Hace muchos años, tal vez 15,
hacíamos tertulias en LAIA (ONG en NY) y Panchito, hermano espiritual,
compañero de aventuras culturales, me presentó a Virginia, Nieves Ayres. Es
chilena como él, y como él cantante y pintora.
El caso es que organizaron una tertulia
en una noche que resulto ser la noche con la nevada más grande del año.
Contrariamente a lo pensado la
tertulia fue un éxito de asistencia y como sí pensábamos un éxito de calidad
artística.
Cascada en escalera |
Las pinturas de Virginia son
murales impresionantes y su emoción, al cantar, transmite un raro sentimiento
de amor, dolor y victoria. Quien la ve no puede creer lo que ha sufrido durante
la dictadura de Pinochet. Hoy quiero aunar las dos dimensiones de esta mujer
que, como muchas, soportó lo indecible y sobrevivió para dar testimonio de lo
terrible que son las dictaduras y de su fortaleza espiritual.
Por esto es que reproduzco sus
cuadros y su testimonio, no apto para corazones hipersensibles, como una manera
de homenajearla, de presentarle mis respetos y agradecerle lo que su calidad
humana nos brinda como ejemplo.
Mónica Ivulich
DR2016Fr
EJEMPLO Y LA LARGA LUCHA DE NIEVES
AYRESS.TESTIMONIO DE SU VIDA EN LAS GARRAS DE LA DICTADURA DE PINOCHET.
La Nación
20/11/2004 | Enviar | Imprimir
El testimonio de una mujer que vivió el
infierno
Lanacion.cl entrega el relato de una mujer que
vivió en carne propia el horror de la tortura. Su testimonio es el alma del
Informe de la Prisión Política y Tortura que tiene en sus manos el Presidente
de la República Ricardo Lagos. Es lo que la ciudadanía tendrá que aprender a
asimilar una vez que el contenido del documento se difunda públicamente.
Sábado 20 de noviembre de 2004 + Sigue a La
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El testimonio que se entrega a continuación
refleja lo que efectivamente es el Informe de la Prisión Política y Tortura. La
Nación.cl lo da a conocer a sus lectores autorizado por su autora, una mujer que
vivió lo que relata y que no es necesario calificar. Basta sólo con leerlo.
Como ella, miles de mujeres y hombres vivieron
algo similar, en distintos grados. Sólo dos reflexiones: esto ocurrió mientras
millones de chilenos durante la dictadura se negaron a aceptar que era verdad
lo que se denunciaba. Otros que lo supieron, entre ellos los civiles que
prestaron sus servicios al régimen de facto, jamás lo denunciaron y hoy quieren
pasar por inocentes ignorantes.
Entre los primeros y los segundos, a pesar de
los 17 años de dictadura con todos sus crímenes, le dieron a Augusto Pinochet
el 43% de los votos en el plebiscito de 1988. Algo muy parecido al apoyo masivo
que tuvo Hitler entre el pueblo alemán antes de la derrota del nazismo.
ASI ME TORTURÓ MANUEL CONTRERAS EL JEFE DE LA
DINA DE PINOCHET EN TEJAS VERDES, SAN ANTONIO - CHILE
DECLARACIÓN DE LUZ DE LAS NIEVES AYRESS MORENO
En Nueva York, estado de Nueva York, Estados
Unidos de América a ____ días del mes de agosto del año dos mil, ANTE MI,
Alvaro Zuñiga, Cónsul General de Chile en esta ciudad, comparece Doña Luz de
las Nieves Ayress Moreno (nacida en Chile con el nombre Luz de las Nieves
Ayress Moreno, cuidadana chilena, de profesión tutora, domiciliada en Nueva
York, Nueva York, EEUU, pasaporte No. 6.347.871-7) mayor de edad, quien
demostró su identidad con su pasaporte, y expone:
1. Hago esta declaración para ser presentada
como evidencia en los casos pendientes contra el General Augusto Pinochet y sus
subordinados en Chile. Esta declaración la hago bajo juramento y en pleno
conocimiento del delito de perjurio.
2. Los hechos son los siguientes: Nací en
Santiago, Chile el 5 de octubre de 1948. Yo ingresé al Ejercito de Liberación
Nacional de Bolivia, un brazo del Partido Socialista en Chile, en el año 1968,
y, en 1973, seguía siendo militante y activista del ELN, trabajando con mujeres
y niños en las poblaciones. También era estudiante de arte y periodismo en la
Universidad de Chile. Posterior al año 1973, milité en el Movimiento de
Izquierda Revolucionaria de Chile (MIR).
3. A pocas semanas después del golpe de
estado, yo estaba en la casa de la madre de una amiga mía que estaba presa,
cuando, a alrededor de las 10 de la noche, llegó un grupo de oficiales de
carabineros y me arrestaron. Me esposaron y me llevaron primero a la Escuela de
Suboficiales de Carabineros, y, después de dos o tres días, al Estadio
Nacional. (En el Estadio los carabineros me contarían que la madre de mi amiga
me había nombrado con la esperanza de salvar a su propia hija.) En la Escuela
de Suboficiales, me golpearon y me dieron cachetazos. También me tocaban el
cuerpo, amenazándome con avances sexuales, y me insultaban. A los presos nos
tenían en unas celdas que quedaban en la parte de atrás de la Escuela, en las
caballerizas.
4. Después los carabineros me llevaron al
Estadio Nacional, donde estuve presa alrededor de dos semanas, siempre a cargo
de carabineros y no de los militares. Me tenían en una de las torres del
Estadio, sola. Yo veía abajo a los otros presos, pero ellos no me veían a mí. A
menudo me interrogaban, a golpes y puñetazos, siempre encapuchada. También me
insultaban; mis interrogadores tenían acentos brasileros. Eventualmente un
oficial me llevó a mi casa y me dejó en libertad.
5. Me detuvieron nuevamente a mediados de enero
del 1974. Yo estaba en la fábrica de mi padre, que manufacturaba artefactos de
laboratorios en San Miguel, cuando llegaron muchos hombres armados, algunos con
uniformes y otros no. Entre ellos estaba "El Comandante Alberto el
Esteban", un hombre que había infiltrado a varios grupos y movimientos de
izquierda. Yo nunca confié en él, pero un compañero del Partido Comunista le
había dado mi nombre de guerra y nos habíamos visto, así que él fue el que me
identificó cuando me arrestaron. (Después salió en los medios de comunicación
que había un "Plan Leopardo," una supuesta acción que pretendía hacer
un atentado contra las torres de alta tensión que estaban en la población
Violeta Parra. Todo esto del plan fue inventado por la Dirección de Inteligencia
Nacional (DINA) para justificar el asesinato de todo el grupo de Legua. Yo caí
a raíz de el supuesto "Plan Leopardo".)
6. De la fábrica me llevaron a la casa de mis
padres, también en San Miguel, y ahí tomaron preso también a mi padre, Carlos
Ayress y mi hermano Carlos ''Tato'' Ayress, y otros amigos que estaban en la
casa. Yo me enteré cuando estaba en la calle Londres que ellos también estaban
detenidos.
7. De nuestra casa me llevaron al centro de
torturas en la calle Londres, donde permanecí alrededor de dos semanas en una
celda, sola e incomunicada. Aquí fui torturada brutalmente. Los métodos de
tortura incluían golpes, y choques eléctricos a todas las partes más sensibles
del cuerpo, como los senos, los ojos, el ano, la vagina, la nariz, los oídos, y
los dedos. También usaban un método de tortura que se llamaba "Pavo de
Arara", en el cual me amarraban los pies y los brazos, me colgaban cabeza
abajo, y me aplicaban choque eléctrico al ano. Otro método de tortura que
usaban es "el teléfono," en el cual me golpeaban con fuerza los dos
oídos simultáneamente. Me torturaban desnuda y encapuchada. Fui torturada en la
presencia de mi padre y hermano, y una vez me forzaron a intentar el acto
sexual con mi padre y hermano. Me forzaban a presenciar las torturas de mi padre,
de mi hermano, y de otros conocidos que estaban presos. Varias veces en el baño
de Londres me violaron.
8. En una ocasión me subieron a un camión, de
noche. Yo estaba encapuchada, y no podía ver. Me dijeron que me iban a matar, y
yo perdí la conciencia. Luego me acuerdo de que alguien me empujó, y yo me caí
del camión. Al borde del camino escuchaba como pasaban los autos. No sé si
estaban intentando matarme; no estoy segura que pasó después.
9. Aunque no supe quienes eran mis
torturadores en el centro de la calle Londres, me acuerdo que tenían acentos
extranjeros, argentinos y paraguayos. Ellos me convencieron que estábamos en
Buenos Aires. Una vez durante las torturas me vino un choque al corazón, o
algún tipo de ataque de corazón, y los torturadores se asustaron. Escuché una
voz chilena que dijo dónde tenían que ir a buscar medicina, en la calle Arturo
Prat, y así es como supe que estaba en Santiago. De ahí en adelante me
torturaban hombres con acentos chilenos. M. D., quien después supe que había
dado mi nombre bajo tortura, también estuvo en Londres durante este tiempo.
10. En febrero, probablemente a principios de
febrero, me trasladaron a Tejas Verdes, y estaba nuevamente incomunicada, en
una celda que estaba en un grupo de cabañas que se habían construido bajo el
Presidente Allende como un lugar de veraneo para los trabajadores. El centro de
torturas quedaba al otro lado de un puente, en el subterráneo de un edificio,
donde habían celdas de cementos. Como siempre estaba encapuchada cuando me
llevaban, no sé bien como era ese edificio.
11. Tejas Verdes era el lugar donde entrenaban
a los militares para ser torturadores, y ahí sufrí torturas brutales. Me
forzaban a hacer actos sexuales con un perro que había sido entrenado para
participar en torturas. Colocaban ratas adentro de mi vagina, y luego me daban
choques con electricidad. Al recibir el choque, las ratas se desesperaban y
hundían sus garros en la carne de mi vagina. Se orinaban y
defecaban en mi
cuerpo, introduciéndome el virus toxo plasmosis. Los torturadores me violaron
en muchas oportunidades, y me tocaban sexualmente, insultándome, y forzándome a
tener sexo oral con ellos. Me cortaban con cuchillos; una vez me cortaron las
primeras capas del vientre con un cuchillo, y perdí mucha sangre. También me
cortaron las orejas. Aún tengo las cicatrices. Otro método de tortura era que
amarraban mis brazos y pies, yo estando tendida sobre una mesa, y luego me
estiraban los brazos y las piernas hasta que perdían la circulación. Muchas
veces me torturaban sin interrogarme. Yo no sabía por qué me seguían
torturando.
Bordado en lana |
12. Una vez fui torturada directamente por
Manuel Contreras, a quien lo pude divisar porque la venda que cubría mis ojos
estaba floja. Después lo reconocí en fotos. El me torturó con otra mujer, una
alemana que estaba presa y quien a veces la torturaban conmigo porque pensaban
que nos parecíamos y que quizás éramos hermanas.
Ella era la ex-mujer de Bautista van Schown.
Contreras daba órdenes y supervisaba, pero también participaba directamente en
las torturas. En esta sesión, él me golpeó, me dio cachetazos, y me insultó.
13. En Tejas Verdes yo me puse muy débil y
enferma; mi vagina y útero estaban infectados y muy dañados por la tortura. Un
sargento me traía paños y vinagre para que me tratara de curar. Una vez me
dijeron que yo había tratado de suicidarme, y me mostraron un cordel colgado
del techo de mi celda, pero yo no tengo recuerdo de haberlo puesto ahí, y
pienso que quizá ellos lo pusieron. A través de un pequeño hoyo en mi celda yo
podía ver a quienes pasaban; a veces veía a mi hermano y mi padre. A mi solo me
veían los otros presos cuando los guardias me llevaban al baño. A M D. también
la habían trasladado a Tejas Verdes, pero no estaba incomunicada.
Ella es testigo de que yo estaba en Tejas
Verdes, y probablemente vio en la condición débil en que me encontraba. Yo
también fui testigo de cómo torturaban a una mujer embarazada, que se llamaba
Ana María.
Un doctor la supervisaba, y les decía a los
torturadores cuándo podían seguir.
14. En marzo de 1974 fui trasladada a la
Cárcel de Mujeres en la calle Vicuña Mackenna, en Santiago, que estaba bajo la
administración de una orden de monjas carceleras. Aquí yo estuve en libre
plática, y me quedé en un patio con las otras presas políticas; a las presas
políticas nos tenían apartados.
15. En abril me di cuenta que estaba
embarazada, y esto lo confirmó el Dr. Mery, un doctor militar que ejercía en la
Universidad Católica, y quien me dijo que yo debiera estar orgullosa de tener
un "hijo de la patria". Mi embarazo causó gran controversia. A estas
alturas mi caso era internacionalmente conocido, debido a los esfuerzos de mi
madre y familia de denunciar lo que me estaba pasando, y también a que una
mujer que estuvo presa conmigo en la cárcel de mujeres de Vicuña Mackenna había
logrado sacar al extranjero una declaración mía. Fuí entrevistada por la Cruz
Roja Internacional, la Comisión Kennedy, Amnistía Internacional, la Comisión
Internacional de Derecho Humanos de la Organización de Estados Americanos
(OEA), el Alto Comisionado de las Naciones Unidas, por el Obispo Aristía de
Santiago, un Dr. Phillippe, y por el Cardenal Raul Silva Henríquez, quien venía
a ver a su sobrina, que también estaba presa. Un grupo de esposas de militares
vino a visitarme, y me prometieron la libertad si yo no hacía mas declaraciones
sobre mi embarazo y mi tortura, y me amenazaron con quitarme mi hijo una vez
que naciera.
16. Las monjas ofrecían ayudarme a pedir
permiso para un aborto. Yo no era religiosa, pero por estar en una cárcel
cuidada por religiosas, tenía que elevar una solicitud al cardenal, y del
cardenal al Papa. En Chile el aborto es penado por la ley de cinco años y un
día. Yo estaba muy mal físicamente, y si me hacía un aborto clandestino en la
prisión me podía morir, y por tal motivo decidí tener el hijo. Después de haber
sobrevivido meses de tortura y detención, no les iba a dar el gusto a los
militares de morirme. Sin embargo, en abril o mayo, comencé a tener mucho dolor
en el vientre, y a perder coágulos de sangre. Aborté en forma espontánea. No
recibí atención médica durante el embarazo ni la pérdida.
17. Yo nunca tuve un proceso legal. El General
Bonilla, quien se interesó en mi caso, mandó un oficial a entrevistarme a la
cárcel acerca de mi embarazo y del abuso sexual y otras torturas que había
sufrido. En esta entrevista, el oficial me dijo que en un momento hubieron tres
distintos procesos en contra mí, pero que los procesos eran tan contradictorios
uno con el otro, que las cortes militares se declararon incompetentes en mi
caso. Después hubo una orden de trasladarme al campo de concentración Pisagua,
con pena de fusilamiento, pero el General Bonilla la bloqueó; él no estaba de
acuerdo con el trato de los prisioneros y las prisioneras. Sin embargo, fuí condenada
a estar presa "en virtud del estado de sitio."
18. Dos presas, M .D. y María Emilia Tijaux,
estaban conmigo en la cárcel de mujeres, y son testigos del estado débil en que
me encontraba. Eventualmente mi caso se puso demasiado complicado debido a toda
la controversia que estaba causando, y, como no tenía condena oficial de la
corte, en marzo del 1975 me trasladaron a Tres Alamos.
19. En Tres Alamos, donde permanecí hasta
diciembre del 1976, fui sometida nuevamente a violaciones, amenazas, insultos, y
otras torturas sicológicas. El Comandante Pacheco, quien estaba a cargo de Tres
Alamos, me abusaba constantemente, sometiéndome a acosos sexuales durante casi
dos años. Le gustaba pasearse por el campo de concentración conmigo a su lado.
Yo estaba muy débil, y me desmayaba con frecuencia. Me quedaba en una celda con
ocho otras compañeras. Otra presa, Marcia Scantlebury, también fue muy abusada
por el Comandante Pacheco.
20. En la primavera, no me acuerdo en qué mes,
nos trasladaron a las prisioneras de Tres Alamos por un mes a Pirque, en la
cordillera, porque venía a Chile un grupo de la Comisión de Derechos Humanos de
la ONU, y querían evitar una visita a Tres Alamos. Fue para dar una buena
imagen ante la delegación de la ONU. Yo estaba muy deprimida, y me sentía
ansiosa. Comía y lloraba mucho. La belleza del lugar de alguna manera me quebró
sicológicamente.
21. Después de un mes nos llevaron de vuelta a
Tres Alamos. Seguimos organizándonos para hacer trabajos de artesanía para
vender afuera. Nacieron tres guaguas, y las cuidábamos entre todas. Mi madre y
mis tías me visitaban en Tres Alamos. En esta época mi madre estaba haciendo
las gestiones para que yo pudiera salir a Alemania.
22. En diciembre, salí expulsada de Chile por
la dictadura con 17 compañeros y compañeras. La dictadura publicó un decreto
especial para expulsarnos, dejándonos sin derecho de regreso. En esta lista
estaban Gladys Díaz, Víctor Toro, Luis Corbalán, y 15 compañeros más. Muchas
organizaciones internacionales, como la Cruz Roja, el Alto Comisionado de las
Naciones Unidas, y "CIME", ALTO COMISIONADO DE LA N.U. y la
solidaridad de los pueblos del mundo, ayudaron a sacarme. En Berlín tenía
conocidos, y me quedé con Nuria Nuñez, y también con Gilde Botay. En este
tiempo me dedicaba a denunciar públicamente lo que estaba pasando en Chile, y
viajé mucho.
23. En octubre o noviembre del 1977, me fui a
vivir a Cuba, y ahí recibí atención médica en el Calixto García, un hospital de
La Habana. Me trataron por un virus toxo plasmosis, con el cual había sido
infectado por las ratas, y que ataca la córnea del ojo. No podía tener hijos, y
me reconstruyeron la vagina y todo mi cuerpo para poder engendrar. También me
trataron por infecciones vaginales, por decalcificación, y por sordura, causada
por la tortura "el teléfono." Me operaron las pies, que me habían
golpeado mucho, y me arreglaron las cicatrices que tenía en el vientre y en las
orejas. No me acuerdo de todos los tratamientos que recibí. El hospital tomó
interés en el caso de mi familia, y nos entrevistaron a mí, a mi padre y a mi
hermano, y nos dieron terapia psicológica. Cuba era la única parte del mundo
donde nos podíamos operar ya que el costo era muy alto y ahí todo fue gratis.
24. He tenido muchas secuelas físicas y
sicológicas debido a la tortura que sufrí en Chile. Tengo dolor permanente en
el cuello, las manos, las rodillas y los pies. Tengo marcas y cicatrices en
todo mi cuerpo. Cuando veo una rata, tengo un reflejo de dolor en mi vagina.
También tengo un estado de ansiedad constante, y he tenido pesadillas y
depresión. He superado algunas de las secuelas sicológicas, por ejemplo, el
miedo al encierro que me surgió a causa de las violaciones que sufrí en el baño
del centro de torturas de la calle Londres. Pero sigo siendo muy sensible emocionalmente.
Mi familia fue destruida, dividida y toda mi vida cambió después del golpe
militar.
25. Estoy dispuesta a viajar a Chile para
atestiguar sobre mi caso, y los casos de mi hermano y mi
ANTE MI QUE DOY FE:
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Luz de las Nieves Ayress Moreno
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