SIT TIBI TERRA LEVIS escrito por Felipe Sérvulo
Recibí el libro de Felipe con mucha emoción, las veces que lo
encontré en El Ateneo (Ateneu Barcelonés), donde organiza reuniones con el
grupo que lidera: El Laberinto de Ariadna, o en otros eventos culturales, me
pareció un ser especial, sonrisa franca, humilde, alegre, en fin: luminoso.
Su libro debía ser bueno, los poemas sueltos que había leído
de él lo eran.
Ahora, acabo de releer su libro tres veces y me veo tentada a
volver a hacerlo varias veces más. Sin embargo, reseñarlo es difícil. Difícil
hacerle justicia, difícil transmitir la belleza que él deja caer en esas
páginas con la simpleza del ave cuando surca el cielo y la misma armonía del
sonido del mar al atardecer… ¿cómo describir algo sublime y etéreo a la vez?
“mi niñez fue un mar
donde las olas
eran de cebada
y trigo”
hay etapas de la vida que no pueden ser saltadas por la memoria:
regresar
sin vida
recuerdos de la guerra
camaradas
y un corazón perdido
en cada hogar
y el tiempo que nunca cambia y todo lo cambia:
si ahora llegaras
verías un aprendiz
de poeta
sin crema protectora
para tanto desconsuelo
Felipe es un poeta que canta al Sur de España:
recibí
en herencia
esa emoción que llaman sur
y al paisaje:
en
esta tierra
el sol siempre refulge
prolonga un horizonte
colmado de latidos
de azul a cubierto
en apenas minutos
como si en lugar
de corazón
latiera un paisaje
es que el poeta nos lleva “al campo de trigo” y a ver a “esa
joven/ que lee libros piadosos/ la veo entre olivos” o “por la ventana/ que da
al jardín/ de los naranjos/ agrios”, al “patio/ y un limonero/ pero ahora /es
patria extranjera” por “las calles desamparadas” pues todo su libro nos
transmite algo tan simple como que “la melancolía ya es orgánica/ e invade el
cuerpo”
nunca envejece
el recuerdo
invade y cada vez
se hace más joven
cuando me visitas
y vienes sonriendo
como si no hubiera
pasado nada
como diciendo
buenas noches
hijo
necesitas algo
si
que necesito
aire nuevo
que la respiración
y los latidos
se dislocan
En Radio Mataró |
Gracias Felipe por permitir que comente tu libro, al que he tratado como la joya que es, frágil y fuerte al mismo tiempo.
Ha sido un honor y un placer.
Mónica
Ivulich
Para
Revista GUKA
DR2017Fr
00000000
FUniversidad de Barcelona con las compañeras de Escriptor Escritor Acec y de El Laberinto de Ariadna Pura Salceda, Elena Peralta Valero y Carmen Plaza. |
Felipe también pinta y, aunque él se considera un “acuarelista
fracasado” a mí me gustaron sus pinturas y las he agregado a esta nota. También
están los enlaces para que vayan a su obra o a buscar su libro, como dije, una
joya, tal vez, con destino de ser un clásico de la poesía española.
http://www.librosfrontera.com/shop/sit-tibi-terra-levis/
Para que conozcan más al autor, aquí les dejo biografía y
prólogo de SIT TIVI TERRA LEVIS
BIOGRAFÍA BREVE:
Felipe - Sérvulo González
Villar, conocido como Felipe Sérvulo, (nacido en Jaén), es un escritor
residente en Castelldefels (Barcelona).
Es licenciado en Historia
por la Universidad de Barcelona.
Ejerciendo de avi en la Festa de l'Agrupació de Cultura Popular de Castelldefels |
Miembro de la Asociación
Colegial de Escritores de Cataluña.
Presidente del colectivo
de escritores El Laberinto de Ariadna y editor del pliego de poesía del mismo
nombre.
Ha sido cofundador de los
grupos y revistas de literatura Alcudia, Gavina y Alga.
Colabora en medios
radiofónicos y escritos como comentarista cultural y ha publicado en revistas
especializadas de literatura de América y España.
Mantiene en la blogosfera
varias publicaciones de historia, arte y literatura.
Más Wikipedia:
https://ca.wikipedia.org/wiki/Felipe_S%C3%A9rvulo
http://espacioulises.com/…/sit-tibi-terra-levis-de-felipe-…/
https://www.casadellibro.com/libro-sit-tibi-terra…/…/5260470
http://www.librosfrontera.com/shop/sit-tibi-terra-levis/
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https://www.casadellibro.com/libro-sit-tibi-terra…/…/5260470
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PRÓLOGO
¿Quedan palabras?
Cuando golpea la noticia,
los recuerdos vuelven al inicio; cuando los sueños eran posibles y perduraba la
pureza, cuando la madre sustentaba la vida, la que con su marcha deja al hombre
en una orfandad inabarcable. Ya nada volverá a ser lo mismo.
Nadie entonará la canción
de cuna que calme el dolor, aunque la voz se avive dentro con toda su fuerza.
Ese sur tan amado no será lo mismo sin ella. El sur de la infancia, las
caricias, el sur de los mares por descubrir.
Mis poemarios en la biblioteca Eugenio Trías de la Casa de Fieras, en la Feria del Libro de Madrid. |
El paso del tiempo lleva a pensar que el pasado fue mejor, porque nos trae la belleza, la misericordia del recuerdo, aromas de tomillo, envuelto en la luz de la juventud, en las noches sentados en junto puerta de la casa, comentando el transcurso del día. Todo estaba bien. El placer de seguir viviendo auroras, y ella que daba algo más que amor.
La soledad, la búsqueda, el
dolor y nuevamente el amor, el poeta los desliza sutil, delicadamente en sus
versos. Como en las cuentas de un rosario se deslizan los dedos en oración, en
busca de las respuestas a tantas preguntas que nadie contesta y tantos ¿valió
la pena? Encontramos entre los versos de Felipe Sérvulo olas de cebada y trigo,
deseos de volar con cormoranes, amaneceres de mucho silencio, gorriones que
buscan semillas y alguna alondra que, elevándose, puede confundir la señal de
una brújula.
Verbena Literaria en Viladecans el 21 de abril de 2017 |
Una constante de levedad
recorre desde el título del libro hasta los últimos versos, donde el poeta se
pregunta: ¿quedan palabras?/ quién sabe/ cuándo regresaremos.
La levedad es una de las cualidades que Italo Calvino reclamaba para la literatura del tercer milenio. En su ensayo titulado “Seis propuestas para el próximo milenio”, el escritor italiano reivindicaba la naturaleza atómica suspendida en las crestas de las nubes frente a la gravedad de la materia empírica. Requería la levedad como la cualidad de aquello que fluye contraponiéndose a las materias rotundas y densas, aclarando sin embargo que levedad no significa en ningún caso frivolidad.
SIT TIBI TERRA LEVIS.
Aunque estas palabras las vemos grabadas en la piedra más grave, se trata de
una locución que convoca levedad.
Y en esta levedad
encontramos, el exacto momento/ que aparece/ porque así nos lo ordena/ la noche
Con versos conscientes de la gravedad que amenaza el tercer milenio, el poeta contrapone la levedad para dejar la huella en forma de cicatriz señalada en la piel y en el recuerdo. Una aspiración de aire, unas manos de espliego y unos recuerdos del sol entre los lirios de agua.
Felipe no pertenece
afortunadamente a esa casta poética que se aloja en la confortabilidad. Ni a
esa otra que añora los pomposos cisnes de Rubén Darío. Todo lo contrario; va y
viene por la existencia de su obra, fecunda ya en libros y en actividades
culturales, sin concesiones. Va por libre. Quien lea sus poemas podrá gozar de
una escritura austera y a la vez esencial, donde la calidez y carnalidad están
presentes.
Acaso eso de escribir sea
para él una indudable búsqueda de raíces de elemental supervivencia. Y el
lector quedará impresionado por la dignidad y honda reflexión que acompañan a
sus versos.
Quien pergeña esta breve
glosa es cada vez más pesimista de que la poesía pueda influir o mejorar a una
humanidad perpleja e inconmovible. Pudiera ser. Pero reconoce también que, en
ocasiones, leer algunos poetas le reconforta el ánimo y le despierta cierta
esperanza. Como en el caso del que hablamos. Parece como si su voz te susurra
al oído, arropa tus hombros y te palmea afectuoso tu espalda.
Un poeta que hurga entre
los intersticios de las palabras, logrando destellos fieramente humanos, sin
énfasis gratuitos, ni tener que engolar su acento poético iluminando de
palpitante solidaridad la conciencia del lector en este tiempo ingrato que
padecemos.
A Felipe lo podremos
encontrar deambulando por la Rambla barcelonesa rememorando, al paso fugaz de
una guapa muchacha, el guiño y perfume de Fanny, o lo podemos ver apostado en
esa misteriosa esquina de la calle Muntaner, que parece tener cierto ensalmo a
la vez recóndito y erótico, o quizás apostado en la barra de un café bebiéndose
una cerveza, o meditabundo en el trayecto ferroviario de Castelldefels a
Barcelona y viceversa, comprobando, como decía José Luis Borges, que “art
happens” (el arte sucede), que si lo aplicamos a nuestra cotidianidad: “la
poesía, como el amor, sucede”.
Sin un mar de cebada que
sobrevolar. Un silencio que se desvanece en la memoria buscando el astrolabio
de los recuerdos, el tuétano de las ilusiones, la brújula del corazón. Ya es
verano en nuestra colina. Ando buscando una canción de cuna. Regresar donde los
cúmulos son como un pájaro joven que remonta el vuelo. Adiós al mirador de tu
ventana. Arjona al fondo.
Algo muere en nosotros y
renace de otro modo cuando la vida nos golpea con la muerte, algo cambia
profundamente en y con nosotros; se transforma. El vacío que produce la
inminencia de la pérdida reivindica otra presencia que lo colme. Es tránsito
para quien se fue y para quien queda. Felipe Sérvulo elabora su tránsito con la
herramienta más sutil para lo íntimo: la poesía; emprende de su mano el
necesario trayecto doloso. Y de este proceso sale trasmutado, renovado. Su
relación con quien se ha ido será ya otra, más profunda, más madurada, más
definitiva. También su poesía sale renovada; la rotunda experiencia sacude su
poesía como agita su alma. Sit tibi terra levis refleja un cambio esencial -en
la forma y en el fondo-, un antes y un después en su trayectoria poética. Los
versos de su poemario, despojado ya de todo lo superfluo (sin signos de
puntuación ni mayúsculas), fluyen ahora encadenados en un único poema, reposan
en el recuerdo de quien le dio la vida y lo envuelve todo –todo- con su
presencia. El recuerdo es ese lugar nuevo donde se perpetúa: hoy las
palabras/se hacen mapamundi/para buscar la calle/donde laten abrazos//para que
lleguen/puntuales al corazón/de los que nunca/olvidan.
En las páginas finales Felipe agradece y dice (sobre el
prólogo)
MIL GRACIAS
A Anna Rossell, Maite
León, Francesc Cornadó, José Costero y José Antonio Llamas, que han dejado
aparcado su ego en la puerta del Ateneu Barcelonés y me han escrito un prólogo
colectivo genial y excesivo para mi persona, que rebosa cariño por todos los
puntos cardinales.
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