martes, 6 de junio de 2017

Graciela Zárate Carrió - Escenografía y vestuario teatral, escritora, argentina viviendo en España

Era un día espectacular en Almería, España. Sentía la alegría de haberme reencontrado con mi amiga y su pequeño hijo. 

También, tenía una cita para tomar café con una escritora, a la que no conocía, pero me la había referido una amiga virtual: Susana Vaquero, ambas argentinas, sólo que Susana vive en Argentina y Graciela en España, aunque no se conocen personalmente, se escriben y se leen como colegas compatriotas.

Nos citamos en el puerto de Aguadulce, donde hay bonitos lugares frente al mar, las gaviotas bajan a buscar alimento y siempre sopla un viento refrescante. El día prometía ser perfecto.

Graciela parece una turista alemana (de las que hay muchas en Almería), con su cabello rojo y su trenza a un lado, tiene una sonrisa amplia y un gesto afable. El diálogo fue fluido, en algunos momentos reímos y en otros nos pusimos serias. Pero, sobre todo, me llevé una impresión muy agradable de una persona de inteligencia aguda, sensible, emprendedora, talentosa…

Lo más impactante de su relato sobre sus peripecias fue su decisión de vivir en una caravana o casa-rodante. Sé que esto es difícil cuando se trata de una mujer sola que ya pasó la veintena y, al mismo tiempo, es una actitud de libertad que respeto y admiro. Sobre el tema podrán leer en su blog. 
                             https://unacaravanapropia.wordpress.com


Ese día nos intercambiamos libros. Recibí el suyo: “La lucidez del Esquizo” que tiene una tapa muy alegre para sumergirte en poesías no tan felices, las que leí con avidez y deleite, además de hacerme pensar en temas que estudié tiempo atrás y me interesan de sobre manera.

El mundo del esquizo no es alegre, es limitado y de un sufrimiento tenaz. a la vez, muestra la liberación de su pensamiento a 'otro nivel'. La pluma de la poeta se funde con la voz del esquizo y el producto es impactante, profundo y bello.

Para muestra:

Pintar todo mi cuerpo
e imprimir como estampa
los colores a golpes.

Chocar en las paredes
mancharlas de amapolas
rodar creando un suelo
como tapiz de barro.

Las líneas verticales
-al caer de azoteas-
definir y trazar.

Quiero mi cuerpo untado con pigmentos de errores
que no aguanten ya en tubos
ni en marcos de zaguanes ni en temáticos parques ni consultas.

Encerrado, moldear desesperanza
y balancear la cuerda de aquel cuerdo
que se colgó aburrido.
                                                                 Graciela Zárate Carrió

Voy a dejar que Graciela nos cuente algo sobre ella:


"Nací en Bs As. Afortunadamente, mi familia sí que fomentaba la creatividad, la lectura, la pintura, el arte dramático, nos fomentaban todo, demasiado creo yo.

Mi madre me entregó libros suyos con gran entusiasmo para que leyera a edades muy tempranas como, por ejemplo: Los manadrines, Rayuela y La náusea, cuando yo tendría unos 14 años, me los leía y comentábamos, me explicaba a su manera qué era el existencialismo y cosas así…   por supuesto que hasta el día de hoy me doy cuenta cómo todo eso marcó mi personalidad y mis intereses.

También mi madre me inició en la poesía a través de alguien a quien admiro aun: María Elena Walsh, tanto en su obra para niñxs como para adultos, es un referente en mí, también por cómo vivió su vida y con Benedetti.

Por supuesto que muchas de esas lecturas las tuve que repetir años después para comprender más a fondo, pero recuerdo cómo me impactaron y marcaron en ese momento en que los leí por primera vez y no creo que no los entendiera, creo que los comprendía de otro modo.  

Mi padre era un ser tremendamente autoritario y lo padecí toda mi infancia, siempre le tuve terror hasta que murió hace dos años (de ahí salió “Hoy todo huele a niña”), pero dibujaba muy bien y me llevaba a museos, por ejemplo. Coleccionaba unos fascículos que recuerdo que se llamaban “Grandes Maestros de la Pintura” y yo me los deglutía, me encantaban.

De hecho éramos una familia de clase media del barrio de Palermo en Buenos Aires, mi madre nunca trabajó y mi padre muchísimo, aunque jamás nos pudimos mudar a un piso en donde no tuviéramos que compartir habitación los tres hermanos porque mis padres  optaron por escolarizarnos siempre en colegios e institutos que le dieran muchísima importancia al arte y la pedagogía alternativa y eso era muy caro, que no pijo;  bastaba que dijeras que querías hacer cerámica, o lo que fuera,  que a la semana  te habían apuntado en un buen taller.

Hasta fui unos años al Labarden, un centro público de arte y folklore que quedaba muy lejos de mi casa y a donde se acudía cada tarde, era maravilloso. En ese sentido tuve suerte porque además, y a pesar del autoritarismo bestial de mi padre fui educada en libertad en cuanto a valores, tabúes, etc.… digamos que mi madre era muy progre y eso marcaba nuestras vidas, éramos todos ateos y se hablaba de sexo con total libertad, cosas así…

No he estudiado nada que tuviera que ver con la literatura y jamás pensé que escribiría alguna vez, es más: estaba descartado. 

Fui disléxica, y lo sigo siendo, me salvó que mi madre se dio cuenta cuando yo tenía cuatro años y me hizo ver y efectivamente, a partir de ahí fui a dos especialistas por semana durante años para poder tener un proceso más o menos normal de lectoescritura y para hablar correctamente ya que invertía casi todas las palabras. Aún tengo “taras” que son secuelas de esto y que me da un poco de corte confesar, ya que ahora escribo, para que me lean y no es de recibo que tenga faltas de ortografía, por ejemplo, pero ya más no puedo hacer…  Así que digamos que hacía casi de todo menos escribir.

Lo único que recuerdo de mi escritura primaria, antes de que llegara a mi vida la poesía, es que mis amistades y parientes comentaban mis cartas, que en esa época se enviaban por correo y en papel, recuerdo que la escribía muy entusiasmada, solían ser muy extensas y eran leídas con mucho interés por sus destinatarios, pero nada más.

Estudié Escenografía y vestuario teatral, trabajé de regidora de teatro de texto y musicales, constru
decorados y utilería de ópera, pero jamás escribí. Empecé a escribir hará unos nueve años porque me retó a ello una persona muy importante para mí, un amor que escribía poesía, y porque mi psicoanalista ya se había tirado seis años diciéndome que él creía que debía escribir sin que jamás le hiciera caso.

Un día de repente, así tal cuál, escribí un poema sobre los siete pecados capitales, estaba sentada y me vino a la cabeza, me levanté y escribí lo que me salía de corrido, llegué tarde al trabajo; cuando paré de escribir tenía taquicardia, estaba roja como un tomate y la cara me hervía, jajajajaj, desde ese día escribo casi sin parar, siempre poesía.

No soy capaz de escribir narrativa, de crear personajes ni tramas, soy más de escupir emociones cuando me asaltan, incluso si escribo sobre ideas o pensamiento proviene siempre de la emoción, no de lo teórico o intelectual, no sé si me explico. Escribo con métrica pero jamás me lo propuse, al punto que cuando me hicieron ver que escribía  todo en endecasílabos y me recordaron cómo era un soneto, me tiré un año jugando a hacerlos sin parar, aún los guardo, la mayoría son malísimos, pero en métrica y rima impecables, alguno que otro se salva y no está del todo mal, tengo  cientos, alguna vez publicaré alguno.

No vivo en absoluto de la literatura, ya quisiera. El libro infantil sí que me da algo de dinero, pero poco y siguen saliendo ediciones, eso no es vivir de la poesía en absoluto. Trabajé siempre en teatro a nivel técnico o artístico, siempre detrás del telón y tuve muchos años un negocio en Madrid de cultura Zen que fue muy bien pero que se llevó por delante la crisis hace ya seis años, perdí todo lo que tenía, hasta mi casa y me trasladé a Almería, un sitio barato y con una naturaleza espectacular, cosa que es gratis.

Ahora no vivo de nada, de algún taller que hago con el poemario infantil, de cosillas que me invento, he cambiado mucho, ya no creo en el trabajo ni en los impuestos ni en nada. Ésta es la verdad, pasé de creer que lo que me insertaba en la vida era el trabajo y que ser parte productiva de la sociedad era importante, a deplorar todo lo que sea sistema y tomé decisiones para poder vivir del modo más acorde a lo que siento y pienso ahora.

Medidas como vivir sola, que no es nada fácil, y como no tener vivienda y vivir en una autocaravana. Digamos que decidí no necesitar nada material si no es imprescindible y que jamás permitiré que nadie vuelva a aprovecharse de mí como se aprovecharon los bancos, el gobierno y los partidos después de años de trabajar mucho y pagar todos mis impuestos de modo impecable. Ya no, no me engañan más. Así que no quiero nada, renuncio a casi todo pero soy yo y mía.

En cuanto a lo que me preguntabas de cuándo decidí que era escritora, es algo chungo, de hecho nunca lo decidí porque no me siento poeta, siento que la palabra me queda  enorme y lo mismo me ocurre con los demás, me cuesta mucho considerar poeta a alguien, pero por otro lado tengo ya publicados cuatro libros.

Del primero, A contraluz de embargo, está por salir su tercera edición, y de verdad, no de a tiradas de cincuenta ejemplares  sino realmente una tercera edición, además se ha traducido al francés y se edita bilingüe para agosto, La lucidez de Esquizo, ha recibido buenas reseñas y está por salir también su segunda edición porque está casi agotado, Poemas para dibujar en voz alta, un poemario infantil, no para de reeditarse incluso en algunos coles lo han utilizado como lectura obligatoria y Hoy todo huele a niña, se sigue vendiendo y en un instituto de Almería tres cursos trabajan con él actualmente; ante este panorama no puedo permitirme decir que no me siento poeta porque sería un poco un fraude, además porque los libros no los compran amigos, sino personas a las que no conozco (que es lo que más ilusión me hace).

Me serviría para tomarme más en serio tener algún premio, por ejemplo, solo que no me presento a certámenes, así que es imposible, además dudo que lo obtuviera, hay muchísima gente hoy día escribiendo y concursando, es muy difícil, por eso ni envío, soy muy ansiosa y cuando tengo un libro terminado prefiero entregárselo a mi editorial favorita que por ahora es Lastura que tenerlo un año concursando, no soy capaz, no valgo para eso.

Lo que te puedo decir es que la primera vez que me entrevistaron en referencia a la poesía fue cuando estaba por ver la luz mi primer libro y ahí, en ese momento de la entrevista, escuché que me llamaban poeta y me llamó la atención, así que habrá sido en ese momento, cuando vio la luz mi primer libro y tuvo tan buena acogida a pesar de que yo no conocía a casi nadie y de que nadie me conocía, supongo que podría decirse que fue ahí. Salió en todos los medios de Almería y me entrevistaron en Madrid en radio nacional, por ejemplo.

Escribo en cualquier momento y lugar, he parado en arcenes de autopistas para no perder versos ya que carezco por completo de memoria. No tengo ninguna disciplina ni ritual para hacerlo. Luego ya sí trabajo mis borradores, pero también en cualquier momento y espacio, los llevo siempre encima. Todo esto es algo que me llega u ocurre, no es algo que yo haga u organice. La organización viene después cuando el libro está en la calle, ahí o te mueves, recitas etc. o no te lee nadie y no es, honestamente, mi objetivo. Me gusta que me lean, sino no publicaría.
                   

Ahora mismo estoy escupiendo poemas que tienen que ver con los desplazados del mundo, la injusticia social, el capital, mi nueva pobreza y la de tantos, mi estilo de vida tan novedoso aún. También  escribo desde hace poquito un blog, se llama “Una caravana propia”, tal vez es mi primera prosa…

Dentro de un año veré qué quiero hacer con los textos del blog que haya escrito y con los poemas que tenga, aún no lo sé. Sólo tengo claro que escribo el blog para compartir con alguien esta vida nueva que es muy huraña y a veces asusta y porque quiero contar que la pobreza no es lo que se piensa, la pobreza es otra cosa muy distinta a la que nos
han vendido,  y mostrar también que todo en la vida, o casi todo,  es susceptible de ser reconvertido, transformado. Que la vida se puede vivir de muchas maneras digamos…

Sí que sentí que algo importante había ocurrido en mi vida cuando salió mi primer libro. Lo cogí y lloré mucho de pura emoción. Ese libro me salvó, no sé si la vida pero sí de una depresión bestial, un cáncer o algo parecido. Trata de mi propio desahucio, fue una catarsis, una terapia, una tabla en medio del mar a la que agarrarme y me permitió llegar a personas que han pasado por lo mismo, todo eso no puede pasarte inadvertido.

Emigré ya varias veces y siempre a pelo, nunca emigré con un trabajo esperándome etc. Emigrar es algo tan fuerte que siempre me puede el entusiasmo  a la hora de arrancar o decidir, el optimismo, siempre creo que me van a ocurrir cosas maravillosas. Luego nunca es así, pero me lo vuelvo a creer cada vez. Me hace gracia, es así…

¿A qué tengo miedo?  A morirme, no porque me dé miedo morirme sino porque me duele muchísimo pensar q voy a dejar de vivir, no soporto la idea. Quiero vivir.

¿Mi mejor momento de la vida?  cuando doy a luz, los partos. También los orgasmos.
¿Mis peores momentos?  Lo que peor llevo es la falta de salud mía o de mi gente.

Me gusta cocinar. Me gusta hacer lo que se me ocurra con lo que haya y que quede rico y se me da bastante bien. Ya no cocino mucho porque la cocina de una autocaravana es limitada y, así y todo, me sigo inventando cosas ricas adaptadas…   El otro día una amiga a la que quiero mucho me dijo “un día de estos te voy a invitar a casa a cocinar”. Me gusta cocinar bebiendo vino y escuchando jazz. No sé de música, realmente no sé de casi nada, pero sí sé que me gusta y qué no. Lo que más me gusta escuchar es jazz en directo.  Me gusta mucho el cine, me gusta el cine lento, intimista, costumbrista y contemporáneo.

¿Que qué cambiaría? El mundo. No me gusta nada esto que entre todas y todos hemos construido, me parece todo una mentira, un error, no creo en los valores que hoy imperan, siento que no encajo ni quiero encajar. Creo en la justicia, me declaro humanista. Creo en las personas, detesto las religiones. Y todo eso es lo que intento hacer en un micro-minúsculo grado cuando me voy de voluntaria a algún sitio o ayudo a alguien a lo que sea. Lo hemos hecho todo mal, podríamos haber sido felices y ganó la codicia. Es asqueroso. 

Por eso me he desmarcado todo lo que puedo desmarcarme sin poner mi vida en peligro. No puedo creer cuando escucho hablar en medios, o por la calle a la gente, nadie aprendió nada, casi todxs siguen aspirando a lo mismo, al mismo estilo de todo, no ven que eso se acabó, que no funcionó y están volviendo a empezar más de lo mismo. Por eso me cuesta encontrar personas que me gusten para compartir, pero las hay, pocas, pero las hay y voy dando con algunas, afortunadamente. Lo necesito y me siento muy sola.

En cuanto a qué quiero que sea lo próximo que escriba, deseo con toda mi alma escribir mejor poesía, pero eso no depende de mí. No lo sé, ni nadie sabe si seré capaz o no porque eso es futuro y el futuro no existe. Somos procesos. Vivimos.

                            






CÓMO SE ESCRIBIÓ "La LUCIDEZ de ESQUIZO" 
y primicia sobre su segunda edición


Cuando terminé de escribir “A contraluz de embargo” sentí hastío de sentirme, mirarme, observarme, a mí siempre a mí. Me pareció normal pues este libro habla durante un año en tiempo real de mi desahucio y cómo lo viví en todos los aspectos de mi vida.
Como ejercicio empecé a intentar a escribir sobre los otros, sobre quiénes son en esta sociedad “los diferentes”, sin ninguna intención de hacer un libro.

Un día vi un documental que recomiendo: “Qué tienes debajo del sombrero”, lo escogí por la fascinación que me produjo siempre la locura; desde mi temprana adolescencia casi todxs los artistas de todos los ámbitos que me enganchaban y encantaban resultaba con el tiempo que eran personas con algún trastorno de tipo esquizoide, y ahí ¡vi a los diferentes!
Un día me encontré escribiendo un poema en primera persona en el que hablaba un “loco”, hombre, de mi edad, desde un psiquiátrico y fue como abrir la caja de Pandora. Me empecé a documentar para no escribir chorradas y descubrir o imaginar los diferentes tonos poéticos que esto podía desencadenar.
Tras leer varios libros no podía parar de escribir poemas en la misma tesitura, así fue como al cabo de tres años había acabado “La lucidez de Esquizo”, esta es la explicación de por qué los poemas , a pesar de tratarse de una unidad tocan tantos registros o estilos diferentes, reflejan la mente de una persona con ciertos desequilibrios muy entre comillas. La cita que lo encabeza deja muy clara mi opinión sobre el tema.

Con el libro acabado llegó la siempre eterna pregunta, ¿tiene interés publicarlo?
Como había leído muchos poemas sobre desahucios que, a pesar de haberse escrito con muy buena intensión, me parecían chorradas, porque lo había vivido…  me entró un enorme pudor de hacer lo mismo.
Fue ahí cuando se me ocurrió enviárselo a una poeta esquizofrénica que seguí mucho tiempo en una tertulia de radio, la rastreé por internet y di con ella. Cristina Martín, Princesa Inca su nombre artístico. Se mostró encantada de leerlo y darme su honesta opinión, al mes y medio me llamó, le había encantado, le había hecho bien leerlo y acabó siendo la prologuista, nunca se lo agradeceré lo suficiente.
A raíz de su publicación empecé a recibir confesiones de personas a las que no conocía personalmente pero sí en la red, y mucho, sobre que ellas también tenían este perfil y lo bien que les había hecho leer el libro.


A un año de su primera edición saldrá, en breve, la segunda con obra plástica de Josep Grifoll un poeta y pintor maravilloso que, altruistamente, ilustra la segunda edición.

                                            Muchas gracias y un abrazo, Mónica.









La Caja Negra /



El libro reúne 34 poemas en los que la autora habla "del esquizofrénico como un ser pensante y deseoso que se plantea la existencia con gran intensidad, alguien que roza la trascendencia de un filósofo, que lucha por entender lo que existe y cómo". Para ella,  el loco es un visionario, un ser incomprendido.
Ha necesitado tres años de documentación e inmersión en la literatura de artistas con perfiles esquizoides para gestar este libro, que ofrece un inusual punto de vista, al hablar en primera persona, desde la posición de un esquizofrénico. Cuando acaba 'A contraluz de embargo', su primer poemario editado, en el que narra los primeros doce meses de vida tras su desahucio, encuentra la necesidad de hablar de otros. Es así como desemboca en 'La lucidez de Esquizo'.
El libro, editado en mayo de 2016 por la editorial Lastura, vio la luz coincidiendo con la última Feria del Libro de Madrid, donde la autora fue invitada a firmar ejemplares. No obstante, se negó a realizar una presentación formal en dicha ciudad ya que prefirió que este acto tuviera lugar en la que considera ya su tierra, Almería.
El acto contó con  una actuación del grupo de Jazz 'Brotolling Trío', formado por Ginés Peregrín, Pilar Romero y Maite Palomo, así como imágenes del polifacético artista barcelonés  Josep Grifoll.
Graciela Zárate nació en Buenos Aires, Argentina, en 1962. Tras estudiar allí Escenografía y Vestuario Teatral en la Universidad del Salvador, se traslada a España en 1985, país en donde reside hasta la fecha y donde comienza a escribir poesía. Ha trabajado en Madrid en el Centro Dramático Nacional y en el Teatro Real, entre otros. En marzo de 2012 se retira a la provincia de Almería donde escribe 'A contraluz de embargo', versos autobiográficos en tiempo real editado por Lastura en 2014 (próximamente en tercera edición en castellano y en primera en su traducción al francés).
En la primavera de 2016 publicaba tres nuevas obras en la misma editorial: 'Hoy todo huele a niña' y 'La lucidez de Esquizo' en la colección Alcalima de poesía, y el poemario infantil 'Poemas para dibujar en voz alta' dentro de la colección 'Versos para duendes'. Ha participado en  recitales en 'Los Banderines de El Zaguán' -un carismático pub almeriense- y fue protagonista de una de las sesiones de 'Poeta de Guardia' emitidas en Candil Radio, la emisora municipal de Huércal de Almería.
Ha colaborado en revistas como 'Álora, la bien cercada' (Málaga), y 'La hoja azul en blanco' (Madrid), entre otras, y en diversos blogs especializados. Además, ha publicado diversas críticas de opinión sobre cultura y temas sociales en el periódico 'Ideal' de Almería; ha participado en la antología contra la violencia machista 'Amor se escribe sin sangre' (Lastura, 2015) y ha coordinado el libro colectivo 'Refugiamos', una edición solidaria publicada en la misma editorial.
'La lucidez de Esquizo', ilustrado por Paola Santos Sánchez, está prologado por Cristina Martín (Princesa Inca), poeta catalana que ha publicado cuatro obras, paciente de esquizofrenia y habitual colaboradora de distintos medios de comunicación. La poeta afirma: "La lucidez de Esquizo nos acerca con delicadeza extrema y verdad de hierro, a un mundo triste pero también poderosamente poético y apasionado. Nos invade una compresión emocional de lo que la sociedad llama locura; es ahí donde la autora pone toda su contundencia poética en versos extremadamente auténticos y profundos. Quedémonos pues con la fuerza de sus palabras, en las que el loco es descrito como un ser espiritual y con una fuerza vital grandiosa mientras los otros, los mal llamados cuerdos, lo quieren encauzar por su raíl". Los versos contaron en la presentación con el análisis literario de Fernando Labordeta Blanco.
Las imágenes proyectadas durante la presentación son obra del catalán Josep Grifoll, poeta y artista plástico, que a los 6 años ya pintaba al óleo y a los 10 las paredes de casa de sus padres parecían un Museo en el que ya vendió una de sus obras y comenzaba con experimentos, sus pinturas se fabrican con tierras naturales o pinta murales en los terrenos rocosos de los bosques de Casserres (Barcelona). Pero no es hasta los 19, cuando sus repetidas 'crisis' prácticamente le dejan sin salir casi durante dos años y es ahí cuando él descubre que cura más el arte que la psiquiatría. Sus obras y fotografías han sido expuestas en Nueva York, Milán, Francia, Madrid, Bilbao, Barcelona, etc.
'Lastura' es una editorial independiente nacida en la primavera de 2013 en Ocaña (Toledo). Dirigida por Lidia López Miguel, cuenta en su consejo editorial con la poeta y profesora Isabel Miguel (editora y directora de las colecciones de poesía) y con el dramaturgo y profesor teatral Miguel Ángel Mañas (director de la colección de teatro). En la actualidad ofrece fundamentalmente cinco colecciones: 'Alcalima' (poesía), 'Versos para duendes' (poesía infantil), 'Alquisa' (narrativa y micronarrativa), 'Draconia' (narrativa infantil) y 'Apuntador' (teatro). Su catálogo ofrece 140 títulos, mayoritariamente en las colecciones especializadas en poesía. Uno de los objetivos primordiales de esta editorial desde su fundación es ofrecer literatura multilingüe desde La Mancha y mantener unos justos precios de venta al público.

                                     
                                                                   



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