Desde el primer relato, el estilo literario de Isabel Martínez
Barquero me maravilló y me atrapó de tal forma que he leído más de una
vez su libro: “Mujeres de Otoño”.
Dicen que “Lo bueno, si breve, dos veces bueno” (B.
Gracián) y la autora cumple con este aforismo con gran delicadeza y pericia. Son cuentos cortos, publicados
en un libro pequeño.
Así como es de chico por fuera es de grande en
literatura y contenido original por dentro.
Las mujeres que describe la autora son españolas,
al mismo tiempo se pueden situar en cualquier otro país, son universales en sus
características femeninas.
En realidad, nos podemos ver reflejadas en muchas de
sus peculiaridades y si juntamos todas ellas podríamos encontrar que es una
sola y la designaríamos, sencillamente, ‘ser humano’. Una persona que pasa por
circunstancias, crisis, malos-entendidos, vueltas de la vida, que puede tocarnos a cada uno en este viaje por el mundo.
Veamos algunos párrafos que me llamaron la atención
por la definición inmediata de quien lo vive. No separaré por capítulos, solo
sepan que pertenecen a cada una de las Mujeres de Otoño que Isabel Martínez
Barquero ha pintado para nosotros:
“Mientras domina algunas lágrimas rebeldes y evita
que se desborden en una catarata que la suma otra vez en una aflicción inútil,
se ve en aquellos tiempos pasados, cuando ella era joven y brava, cuando se enamoró
de Claude hasta el tuétano.”
…
“Lo que me cansa o, para ser más precisa, me
repatea, es su actitud, una actitud de prepotencia que no soporto, un ánimo de
dominio que detesto, un estar en el mundo como la más lista de la clase que
deploro. Aunque no lo exprese, a mí no me engaña y sé que considera que su
postura en la vida es digna de imitación, ejemplo para cualquiera.”
…
“Me ahogo desde hace años. No he deseado saber
hasta ahora que los desenlaces de la esclavitud ocurren de forma fortuita, con
una pequeña decisión sin aparente importancia, pero de gran trascendencia.
Hasta este
preciso instante me he sentido vieja para hacer con mi vida lo que me plazca. Quizás
me ha parecido que tal comportamiento es más propio de los pocos años. “
…
“Desazona acortar los paisajes futuros, ceder al
fracaso las ilusiones de una vida. Disgusta admitir que hemos sido uno más en
la cadena del mundo, porque todos aspiramos a la excelencia que nos diferencie
de los otros. Pero la excelencia no se da en la masa, sino en la singularidad,
palabra muy temida si es puesta en práctica, ya que condena al aislamiento. Se requiere
de una gran fortaleza interior para vivir al margen de lo común, indiferente al
elogio o a la condena.”
…
… “piensa en lo cansada que está. Pero no abrirá la
boca. No saldrá una sola queja de su interior ni su rostro compondrá un gesto
que la delate, no incurrirá en el defecto de protestar. Porque la rebelión es
un fallo cuando, con ella, no se consiguen mejores circunstancias
existenciales. Una rebelión no guiada por la esperanza de mejorar la vida es
una gran estupidez.”
…
… “siempre ha sido una mujer hacendosa y combativa,
de esas que no se achican ante cosa alguna y se enfundan el ánimo con determinación
como si tratara de una escopeta de caza.
…. El cuerpo se le ha sublevado, y traza sus desazones
con independencia de su mente animosa, una mente que no se rinde a las miserias
de un organismo en declive vertiginoso.”
…
“Sabe desde niña que los gestos nos definen ante los
otros y siempre se aplica a educarlo para dar la imagen pretendida por su
particular visión de los modales correcto y adecuados según las circunstancias.”
Estas mujeres otoñales tienen experiencia y pueden
pensar en forma que las muchachas primaverales no necesitan hacerlo. Algunas
reflexiones son de destacar, para muestra…: “Si me aflijo por lo que ya no será,
perderé lo que aún puede ser. Debo enarbolar la bandera del optimismo, no ceder
ante la derrota.”
Quiero agradecer a Isabel Martínez Barquero, una
escritora que crea un mundo paralelo con sus letras y nos invita a compartirlo,
a degustar su estilo y su profunda comprensión de lo que el otoño significa en
nuestra vida y de lo que las aspiraciones nos afectan cuando las vemos alejarse. Cada
mujer un sentimiento, cada una con marcas como ríos en su mapa de vida. No son
mujeres victoriosas, casi son anti heroínas, queribles, reales, comunes, maravillosas
mujeres que enfrentan sus errores, derrotas, recuerdos de un ayer y la
inminencia del tiempo que no las mejora por fuera, pero las transforma por
dentro. Cada cual a su manera y posibilidad.
Frasco pequeño para un perfume literario de
calidad.
Felicitaciones Isabel y muchos éxitos.
Felicitaciones Isabel y muchos éxitos.
Mónica Ivulich. – DR2018Fr.
RESEÑA BIO-BIBLIOGRÁFICA
Nacida
en Murcia. Licenciada en Derecho.
Premio
Hucha de Plata en la XXIV edición del concurso de cuentos Hucha de Oro. Segundo premio en el XVI Certamen de Relatos Cortos
«Imágenes de Mujer». Ganadora del mes de marzo de 2015, en la categoría en
castellano, en la IV Edición del Concurso de Microrrelatos «Microconcurso La
Microbiblioteca».
Finalista en la categoría de Narrativa en los premios Fray Luis
de León de Creación Literaria 2017.
Tiene nueve
libros publicados: tres de relatos, Linaje
oscuro, El cauce de los días y Mujeres de otoño; dos poemarios, Lunas de ausencia y El nervio de la piedra; y las novelas La historia de los mil nombres, Aroma
de vainilla, Diario de una fuga y
La gloria venidera.
Colabora
asiduamente en diversos medios, en numerosos libros antológicos y en revistas
literarias, así como en páginas culturales de internet.
Imparte
un taller de relato en la Escuela de Formación de Escritores.
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Una
muestra de la escritura de Isabel Martínez Barquero
El mensaje
Tras un largo viaje,
regresé a mi casa sobre el mediodía. Estaba agotada tras tantos días fuera,
exhausta hasta para tomarme cualquier lata que encontrara por los armarios de
la cocina. Prefería dormir y evadirme del mundo por unas horas.
Entraba en las nebulosas
del sueño cuando escuché el inoportuno timbre del teléfono. Lo dejé sonar una
vez y otra hasta que enmudeció derrotado. Tras unos minutos en los que conseguí
volver a relajarme, reaparecieron los tonos insistentes del intempestivo
aparato. Me levanté de mala gana, maldiciendo medio dormida, dispuesta a cubrir
de atenciones a la voz urgente que me esperaba al otro lado de los cables, a
una voz no convocada por mi deseo y que, sin contemplaciones de ningún tipo,
inquietaba mi descanso sin misericordia y requería ser escuchada sin dilación.
Era mi madre. Quería
que me fuera al pueblo para el fin de semana. Me decía que, allí, no estaría
tan sola como en la ciudad.
—Estos aires te
sentarán de maravilla —agregó como argumento indiscutible.
Con las mejores
palabras, me negué, pues tenía muchas cosas pendientes: faenas pequeñas y sin
brillo, pero necesarias, quehaceres que se van dejando de un día para otro,
menudencias varias donde se impone el llamamiento a la disciplina. Es precisa
una fuerte determinación de la voluntad para ejecutar tales minucias y que no
nos asfixien.
No sé la causa por la
que pudo ocurrir, pero mi madre se enfadó y se despidió muy agraviada. Colgué
el auricular y me sentí invadida por una extraña sensación de culpa, sin motivo
tal vez, pero el remordimiento me había apresado y me taladraba las entrañas
sin misericordia. Los molestos escrúpulos no eran debidos a mis palabras
anteriores con mi madre —en todo momento correctas— ni a mi decisión de
permanecer en la ciudad tras el largo viaje del que había regresado hacía tan
poco. No sé... En ocasiones, los padres nos infunden sentimientos negativos sin
razón, y para ello se valen de su posición privilegiada en la escala de
nuestros afectos. Si cuando éramos pequeños los chantajeábamos con nuestros
llantos para conseguir nuestros propósitos, al hacernos adultos son ellos —sin
reconocer que somos seres totalmente libres e independientes— los que nos
intentan atraer con ridículos pucheros infantiles.
Para librarme del calor
y de la culpa infundada que me había colonizado el ánimo y espantado al sueño,
me preparé un baño. Mientras se llenaba la bañera, comprobé que mi reloj se
había parado a las cuatro y cinco en punto. Me extrañó, ya que hacía un par de
semanas que el relojero le había colocado una pila nueva. En el agua, empecé un
monólogo sin ilación, solo por el placer de puntuar. Me atasqué en el momento
en que dudaba si correspondía o no punto y aparte. Imaginé que llamara el
cobrador de la luz o una pareja de apóstoles de los testigos de Jehová: habría
diálogo —por mínimo que fuera— y se eclipsaría lo íntimo del monólogo, pero no
cesaría de transcurrir el pensamiento. Concluí que todo este galimatías me daba
igual, que no conviene sistematizar en exceso, pues conduce a la pobreza del
espíritu, débil maniatado que se aburre entre las reglas que lo encauzan. Como
traductora que soy, sé que no existe nada espontáneo ni ordenado de antemano.
Todo consiste en palabras, las chispas del pensamiento. Todo es contradicción y
círculo sin fin.
El timbre del teléfono
me sobresaltó de nuevo y me obligó a salir de la bañera disparada.
—¿Sí, quién es?
—Soy yo, Catalina.
—¿Otra vez tú, mamá?
—¿Cómo que otra vez?
—¡Si hemos hablado hace
unos minutos!
—Eso no es cierto, pero
escucha, es importante. Tu padre, tu padre... —Y no pudo seguir con la noticia
luctuosa porque empezó a llorar.
Petrificada por el
dolor, comprendí lo que quería decirme.
—Enseguida salgo para
el pueblo, ahora mismo. En menos de dos horas, estoy allí. Y no te apures,
mamá, no te agobies. Tómate una tila inmediatamente y llama a algún vecino.
Cuando llegue, yo me encargaré de todo —contesté muy nerviosa.
Con dolor, rabia,
tristeza y miedo, salí de mi casa con lo imprescindible, lo justo que mi
inquietud consiguió meter en un bolso de viaje, aturdida por la tragedia que se
había cernido sobre mi familia. En la escalera, verifiqué la parada de mi reloj
en las cuatro y cinco de la tarde, el reloj al que tanto cariño le tengo y del
que nunca me separo.
Al día siguiente,
enterramos a mi padre en el recoleto cementerio del pueblo. Su corazón había
enmudecido a las cuatro y cinco en punto de la tarde anterior, la hora que
quedó reflejada en el reloj que él me había regalado un año atrás.
Lo que nunca enterraré
será la duda sobre quién llamó por teléfono por primera vez mientras dormía la
siesta la víspera de su muerte. ¿Quién me rogó que fuera al pueblo bajo la
apariencia de la voz de mi madre? Ni como traductora he conseguido descifrar el
doble mensaje: el de la parada del reloj y el del duende del teléfono. A veces,
me inclino por la idea de que soñé la primera de las conversaciones; pero mi
reloj ha sido intensamente revisado, sin que se le halle rotura que justifique
su parada a las cuatro y cinco.
(Relato perteneciente
al libro Linaje oscuro)
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Donde encontrar los escritos de Isabel Martínez Barquero
(enlaces)
http://www.elcobijodeunadesalmada.blogspot.com.es/
https://www.facebook.com/isabel.martinezbarquero
https://twitter.com/IsabelMBarquero
https://www.linkedin.com/in/isabel-mart%C3%ADnez-barquero-3480a043?trk=hp-identity-name
https://plus.google.com/+IsabelMart%C3%ADnezBarquero
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Comentarios sobre obras de Isabel Martínez Barquero
Sobre LINAJE
OSCURO:
— Amando Carabias
María en el nº 91 de la revista Cultural y Artística “Alenarte”:
«Isabel Martínez
Barquero no es nueva en el mundo literario, y eso se nota al leer este libro
[...] El oficio, como se ve, ya forma parte de su quehacer qué duda cabe que el
lector lo agradece. Isabel no tiene que demostrar nada a nadie –ni a sí misma
siquiera– y los relatos agradecen este detalle, pues no pretenden ser
artefactos rutilantes que deslumbren, sino historias que lleguen al
entendimiento y al corazón de los posibles lectores, a través de una prosa
directa, elegante y comprensible para cualquiera […] En todas las «distancias»
Isabel se maneja con soltura, conoce perfectamente los ingredientes que
requiere cada tipo de narración y los dosifica sin aparente esfuerzo. Sólo los
que a veces hemos intentado estas cosas, sabemos lo difícil que resulta
conseguir esta aparente sencillez.»
(http://alenarterevista.net/familias-distintas-isabel-martinez-barquero-linaje-oscuro-por-amando-carabias-maria)
— En el blog Viajes
por la sala oscura:
«En él (el libro) se
conjugan de forma magistral dos conceptos que unidos dan como fruto un
resultado tan hondo como brillante. Por un lado, una innata y asombrosa
capacidad de observación de la naturaleza humana. Aplicando la minuciosidad del
entomólogo, la paciencia del relojero, la refinada mirada siempre atenta a cada
uno de los meandros, contradicciones y paradojas que encierra la institución
familiar en sus diversas variantes, la autora demuestra un profundo
conocimiento de lo que trata. Y lo mira de frente. Pero la cosa no queda ahí.
Quien se adentre en sus páginas encontrará no solo eso, ya que añadido a todo
lo anterior el lector caerá presa del misterioso néctar que exhibe una
narradora nata y apasionada, que se mueve con igual soltura dentro del
costumbrismo como en las vertientes más psicológicas e incluso los impulsos
criminales.»
(http://viajessalaoscura.blogspot.com.es/2012/12/oscuros-linajes.html?spref=fb).
Sobre AROMA DE
VAINILLA:
— En el blog Un
lector indiscreto, de Francisco Jesús Portela León:
«A veces hay novelas
que, pese a la calidad que atesoran entre sus páginas, pasan desapercibidas
para los lectores. Quienes han leído alguna de las obras publicadas por Isabel
Martínez Barquero tienen una opinión unánime sobre el buen hacer literario de
esta escritora murciana. Tras leer Aroma de vainilla llegué a la misma
conclusión: su estilo narrativo me encandiló desde las primeras páginas. Y no
solo su estilo narrativo sino también la historia de ficción que nos cuenta,
toda ella fruto de su imaginación.» (http://unlectorindiscreto.blogspot.com.es/2014/03/aroma-de-vainilla-de-isabel-martinez.html).
— En el periódico La
Verdad de Murcia, una crítica de Antonio Parra Sanz:
«Amores complejos,
imposibles, convenciones sociales dinamitadas, enemistades de décadas, pero
sobre todo mujeres muy fuertes, mujeres que son el motor familiar incluso
cuando no forman parte de la familia. Isabel Martínez Barquero reivindica la
nostalgia casi tanto como el papel de estas mujeres capaces de correr la
maratón que es la vida, verdaderas cabezas de familia de tantos y tantos
clanes, en una época convulsa en nuestro país a la que tampoco le vuelve la
espalda, al igual que no renuncia a mostrar algunos defectos importantes de su
propia tierra. Narración gustosa como las especias, intensa como los buenos
guisos y reposada como los licores de una sobremesa eterna. Solo queda sentarse
y disfrutarla.»
(http://www.laverdad.es/ababol/libros/201612/03/ejercicio-nostalgia-20161203005129-v.html).
Sobre DIARIO DE
UNA FUGA:
— En el blog Libros
que voy leyendo, por Rocío Vílchez:
«El tema elegido por
esta autora me ha gustado mucho, ha elaborado una trama interesante que como
lectora ha conseguido captar mi interés. […] Contiene este libro una bella
prosa muy trabajada, hermosas palabras que abarcan un rico vocabulario logrando
que sea un verdadero placer leer.— La autora consigue despertar en el lector
ese aliciente necesario para que no puedas dejar de leer, sin bajar el nivel de
interés por conocer el desenlace de los hechos.»
(http://www.librosquevoyleyendo.com/2017/05/diario-de-una-fuga-de-isabel-martinez.html?showComment=1496035890360#c5110445014054530880)
— Por Fernando da
Casa de Cantos en su blog:
«Las creaciones
literarias de Isabel Martínez Barquero rezuman Arte por los cuatro costados. Me
enamoró con la primera novela que leí de ella, «Aroma de vainilla». Escritura
reposada, muy cuidada, con pinceladas precisas y preciosas. Ahora, con «Diario
de una fuga», me he encontrado con una trama muy diferente, personajes
distintos, planteamientos opuestos, épocas muy alejadas. Pero, como me dijo
ella misma, «todo ha salido de la misma pluma». Y se nota. Qué delicia
comprobar cómo acaricia el idioma, el cuidado de los diálogos, la sutileza de
los adjetivos. Isabel es una mujer culta. Muy leída. Y sabe plasmarlo en sus
obras.— «Diario de una fuga» es una novela cocinada a fuego lento. Parece que
no pasa nada, como en las novelas de Murakami, y pasa de todo. Hay pasajes que
merecen alguna relectura que otra por lo bien escritos que están. Tal vez no
contengan demasiada acción, pero transmiten una sensación de bienestar que roza
la perfección. Eso es belleza. Eso es Arte.»
(http://serfineu.blogspot.com.es/2017/11/retolecturalia2017-diario-de-una-fuga.html)
— Incluida la autora
en el ensayo Impacto narrativo. Ecos de un meteorito, de Consuelo Mengual
Bernal, publicado por la editorial La Fea Burguesía en septiembre de 2017.
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Magnífica reseña y reportaje, Mónica. Me ha cautivado la narrativa de Isabel Martínez. Felicidades y mucha suerte. Besos.
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