas. Al mismo tiempo nos ofrece la presencia de un sueño, o una serie
de sueños no alcanzados. Este elemento está presente en todo el libro, por lo
menos, en la primera parte de manera más contundente. Se podría decir que es otro de los hilos conductores. Entre más alta la subida más fuerte la caída. La idealización del amor, los sueños que se construyen alrededor del amor, que dicho sea de paso, también pueden ser en parte premoniciones, cuando se sopesan con la realidad, por lo general no empatan, o empatan de una manera distinta e incomprensible. Hay pues un extrañamiento, un pesimismo ante el universo que nos presenta Vera Guerra. Hay cierto grado de decepción.
menos, en la primera parte de manera más contundente. Se podría decir que es otro de los hilos conductores. Entre más alta la subida más fuerte la caída. La idealización del amor, los sueños que se construyen alrededor del amor, que dicho sea de paso, también pueden ser en parte premoniciones, cuando se sopesan con la realidad, por lo general no empatan, o empatan de una manera distinta e incomprensible. Hay pues un extrañamiento, un pesimismo ante el universo que nos presenta Vera Guerra. Hay cierto grado de decepción.
Concluyo con lo siguiente. Este libro es
un libro que consigna una serie de pérdidas. Ante esto la voz parece decir o
decirse, me refiero a la segunda parte, que para seguir adelante, para superar
las pérdidas, es necesario olvidar, incluso guardar silencio. Cito: “¡Olvida!,
es la consigna”. Sin embargo más adelante se contradice y reconoce que en la
palabra está la recuperación de la memoria, me atrevo a decir que también una
suerte de exorcismo.
Cito:
El libro como animal vivo,
enjaulado entre las miradas
el polvo la exactitud de los espacios en blanco
Cito otro fragmento:
El verso
es mi impostura –lo que se derrumba
y nace
cubierto de vocablos
Nunca tuve la vocación de Ana Karenina – Marisol Vera Guerra
Por Federica
Volpe
(Traduzione
di Tania Gibertini)
Marisol Vera
Guerra nos explica muy bien su manera de escribir en la poesía- definición
Poyesis: “El verso / es mi impostura –lo que se derrumba / y nace / cubierto de
vocablos”.
El
nacimiento, presente en este poema, es un elemento importante en toda la
poética de la autora, quien a menudo lo menciona con relación a la muerte o lo
trata, en cambio, como único medio de salvación a esa (“Apenas esta vaga
sensación / el cuerpo tibio de mi hijo // lo blanco el herrumbre
después del solsticio la media luna // como un ave así sería / dejar
este mundo // pero no”).
Lo de ser
madre (Ahora soy una mujer con estrías y leche en los pezones) se convierte en
una característica no sólo adquirida, sino de identidad (Soy madre tuya /
porque el agua de la vida entró en mi cuerpo // ahora / vuelvo a gestarme en tu
vasija de hombre) que da comienzo a un imperecedero lazo con el vacío: Nadie me
enseñó a sostener un vientre vacío.
En este
trabajo la poeta mexicana sintetiza una voz que es racional e irracional,
felina y bípeda al mismo tiempo. Su manera de hablar y percibir el entorno son
a menudo sensoriales y se encomienda mucho a la naturaleza y al mundo de los
animales para expresarse: Aun las hienas de la estepa lloran / cuando el acero
corta su pecho húmedo y caliente // manada de agujeros negros / se traga las
estrellas // brota una semilla / nueva y reluciente como el odio / es el
invierno / dirán las aves / en su lecho de corazones congelados.
Guerra se
confía a lo que está acreditado, probado, para encontrar una respuesta a las
dudas que la vida le presenta: …leí
alguna vez que el oxígeno es en realidad un veneno // Las moléculas no saben de
pudores / toman energía del vacío / y lanzan chorros de luz hacia mis manos.
Incluso en estas ocasiones el resultado es más coherente con su propria razón interior.
Su ser
totalmente mujer no le impide, en todo caso, cultivar una relación especial con
la parte más instintiva del carácter del hombre como en esta poesía en la que,
referiéndose a sus gatos, Marisol habla de sí misma en clave animal: Son las
seis de la mañana y voy hacia la puerta, / llevo un tazón de leche fresca para
mis gatos, gordos y perezosos. /Nadie me ve salir, ni afilarme las uñas. / Pronto
desollaré a la gallina que hierve en el caldero.
Estas y muchas más son las sugerencias que Nunca
tuve la vocación de Ana Karenina nos puede regalar, en la voz femenina y casi
mágica de esta poeta que hace música con su verso que nace cubierto de vocablos.
Tiempo sin orillas
Tiempo
sin orillas, Voces
de Barlovento, 2009
por Lourdes Franco, Instituto de investigaciones filológicas, UNAM
Poesía de orígenes oscuros y calientes;
identidad sangrante fincada en el amor. voz que busca, frenética, en el mundo
cordial de las sensaciones: recuerdos que se palpan, que se intuyen, que se
inventan a partir del olor animal de la casta, la semilla, el hálito primigenio
con nombre de mujer -Eusebia- y huesos de fantasma y lágrimas perdidas en la
sombra.
"Arriar memorias en el viento" parece
ser la consigna de un espíritu que se descubre en los latidos de un mundo de
marismas y huapangos, entre historias de amor y de silencios; un mundo
resurrecto en, por y a partir de la Poesía, la auténtica, la escrita con
mayúscula, la eterna.
***************
Tiempo
sin orillas
Tiempo sin orillas, Voces de Barlovento, 2009
por Eduardo Uribe, escritor de
la Ciudad de México
En los poemas de Marisol Vera hay un ímpetu por
situar las cosas en el tiempo. Curiosamente, sus poemas refieren un tiempo que
quiere escapar de la visión lineal y de los límites con que se expresa
tradicionalmente, sobre todo cuando se incluye dentro de un esquema que tiene
principio y fin. El título, Tiempo sin orillas, parece dejárnoslo claro. Se
trata, por lo tanto, de un tiempo que se distingue de la historia, que se
construye aparte, en su propio relato. La estrategia más simple para encontrar
ese tiempo sin orillas en los poemas de Marisol sería identificarlo con la
eternidad. Sin embargo, desde mi punto de vista, esto sería un reduccionismo.
Mi propuesta es que este tiempo sin orillas es, más bien, una subjetivación
extrema del tiempo, o dicho en otras palabras una “apropiación” del tiempo. Una
forma de situarse frente a lo vivido, de reunir lo presente con el pasado y
poder afirmar, mediante el lenguaje poético, esta historia es mía.
A menos que haya una continuidad clara o
anunciada en un libro de poemas, es difícil distinguir si el acomodo de los
textos corresponde a un orden específico, o si se trata de una disposición más
o menos arbitraria —del autor o del editor. En el caso de Marisol Vera se trata
de una continuidad. Escondida o apenas sugerida, pero continuidad a final de
cuentas, que permite que este relato se cuente desde su propio tiempo. A manera
de prólogo, el libro comienza con una invocación, tres frases con variaciones
que introducen el tono de una letanía. De inmediato, la invocación establece
una imagen en que se recrea lo mirado y la mirada. Y lo mirado es una ausencia,
la abuela Eusebia, a quien el poema le da voz, risa, vivencias. Se trata, por
lo tanto, de una recuperación, de una evocación de cuerpo entero, que adquiere
presencia con el lenguaje. En esta presencia, recobrada no sin nostalgia, se
confunden lo maternal, lo divino, lo ancestral. Una fusión que replantea el
símbolo de la madre tierra. Lo cual no quiere decir que el trabajo de Marisol
Vera se limite a un juego con los arquetipos, o con formas simbólicas, cuyos
valores parecen evidentes dentro de la cultura. Hay algo más. Lo maternal, lo
divino, lo ancestral establecen una noción de origen, un comienzo, un venir de.
Quizá es en esta aclaración de principios donde radica la mayor fuerza
evocativa de Marisol, ya que al traer a cuenta lo pasado lo sitúa como el
origen propio. De allí que la presencia de la abuela se confunda con la madre,
otra figura materna, y que a partir de ellas se dé la configuración de un mundo
vivido, el mundo de la poeta. Así, este tiempo sin orillas es también el fluir
de la memoria, es una recopilación de voces familiares, una forma de poner en
claro la relación entre el lenguaje y los afectos. Me gusta y me interesa
pensar en la poesía como un trabajo con el lenguaje, y no sólo con la lengua,
como algunos la entienden, ya que si reducimos la poesía a la lengua abrimos la
puerta a que pase como poética toda alteración de la sintaxis, los juegos
verbales, los arcaísmos, etc... Me interesa más un trabajo con el lenguaje que
rebasa las categorías de la lengua, y sobre todo cuando la relación entre el
lenguaje y los afectos dan lugar a un poema y con ello a una nueva forma de
vida. Me parece que esto se hace visible en un texto como “Memorial de inocencia”:
Florece mi tallo, de mi vena encendida,
la voz de mis abuelos.
Invento la mano, el vientre, la sonrisa.
Música de nombres.
El faldellín de cerros pulsa una mirada antigua.
Papatla, metate y maíz, viven aquí.
Zapotes tiernos como mujeres asoleadas,
caminos olorosos a esperanza y sudor.
la voz de mis abuelos.
Invento la mano, el vientre, la sonrisa.
Música de nombres.
El faldellín de cerros pulsa una mirada antigua.
Papatla, metate y maíz, viven aquí.
Zapotes tiernos como mujeres asoleadas,
caminos olorosos a esperanza y sudor.
Es verdad que prima la descripción, la apertura
a lo narrativo y con ello a la enumeración y la adjetivación para establecer
las imágenes. Pero también es cierto que hay una invención afectiva de la
mirada que va al reencuentro con un pasado.
Aunque en “Flor y canto para Eusebia” hay versos
en que se establece una oposición entre cultura y naturaleza, y con ello una
revitalización del mito de la inocencia, son mayores los momentos en que,
mediante el lenguaje, se pone en juego una relación íntima con la naturaleza.
Muchos, y cálidos, son los poemas en que incluso podría decirse que la
naturaleza “habla”, como en “El arroyo azul”. Aquí hay una identificación entre
naturaleza y vida, de tal manera que el paisaje se vive a través del poema. En
particular el paisaje vivido, con un valor pasado que hace del poema una
evocación confrontada con el presente.
Es curioso que después de esta sucesión de
presencias maternas haya una figura paterna. La imagen está revestida de fantasmas,
y su presencia, como con la de abuela, se manifiesta a partir de un juego de
miradas. De miradas y cicatrices. Es en este momento, que por decirlo de una
manera, se completan los comienzos. Una génesis personal.
Celebración o búsqueda del origen, la distinción
en este Tiempo sin orillas se vuelve difícil, de la misma manera en que se
dificulta reconocer la distinción entre la conciliación y la nostalgia de los
comienzos. Queda la duda del pasado, lo vivido resulta ajeno, y así, un intento
por traerlo a cuenta, recordarlo, es por fuerza una “Invención de los
recuerdos”. Una identificación a medias consigo misma, que acaba en fingimiento
de la existencia. Al mismo tiempo, esta búsqueda o celebración del origen se
vuelve una afirmación radical del yo, un yo plural hecho con los seres en
torno, con el mundo. Como cuando Marisol afirma en “Estigmas”:
Soy la anciana gorda y solitaria que dio a mi madre
un plato de sopa hace cuarenta años,
soy también esa sopa
y el cordero que hirvió dentro del cazo,
y la mina donde nació el cobre de ese cazo,
y el minero ciego que se reventó los pulmones en la tiniebla.
Se necesita recorrer o, mejor inventar, todo
este tiempo sin orillas, para llegar a este poder de afirmación del poema, de
la vida.
************************
Tiempo
sin orillas
Tiempo
sin orillas, Voces de Barlovento, 2009
por Alixia Mexa, poeta de Ciudad Jiménez, Chihuahua
.
Predicar bajo la razón de que la existencia
precede a la esencia, filosofía del Existencialismo de Gabriel Marcel, es una autentificación
de esta poesía que se plasma en cordialidad con la encarnación misma del
objeto, es decir, lo esencial permanece, aparece, sea cual sea la forma, en el
tiempo sin orillas, sin manecillas, sin medidas, sin granos de arena.
Un
ciclo aparentemente frío, desde la bidimensional formula ser, hacer, pero… ¿qué
se hace, finalmente, con la existencia?
Ontológicamente se revierten los versos hacia un
dilema no escrito, hacia unas palabras asequibles, condicionadas a una raíz
húmeda que sostiene el caos y el orden del universo, si acaso se toma como
entidad existente. ¿Porque acaso son los ojos, es la inteligencia, es la
profundidad verdaderamente algo perteneciente a Marisol, a sus manos, a sus
actos? Evidentemente, ahora todo le pertenece a ella, a nadie más; es ella y su
gran camino recorrido por el cosmos del universo, que, en su gran generosidad,
nos comparte.
Bajo la premisa de identidad que todos alguna
vez buscamos en el camino del infinito, se esboza la raíz de un personaje
legítimo, de un ser solar indescriptible, pero en ese género de luz se humedece
su esencia con la presencia de lo invisible, de lo no táctil: Los caminos se llenan de fantasmas / en
las carnes de otro tiempo, / y entre tumbas memoriosas, yo soy
uno de ellos.
Es una disección del espacio que lo vuelve
atemporal, habitable en cierta época.
El tiempo de Marisol es un tiempo que por
cualquier circunstancia ya signó todos los caminos, porque vuelve a tropezar
con la vida aparentemente ya vivida, porque… como apunta Gabriel García
Márquez: “La Vida no es lo que uno vive, sino lo que uno recuerda”.
Con toda la agudeza de sus líneas, matizadas de
una espectacular frescura, juega a decir que ama la vida, que ama su pasado,
que ama su sombra, que ama sus recuerdos… lo que fue, es y será lo ama
exuberantemente:
.
En mis manos corre sangre verde como el musgo,
Sangre salvaje como nenúfar amazonio,
Sangre de todas las razas como prisma terreno,
sangre de todos los pueblos,
todas las juventudes y ocasos.
.
Sensaciones de un antes y un después en el
universo, en todas las formas, en todas las esencias de los ríos de las eras,
en esa transformación a través de una magistral regresión a través de la
conciencia… del olor a la vida, con los ojos situados en un malecón al margen
de los mares, de los desiertos, de las montañas, de las selvas, de los
volcanes, desde donde se origina su sensibilidad y profundidad creadora: “Todo
fueme revelado, antes que tuviese rostro la palabra”. No hay necesidad de
agregar más.
.
Comentario
sobre la obra poética de Marisol Vera por Orlando Ortiz, investigador y
compilador del Ensayo panorámico de la
literatura en Tamaulipas , ITCA, 2015:
Marisol es la poeta de la intensidad y el
desgarramiento afectivo. El tono de sus poemas la aproxima a un ascetismo muy
particular, porque al mismo tiempo está cargado de una carnalidad humana no
precisamente erótica.
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Link para leer en mi blog la reseña del libro "Canciones de espinas"
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De
Gasterópodo:
TÉLECLITORIDIENNES
Ella tiene una mano atornillada
al
final del brazo derecho
como
la tuvieron su madre y su abuela
diríase
la misma envergadura
casi
ocho centímetros
al
recorrer los cielos espumosos del placer
sobre
un campo de perlas y matorrales negros
Ella
alza la mano
y
saluda al infinito con cinco alas de cobre
tan espléndida va
que no la alcanzan al vuelo las miradas
del exhausto pescador
echado junto al muelle
BREVE
TRATADO SOBRE EL AMOR
yo
amé a un hombre
lo
amé con la dulzura de ciertas flores silvestres
donde la inocencia
guarda todavía secretos a los viajeros
y
lo abracé
con
mis alas enhiestas
de
águila en desbandada
lo
amé tanto de veras tanto
que
un buen día me clavé alfileres en los ojos
para ver lo que él veía
me
agujereé los calcañales
para sentir el hervor de la tierra y sus
relámpagos
y
vi que su palabra era fuego
y
me volví arena en sus brazos
y
me dormí en el vientre de una roca
al
despertar
yo
era una planta con espinas
y
el hombre que amaba tanto
mordía
los brotes de mis pies
convertido
en perro
ese
animal noble que nos cuida pero también enloquece
demasiada
luna llena dirán a su favor
dos
o tres magos
excavadores de ruinas
aquellos
que han patentado la demencia
y
han escrito extensos tratados
sobre las pasiones
mi
raíz tenía ponzoña no voy a negarlo
ahora
que estoy de pie junto a su cama
viéndole
escupir esta babaza
blanca
y tibia como la leche
LA
MUJER QUE SE GASTÓ AL CAMINAR
ella
es la mujer que echó sus perlas al océano
cuando
el reflejo en los barcos de plata
se hundió
ella
venía caminando sobre el agua
como
un pez recién evolucionado
y
sonreía al crepitar lluvias bárbaras
detrás de su nuca
tenía
las manos sucias y la boca llena de gusanos
porque
había estado enterrada
novecientos
días bajo los rostros del tiempo
ella
iba diciendo adiós a los pescadores
con
una mano blanquísima en el muelle
y
cinco fractales rojos al viento
ladraban los recuerdos
con sus hocicos de arena
CARTA A JUANA INÉS
quién
sería
mi
confesor en aquel claustro
cayendo por tus muslos
en himnos de virginidad pero
no
importa eso
ni
la luz escanciada como un vino
en
tus
manos lo que apunto es la osadía
por
conocerlo todo
brincar
escalones metafísicos
hasta
la geometría de dios
rayar
tu nombre en mis cuadernos
ínclita
viajera de los sueños
alma
suspendida
en su derrota
funesta
de la tierra dices
mientras
corto el hilo de mi sombra
DEPREDACIÓN
tal
vez
habría
leído a Yeats
aquella
tarde pero no hay espacio al invocar
fantasmas
dices
que
el romanticismo es un cerrojo
por
el que no nos cabe el alma
si
apenas
dejaste
la blancura de las novias
las
que arrebolan el cielo con canturreos de pájaro
en
busca de su amado
un
árbol acertijo de cristales
me
llevas de la mano
al viento
(como
sí) no hay sílabas errantes
ni
cantatas
sólo
un eco
que
traduce
que
reduce el infinito
a dúctiles esferas
y
adentro
mi voz niña voz abeja
danza en las fauces carnívoras de Venus
VOYEUR
por
la media luna de la puerta
Ella
ve al hombre
restregar
minutos en la palma de su mano
sobre
el azulejo danza una muchacha
alguna vez estuvo
de aquel lado
arrancándole velos al insomnio
dejándose atrapar
en las redes blanquiazules del amor
entonces pudo haber echado
mieles
por la boca
hasta quedar vacía
pero le hizo caso al hada:
llegará tu príncipe a follar contigo
y aunque la media noche te rebase
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